17 enero 2014

Rdio, música en línea, instantánea y con amigos

En la prehistoria, grabé mis discos de vinilo y luego CD en mis TDK de cromo, negro para hacerlos ver mejor. Luego, con la cultura digital, nos bajamos el Winamp, bajamos los primeros Real Audio (escuché una vez un concierto de King Changó en vivo) y llegó el brutal MP3. Y allí la música en línea, MP3.com, donde además de bajar y escuchar, podías armar tus "radios" en forma de listas de reproducción.

La cosa evolucionó rápido, con el ancho de banda y la tecnología. Fui un usuario empedernido de MySpace para escuchar, no para interactuar. Pero lo que realmente me conquistó fue Last.FM, hasta que como se puede suponer, me cobró o intentó hacerlo. Luego supe que existían alternativas como Grooveshark y Spotity, pero yo había descubierto los Torrents tiempo antes, y nada, me quedé pegado en esa mezcla de early adopter y retrotecnológico que solemos ser.

Y ahora Rdio. Aunque sé que será por 6 meses, y luego usaré alguna otra cuenta de correo, mientras considero si puedo usar unos poquitos dólares electrónicos de CADIVI (seguro de aquí a junio si los entregan). Lo mejor de esta web (aunque no conozco cómo funcionaban otras como Spotify sino basado en Blip.FM y Last.FM), es que puedo escuchar discos enteros, de casi cualquier artista de inmediato, conocer a otros parecidos y así armar una colección inmensa de mis gustos. Sin bajar, sin esperar, sin búsquedas, sin Pirate Bay, y en cualquier computadora que use.

Y lo que para mí es mejor, conocer música nueva con las opciones de Recomendaciones y Emisoras, que te recomiendan discos según lo que escuches, lo que guardes, lo que apruebes y cuánto te quieras alejar o permanecer en los estilos que prefieras. Así ando mezclando mis gustos noventeros, rock latinoamericano, black metal, música experimental, electrónica y mucho más.

También me puedes seguir por allá en Rdio.

13 enero 2014

¿Pena de muerte o cadena perpetua? ¡Mejor es acupuntura y cirugía!

La epidemiología puede explicar el comportamiento del contagio del virus de VIH/SIDA en el mundo o la malaria en las zonas deforestadas de la selva de Brasil, pero también cómo se corre un chisme en una comunidad abierta -como hicieron Amy y Sheldon en The Big Band Theory-, cómo se viraliza un meme o un tuit en Internet y de forma similar, la forma de expansión de la violencia o el delito en una ciudad. Y al mismo tiempo, atacarla para su erradicación.

De esta forma, las víctimas del narcotráfico, el Gangnam Style o el dengue actúan bajo este mismo esquema, y así lo entendió el político, profesor universitario y matemático Sergio Fajardo en Colombia, exalcalde de Medellín, la ciudad que pasó "del miedo a la esperanza" y actual gobernador de Antioquía (desde el 1 de enero de 2013), cuando decidió que para reducir los índices de homicidios en Medellín, tenía que afrontar el tema de forma holística, no sólo contra los focos de violencia sino actuando preventivamente en las causas y en favor de las víctimas.
Parque Biblioteca España en Medellín
Esto implicaba entonces aplicar una economía de escala en una campaña de fumigación, vacunación, saneamiento y educación para combatir el dengue o la malaria, como hizo Luis Razetti en nuestro país. Eliminar el vector que lo causa, brindar protección a las posibles víctimas, eliminar las circunstancias que la pueden causar (como cauchos y materos viejos llenos de agua estancada o la deforestación que aumenta el calor y la humedad alargando la vida del mosquito) y enseñarle a los pobladores cómo reducir estos factores de riesgo. Similarmente con el VIH/SIDA con los preservativos, retrovirales, investigación en vacuna y campaña de educación sexual. Y Medellín venía de haber sido el feudo de Pablo Escobar Gavidia.
Parque Biblioteca Fernando Botero, Medellín
¿Y qué pasa con la inseguridad? Como con la malaria, el dengue, el chisme o el homicidio, es fundamental eliminar o aislar al culpable, pero allí no resuelves el problema al atacarlo al final y no antes de qué suceda. Piensa en Minority Report y el Departamento de Pre-Crimen: actuar previamente para eliminar las consecuencias de las muertas y los daños a terceros. En Medellín entendieron que para romper el círculo vicioso de la violencia había que actuar en sus raíces, pero al ser estas tan profundas y mezcladas con la pobreza, en vez de ponerse filósofos sobre si era primero el huevo o la gallina y que arrancarlas de golpe causaría grandes problemas y demasiado esfuerzo, decidieron actuar sobre ambas al mismo tiempo para que fuesen debilitándose.

