03 enero 2015

Técnica Pomodoro contra la procrastinación: cómo llegué al cuadro de honor

Hace unos años estudié cuatro semestres de Ingeniería de Sistemas en la Universidad Nacional Abierta. Y logró ser el segundo mejor índice de la carrera aplicando las técnicas de estudio que enseñaban en su curso introductorio. La que más me gustó, la de recompensas en vez de castigos, me la he encontrado de nuevo con el nombre de "Técnica Pomodoro".

Es básicamente lo mismo y te funcionará para vencer la flojera, la procrastinación y seguir posponiendo lo que no deseas hacer. Por supuesto, esto hay que combinarlo con otras, pero es fundamental del éxito académico y laboral.

Inventada por Francesco Cirillo a finales de los años 1980, consiste en dividir tu horario de trabajo o estudio, o lo que sea que desees hacer, en bloques o períodos de 25 minutos. En ese tiempo, debes concentrarse y enfocarte completamente en la tarea a ejecutar sin ninguna distracción. Un truco esencial es identificar las posibles distracciones y cómo evitarlas.

Para algunos puede ser el teléfono, las personas a su alrededor o incluso el lugar o la hora en que se hacen algunas cosas. Por eso esta técnica puede ser más efectiva para estudiar, cuando puedes elegir dónde, cómo y cuándo hacerlo, y quizás menos efectivo cuando se trabaja con horario y sede física específicas.

Después de cada "pomodoro" -que es tomate en italiano y se parece a un reloj de cocina, de donde provino-, te puedes dar una "recompensa" de 5 minutos. Puedes hacer lo que desees en la computadora o escritorio, que no sea estudio ni trabajo. Tu mente se relaja, te puedes estirar si quieres, mirar a lo lejos para cuidar los ojos o hablar con alguien. Revisar tu Whatsapp, tuitear, lo que quieras.

Cuando cumplas con cuatro "pomodoros" entonces crece el premio, son 15 minutos y esta vez puedes levantarte y caminar. Hacer esto de forma escalable, es decir, que primero sólo te distraes en el mismo lugar y luego puedes alejarte, con respectivos descansos, va modelando la mente para enfocarse en el trabajo, en lograrlo para obtener el tiempo de relajación.

Esto ayuda también a jerarquizas prioridades. ¿Qué prefiero hacer primero, cuál sería la tarea ideal antes de los 15 minutos de descanso, cuáles serían las primeras cuatro? Nuevas preguntas pueden surgir además del orden establecido pero además sobre el ocio: ¿qué haré con mis 5 minutos, y con los 15? Empiezas a buscar calidad del trabajo y también del disfrute, no perder el tiempo sino realmente disfrutar al máximo. Además, aprendes cuándo te tardas en cada tarea o labor.
Reloj para medir los 25 minutos de enfoque y concentración
Cuadro de honor
Por supuesto, hay actividades que requieren planificación diaria, semanal o mensual. Y más que muchos bloques de 25 minutos. En mi caso, estudiar para los exámenes parciales. Aunque valía usar "Pomodoros", después de varios conjuntos de cuatro, había que recompensarme con algo más de 15 minutos para caminar.

Entonces elegí actividades que me gustaran muchísimo pero al mismo tiempo sintiera como importantísimas. Hace ya varios años, por supuesto, cuando no había conexión por teléfonos celulares, ni banda ancha móvil, pero mis recompensas fueron: conectarme a Internet e ir al cine.

Así, mi meta de estudiar dos horas diarias para los exámenes tenía como premio poder usar Internet en mi computadora. Esto terminó en un nuevo hábito. Me despertaba a las 4 de la mañana, como si fuese a trotar o hacer Yoga, para estudiar. Pero ganaba un momento de nula distracción: todos dormían, nadie llamaba por teléfono o llegaba de visita, ni había nada interesante que ver en la televisión ni que hacer fuera de casa. Era momento perfecto para estudiar.

Eso me brindó una herramienta súper poderosa. A las 6 de la mañana no sólo estaba despierto, sino que tenía todo el resto del día para trabajar, descansar, conectarme y sentir que ya había cumplido: tenía 2 horas de estudio encima.

Si lograba mis 10 horas semanales, entonces me iba al cine. Mi mente lo tomaba como pensamiento difuso, me ayudaba a aprender, me sentía premiado y valoraba mucho más esta actividad que antes daba por sentado, igual que usar Internet. Los premios me daban una nueva satisfacción sobre algo que antes pensaba que siempre podría hacer libremente. O con el libertinaje del que procrastinaba sus propios estudios.

Así obtuve altas notas en ingeniería de sistemas, aprendí a elegir mejores películas y usar más sabiamente el Internet, especialmente cuando me quedaba dormido y ese día quedaba offline...



1 comentario:

Habla, sé serio y organízate.