25 enero 2017

Hablemos de inseguridad: desde la partidización a la vulnerabilidad social


Nos hace falta la sanción moral, la que hace que la ley no sea letra muerta sino una costumbre social que se convierte en norma y no al revés. El homicidio está tipificado como delito con penas de cárcel, pero no basta para que no suceda, así como la pena de muerte no ha logrado reducir los índices de violencia en ninguno de los países donde se practica porque traía la venganza de los sobrevivientes dolidos porque el gobierno mató a su papá, hermano o tíos, según han encontrado estudios.
Campañas como "señalen al abusador" o Romualdo, en que todos reprobaban que alguien lanzara un papel en el suelo, se comiera la luz o rompiera las reglas de convivencia. Que "viralizando" alguna frase de moda permita rescatar el reclamo público que hoy se puede convertir en amenazas, golpizas o que usted se quede solo mientras los demás dejan pasar la falta de una mamá que no enseña a su hijo que no lance el papel por la ventana del autobús.
Pero sabemos que eso no basta. Hace falta la tolerancia cero a los infracciones: comerse la luz roja, estacionarse en la acera o sobre el rayado, caerse a golpes en la calle, dañar patrimonio público o cualquiera estipulado en la ley que se deja pasar porque "hay más urgencias" dando la señal de debilidad o inactividad del Estado.
Ni hablar de permitir invasiones, barrios y urbanizaciones sin patrullaje policial, que estos sean martilleros o simples delincuentes, que al corrupto no lo detengan ni castiguen. Que no se abra una investigación sobre Odebrecht es otro incentivo para seguir sobornando, recibiendo pagos "debajo de cuerda" y adueñarse de dineros públicos, dejando la obra a medio hacer (como el Estadio Iberoamericano de Atletismo en Maracay) o no terminarla nunca (como el saneamiento del río Guaire o la Planta de Pulpa y Papel Periódico).
Se ha hablado de recuperar al policía de punto, pero ¿quienes son los policías, cómo se seleccionan, quién los forma, qué pasa con quienes delinquen? A Freddy Bernal lo mandaron a repartir CLAP mientras intentaba expulsar a los malandros de las policías.
Ni hablar del miedo o apatía que tenemos para denunciar que nos robaron, secuestraron o trataron de extorsionar por teléfono o en la calle... ♫ el policía es malandro, el malandro es policía ♫ cantaba GCK hace años.
Y ahora que los Consejos Comunales -vencidos, objetados por sus vecinos y sin reelegirse- y las UBCH -figuras del PSUV- serán parte de los nuevos cuadrantes, usted sabe que elmayor delito será ser opositor. Como la reciente protesta en Guasimal porque no llegaron cajas del CLAP, que fue desechada porque uno de los líderes es un estudiante de la UPEL, que señalaron como dirigente de la oposición. Lo que es no escuchar las más de 500 protestas mensuales que registra el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.
Además, está el tema de la desigualdad, los grupos delictivos que hacen ofertas a quienes por pobreza, falta de oportunidades o educación son más vulnerables, la impunidad y retraso procesal, el descontrol carcelario y el sistema judicial.
No está fácil, pero una vez más: el plan principal debe pasar por escuchar a muchos, ONGs, Universidades, vecinos, gremios, empresarios, instituciones públicas, oposición, iglesias, equipos deportivos, cultores y artistas, y un largo etcétera.

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