El homicidio de Mónica Spears y su esposo Thomas Barry trajo un debate sobre cómo combatir la violencia criminal y la inseguridad ciudadana en Venezuela, trayendo las opciones de cadena perpetua y la pena de muerte a la palestra. Una venganza o justicia de "ojo por ojo" que ya Gandhi dijo que nos dejaría a todos ciegos. Confieso que me la había perdido cuando nació por estar de vacaciones, y al regresar directo a las clases de Lidera, escuchamos la opinión de Chuo Torrealba de Radar de los Barrios, que dijo que por medio del linchamiento, el enfrentamiento de bandas, el abuso de poder y la violencia carcelaria, ya la pena de muerte existía de facto en nuestro país.

Y en cambio, propuso que la respuesta es lo que sucedió en Medellín, pero para eso hacía falta una nueva clase política en el país, y que fue invitado por Capriles como asesor en ese tema -aunque no lo escucharon-, no era construir los mismos Parques-Biblioteca de Medellín, por ejemplo, pero sí pasaba por algo similar: rehabilitar los barrios para que pueda pasar el aseo urbano y la vigilancia policial, para que pudiesen resurgir los emprendedores populares y la economía local, mientras recomendaba a los activistas políticos estar todos los días en las comunidades, a veces sólo para escuchar. Ir a lo micro.
Parque Biblioteca Tomás Carrasquilla, Medellín
La charla nos sorprendió y voló la mente, tanto o más que la que trató de las investigaciones sobre la familia, el venezolano popular y el moderno del sociólogo Alejandro Moreno, que me mostró el asunto de los opuestos que explican el mundo a un nivel nacional: nos entendemos en la diferencia, en el este y oeste de Caracas, en el norte y sur de Maracay, en los andinos, maracuchos y orientales, -y qué más tarde se usó también para separarse políticamente en adecos, copeyanos y comunistas, y luego de distintas formas a partir de 1998- y en las formas en que nos describe la noruega que se vino a Barquisimeto de forma general: unos somos una gozadera desordenaba y afable, y los otros no se identifican con esa forma de ser, sintiéndose extranjeros, y es esa mezcla las que nos hace ser como somos.

Pero lo mejor, y lo que me brindó mayor luz, vino después. Fue algo similar a una charla TED y es la base de este artículo, cómo la epidemiología y la economía de escalas se aplica al desastre hospitalario , y que me permitió relacionarlo con el problema de la violencia. Y el método de Medellín, no es hacer lo QUE hicieron sino CÓMO lo hicieron. No era copiarse, sino aprender la visión para aplicar soluciones pertinentes según nuestra cultura, costumbres, síntomas, circunstancias y características.

Medellín, la más educada
En la ciudad colombiana, Fajardo y su equipo hicieron un mapa en que ubicó geográficamente los lugares de la ciudad donde sucedían los homicidios y esto arrojó que había 10 lugares precisos donde estos abundaban en demasía. Eran sus focos de infección, digamos, como sería el municipio Sifontes con el 95% de los casos de malaria de Venezuela. Identificó luego las formas del problema: reinsertados paramilitares que no habían encontrado trabajo y volvían a la delincuencia, falta de oportunidades para en las comunidades populares y falta de presencia del Estado. De forma similar, en el municipio bolivarense la deforestación (como sucedió en Brasil), la falta de atención primaria de salud y la minería -con sus consecuencias ambientales- como forma principal de trabajo. 

Entonces Fajardo hizo lo que implicaría un "cerco epidemiológico" mediante "fumigación" para eliminar vectores (delincuentes), y metió al Ejército en cinco de esos lugares que se habían identificado como los lugares con más homicidios por metro cuadrado de la ciudad. Pacificó el espacio, con los líderes comunitarios y la inteligencia policial ubicó a sus vectores (delincuentes) y "quirúrgicamente" los sacó, los judicializó y los sacó de las comunidades, en un pacto social con autoridades de los distintos poderes.

