29 octubre 2006

Ronaldinho y Will me jodieron

Ronaldinho Ya lo aprendí, los videojuegos y el alcohol no se juntan si tu honor está de por medio. Yo, que era el niñito odioso que tenía todas las cónsolas y los juegos, el que decía mi mamá me llama cuándo estaba a punto de perder en el juego en que yo le ganaba a mi hermano menor, ayer fui derrotado penosamente por Ronaldinho y Will en el Camino a la Fifa 2006 en XboX 360.

Ronaldinho encarnado en el RON Cacique, y en el bendito jugador dientón que Will usó para humillarme, justamente claro, delante de mis amiguetes. La verguenza y los nicks de MSN durarán años.

Cuando era un chamo, en el liceo, mi papá tuvo uno de esos locales alquilaban "televisores con Mario Bros", que quería decir que tenías un alquiler de videojuegos. Lo que la gente llamaba genéricamente Nintendos. Cito: "¿Chamo, es verdad que tu papá tiene un Nintendo?", no era más que la curiosidad por si de verdad tu papá había puesto en un barrio (el mío lo montó en 23 de enero, La Coromoto y José Félix Ribas de Maracay), uno de esos lugares extraños -copiados de Valencia y Margarita en nuestro caso- que no eran como El Salón de Billy, pero suponía una diversión novedosa.

Tuvimos que pasar por la ladilla de las asociaciones de vecinos diciendo que los niños se alienaban jugando eso, se gastaban el dinero de la merienda y la falta de permisos en la arcaica alcaldía de Girardot. Incluso, como al mes de haber vendido uno de los "Nintendos", el de José Félix Ribas, lo saquearon. Era por allá por el 1.992, época que recordarán por los acontecimientos que llevaron al que tenemos ahorita a ser presidente, pero volvamos a lo nuestro.

En mi casa tuve el Nintendo, el Súper Nintendo y Sega Génesis. Si, era un mamaguevo, ¿cómo hacemos?. Fue producto de circunstancias laborales de mi familia, no por la suerte asquerosa de los niñitos del Liceo San José de los Maristas, esos que llevaban los Transformers originales, hablaban de parabólicas y se la pasaban en la Casa Italia. Esos carajitos que tienen de todo, cuando uno sólo tiene es envidia y arrechera. No es que uno sea pobre, pero si por suerte llevaba yo mi muñeco original de G.I.JOE comprado en Margarita jalándole demasiadas bolas a mi papá, los coño e madres aparecían con el bicho gigantesco de los GoBots que unía a los demás.

Nojoda, Will, voy a entrenar, ya vas a ver. Esto no se queda así, quedé picao.

28 octubre 2006

Sangría y rock

SangríaHoy es viernes. Uno cuenta las horas en el trabajo para dejar de ser el empleado, el gerente, lo que sea, para ser irresponsable. Ya sabemos, aquél mito del macho que se va a la licorería, a jugar caballos mientras los 7 muchachos esperan en el rancho con la esposa embarazada y golpeada. Yo sólo quería algo como sangría y rock.

A pesar del día, hubo que hacer bastante trabajo. Recorrí la autopista 5 veces, en una renuncié a un trabajo que me pagará una quincena sin haberla trabajado. El tráfico en Maracay es imposible.

Conté cada hora y cada minuto para irme a mi casa, aún así, en mi trabajo fui todo lo que se debía hacer, más 1500 bostezos. Bostecé incluso mientras veía la tetas redondas y provocativas, los ojos hermosos, los labios provocativos y el cabello pintado y extraño de una chica súper sexy que me hablaba de su proyecto personal.

Anoche, como buen irresponsable, fuera de mi horario de trabajo, me quedé jugando Punch Out, en un emulador de la Nintendo, e intenté jugar Age of Empires II, pero algo falla en mi PC y me sabotea el juego. Me acosté a las 2:47 AM, para despertarme a las 6:15 AM, casi gracias a un Caterpillar.

Era viernes y pensé que no podría esperar que muriese el trabajo, del cual me fui una hora temprano gracias a Mai, para largarme a toda velocidad. Sin embargo, me tuvieron que jalar para irme. Yo, dentro de mi papel de trabajador, no me canso ni abandono lo que hago. Siempre encontraría algo bueno qué hacer a pesar del horario. Mai me lo dice a gritos: ¡deja el trabajo en la oficina! Eso no duró mucho, ya le pegué mis malas mañas: decir a cada rato "debí" arrepintiéndose de lo que no hizo y hablar del trabajo a toda hora. Claro, cuándo ella hace ese par de cosas, yo tengo que reclamar.