Luego hizo "vacunación", brindando ayuda psicológica y asesoría académica a los reinsertados que aún no habían entrado en el delito de nuevo y atendió a los "contagiados": las víctimas de la violencia que había dejado Escobar en los cerros de Medellín. Para el "saneamiento ambiental", aplicó lo que llamó "acupuntura urbana" o los PUI (proyectos urbanos integrales). En esos lugares que habían sido pacificados, usó la arquitectura para brindar mobiliario urbano y estructura a los barrios: puentes, parques infantiles, aceras, fachadas nuevas, que sirvieran para que la gente caminara, los niños jugaran, se comunicaran las comunidades y demás. Y transformó pequeños colegios, en malas condiciones, en inmensos centros educativos de varios pisos, dotaciones, mejores sueldos y un pacto con los maestros para mejorar los métodos y resultados.

Y en epicentro de estos centros pacificados, antes focos de homicidios y delitos, construyó inmensos Parques Biblioteca, con licitaciones públicas internacionales, que trajeron a los mejores del mundo a construir "lo más bello para los más pobres", y donde habían guaridas de malhechores, ahora había una sala de teatro, canchas deportivas, espacios comunitarios, salas de lectura, camerinos, que habían costado millones de dólares y de propiedad social, que se habían construido con la consulta pública a las comunidades, obreros de la zona, acompañamiento vecinal, inspección de las obras, apropiándose desde los planos y hasta socializándola cuando estuvo lista. Y desde 2008 hasta ahora no han recibido el más mínimo ataque de vandalismo, abriendo desde el 1 de enero al 31 de diciembre.

Hay más obras en estos PIU: jardines infantiles y bebetecas (concepto traído a la Biblioteca Los Palos Grandes en Chacao) para dar educación materno-infantil y oportunidad para que madres vayan a trabajar y estudiar, centros de emprendimiento para las ideas de negocios en las comunidades, centros policiales con iluminación periférica durante 24 horas con áreas verdes, canchas y espacios comunitarios, para que siempre exista gente entrando y saliendo de estas comisarias, así como el Cable Metro -que luego se hizo uno similar en Caracas aunque sin las prestaciones culturales aún listas en sus estaciones- y hasta escaleras mecánicas.

Desastre hospitalario en Venezuela
Aunque conocía cómo habían actuado en Medellín, siempre había quedado con la duda de cómo esto podría traerse a Caracas, reproducirse y rehacerse sin copiarnos, como bien ha dicho Fajardo, y fue la charla del doctor Gustavo Villasmil, director de Salud del Estado Miranda, el que me ayudó a entender, cuando en su charla habló del desastre hospitalario del país desde lo macro, lo meso y lo micro, y cómo el problema estaba, como dijo Chuo, en atender lo pequeño, desde abajo y no desde las burocracias, rígidas y estructuradas. Es decir, hace falta el policía de punto, en vez del operativo que viene desde afuera con el abuso. No es el colectivo armado, es el operativo especial como el "Plan Madrugonazo" que Torrealba denuncia que fue paralizado y sus autoridades destituidas.

Según el médico y funcionario público, actualmente en ejercicio, para la salud se destina 4.5% del presupuesto nacional más 6.500 millones de dólares para Barrio Adentro, según el informe de gestión de PDVSA 2011, aún con 65% de estos centros de atención primaria cerrados. Villasmil nos sorprendió al decirnos que de cada bolívar que invertía el Ejecutivo, la población invertía otro en salud de forma privada. El 25% más pobre del país consume el 67% de las medicinas. Principalmente comprando pastillas para el dolor, la inflamación o la disfunción eréctil. 

En el nivel meso, del presupuesto nacional, los gobiernos (también alcaldías y gobernaciones) gastan el 74.5% en hospitales, pero cerca del 90% se va en nómina, dejando a los centros de salud básicamente sin dinero para funcionar. Y lo tercero, más grave, en lo micro. El 40% de las camas de hospital en el país, están vacías durante todo el año. La explicación, desde la economía, el número Q: donde se interceptan las curvas de costos marginales con la de ingresos marginales, y en la explicación práctica, los números que reparten a las 3 de la mañana en un hospital para cierta consulta, y resulta de la cantidad de pacientes que la nómina cree que puede/debe atender por el sueldo que recibe. Metiendo en los costos no sólo el sueldo que reciben y su periodicidad, sino los riegos al hampa, la falta de insumos, las amenazas de delincuentes que entran en el medio de la noche a que atiendan a uno de los suyos, las guardias que se extienden porque el relevo nunca llegó y demás.

¿Y las camas vacías? Porque para atender a un paciente hace falta más que la cama clínica y el colchón, sino las rondas de médicos, enfermeros y especialistas. Es la enfermera que voltea el colchón porque ya atiende a 30 pacientes y no aguanta uno más. Es el especialista que se va del país porque le hacen una oferta mejor (incluyendo pagarle la Universidad a uno de sus hijos, un carro, la seguridad y demás). Es el pasante que luego de ver lo que pasa, desea abrir un consultorio privado, abrir un negocio de traje de baños o también, irse al exterior con mejores incentivos. E hizo referencia a la eficiencia de los hospitales llevados por congregaciones religiosas, desde EEUU hasta San Bernardino, en Caracas, porque quién dirige tiene motivaciones éticas y visiones menos gregarias en lo profesional.

La solución que propone Villasmil es un Medi-Ticket (similar al Obamacare) en que cada persona pueda ejercer su derecho constitucional a la salud usando la medicina privada, a veces especializada en equipos mediante altas inversiones, pero con dinero público (Fondo Mirandino de Salud), lo que saldría más barato, generaría competencia y mejores resultados (como demostró con la costosa y difícil transplante de hígado) y las cifras de operaciones realizadas en comparación con la administración anterior en la gobernación de Miranda en materia de salud, esta vez, incluyendo cirugía mayor. El resto del dinero puede ser invertido entonces en atención primaria: prevención antes que suceda.

Claro, está el debate sobre la Medicina Integral Comunitaria y el neoliberalismo, que Villasmil resolvió de esta manera: son menos costosos y por tanto, poseen intrínsecamente una expectativa menor que alguien que estudia 12 años para especializarse, pero su menos destreza profesional los hace inadecuados para resolver los grandes problemas de salud y no pueden hacer operaciones quirúrgicas complejas, como neurológicas o cardíacas. Funcionaron en Unión Soviética y Cuba -tras la persecucón y éxodo masivo, respectivamente- como los fumigadores de Razetti en Venezuela, para eliminar el mosquito pero no para atender transplantes de hígado, los cuales exhibe la gestión mirandina y ninguno la nacional, aseguró Villasmil.

¡Acupuntura y cirugía!
Mezclando los consejos comunitarios de Chuo, de acompañar a diario, de apoyar emprendimientos locales en los barrios y tomando la experiencia de Medellín de habilitar los barrios, unimos con el análisis macro, meso y micro, epidemiológico de Villasmil y su idea de financiar al enfermo en lugar de al hospital para tener más y mejores resultados (con adhocracias especializadas), recordamos que Torrealba decía que el Plan Patria Segura no hace nada en avenidas y centros comerciales, sino debe ir al foco, sacar quirúrgicamente el cáncer del narco y el pran, para que luego "fumigar" con mejoras urbanas específicas, inversión en educación y salud (a la persona necesitada para que todos tengan iguales oportunidades) y generando circunstancias para los nuevos negocios (sin hampa ni apagones eléctricos, señaló el activista comunitario) y aplicando la vacunación cultural mediante la arquitectura y el entendimiento vecinal, la consulta ciudadana y la participación.

La pena de muerte o la cadena perpetua mata algunos mosquitos pero no elimina el foco de infección y los factores de riesgo: pobreza, violencia, desigualdad, injusticia, miseria, malos servicios públicos, informalidad. Y es preferible la cirugía extractora, y la prevención que no permita nuevos vectores, como no tolerar las pequeñas faltas como violencia doméstica, destrucción de bienes públicos, riñas en la calle, botar basura, comerse la luz y evitar que estas infracciones escalen a lo violento mediante la impunidad.