Finalmente, Makro, bandas de rock amigas y sangría La Caroreña llenaron nuestra noche, en la que terminé una vez más manejando para el lugar donde vivimos, aunque incapaz de tomar la autopista. Ebrio, feliz, habiéndome coleado en el concierto y habiendo bebido sin haber cenado, estoy aquí, llenando mi blog, sólo para propia diversión. Hay que aprovechar, el lunes puede que uno siga teniendo miedo de ser poeta, filósofo o recojelata, permanenciendo fiel a su trabajo.

26 octubre 2006

Trabajar es estar de vacaciones de uno mismo

Hay que ser irresponsable. Ese es mi sueño. Levantarme cada mediodía o tarde, y pensar cómo disfrutaré mi día esta vez. Hay varias opciones y combinaciones posibles: televisión, Internet, sexo, comida, alcohol, amigos, deporte amateur torpe, vida urbana, cine, libros, escritura, paseos, viajes, museos, videojuegos, piscinas, filosofía.

Lo mejor sería ser un vago creativo, una persona sin horarios, sin jefes, ni trabajos. Un escritor. Alguien dedicado a hacer periodismo de sí mismo, de verse, observarse y quererse, creando loas a su existencia, reflejando la sociedad en sí, o destruyendo el mundo a través del iris de su tercer ojo, o de uno sí es que acaso tiene alguno. Para allá voy, sólo me desvié en el camino.

Lo peor de este desvío es que cada día, me despierto a una hora en la que me gustaría estar apenas empezando mi tercera hora de sueño. Me tengo que bañar, arreglar, afeitar, perfumar y salir a una hora que yo no elegí y que depende de los deseos, necesidades y sueños de otras personas. Uno se somete a eso en el camino a lo que verdaderamente quiere hacer. Esa paradoja de trabajar mucho y lograr tanta autoridad, poder y dinero que luego se haga sólo lo que a uno le provoque.

Eso me pasó por desaprovechar mi oportunidad. A los 13 o 14 años, mi papá, un mercantilista empedernido, técnico medio en administración y pseudo-intelectual sin carrera universitaria y montones de datos del almanaque mundial en el coco, con vasta experiencia de calle en derecho mercantil y civil, y negocios a la venezolana (evasión de impuestos, firmas de contadores por favores, palancas) leyó mis primeros poemas y sintió que viviría de mí antes de graduarme de ingeniero en computación de la Universidad Simón Bolívar, como planeó cuándo aprendí a programar en Basic a los 10 años con mi primera PC, una Apple II/c.

Allí debí agarrarme yo durísimo, y más nunca soltar. Dejarme crecer el cabello y seguir escuchando rock, como un freak computista, amante de los libros (aprendí a leer de forma autodidacta a los 5 años, y leía 2 ó 3 libros enciclopédicos por semana), cual personaje de película gringa de la decadente época noventera. Asumir que sería un vago, alguien que cómo él, no terminaría estudiando nada realmente, sino leyendo mucho, escribiendo, programando computadores, feliz de la vida, viviendo de mis padres, esperando que cayera de la nada el triunfo, la poesía, el invento especial, el éxito del hacker, del niño prodigio.

Pero nada, mi papá era al mismo tiempo un miedoso, y yo nací humanista. Él me retiró en sexto grado del curso de analista programador, donde era el más pequeño, y yo quería escribir poesía. Nunca me envió a los EEUU a estudiar inglés en vacaciones del liceo, ni de intercambio a otro país para conocer otras culturas y yo me dirigí hacia la depresión. Me prometió que a los 15 años me llevaría a conocer Europa y la torre de Pisa, y esa edad coincidió con el Viernes Negro, y me jodí. Y llegó Sepultura, y el metal extremo.

Por ahora, mientras voy cada día a mi trabajo, donde tengo un puesto y salario de gerente con mi 5to semestre de Comunicación Social aprobado, por la experiencia reportando desde Europa, haber producido 2 programas de radio junto a mi amiga Mai, y trabajado en igual cantidad de periódicos; estoy de vacaciones de mí mismo, y no soy el Jeanfreddy que les conté antes, que quiere pararse a la 1 de la tarde, escribir en su blog, beber ron con sus amigos y perder horas visitando museos y librerías, mientras planea ir a conciertos por la noche. Así que lejos de sorprenderlos con mi vida, o pedirles un empleo corporativo, trato de recuperar esa oportunidad que tenía a los 14, que vivir la vida loca sólo por ser muy intelectual, porque de lo que llaman inteligencia emocional, tengo un cero tatuado en la frente.