Dejando atrás la electrónica industrial así como los órganos devocionales católicos, ahora Hayter eleva sus composiciones a la ópera contemporánea y su estilo de grabación se acerca más a las presentaciones en vivo, mezclando fuentes analógicas y digitales con instrumentación en vivo.
Su rango vocal se hace más grandioso, épico, reflexico y expansivo. Puede gemir, elevar su voz en un coro celestial, ensayar ópera místca o cánticos orientales, aturdir con shrieks agudos y hasta susurrar. Esto es especialmente patente en la canción "Fragant is my many flower flowered crown". Usando incluso canto de garganta, la artista ahora evoluciona mucho más hacia la revelación, aunque eso implique hablar de momentos en que ha sentido odio, miedo y desprecio por sí misma.
Justo después del tema más limpio y hermoso, vienen dos más donde vuelve a mezclar los gritos agudos a lo Diamanda Galas o cantantes de black metal con paredes de noise sucio, en los que varía entre lo místico y lo pagano, de soprano a punketa gótica, luz y sombra, demonios y ángeles. Guitarras distorsionadas, blast beasts de death metal y caos se entremezclan con sus cantos operásticos y órganos de iglesia.
En los claroscuros del disco también permanece la influencia del metal y el noise, así como la venganza violenta, el abuso de poder y el sadismo que hicieron famoso al sanguinario Calígula. Para esto ha invitado al maestro de noise, Sam McKinlay; al cantante Dylan Walker (de la banda de powerviolence Full of Hell), con quienes colaboró en su disco 2019, Weeping Choir; al baterista Lee Bufford de The Body (noise-metal experimental) y al cantante Mike Berdan de Uniform (industrial rock) para mostrar las horribles y caústicas voces de la maldad.
En "Sorrow! Sorrow! Sorrow!" vuelve a lo que hace girar la mayoría de los temas del disco: ópera contemporánea alternativa, una mezcla de voces líricas, trip hop, cánticos místicos -ya no sólo católicos u occidentales- y giros experimentales llenos de florituras y susurros con piano, cello y violín de acompañantes íntimos.
Casi al final del disco, junto a la vocalista Noraa Kaplan, se sumerge en un tema que mezcla ambas caras del disco, desde la suciedad distorsionada hasta las reflexiones acústicas, en que hay tiempo para meditar, cantar suavemente y odiarse sin estridencias. En "Spite Alone Holds Me Aloft" hay un juego casi perverso, un Yin Yang tan histriónico como hiriente, un reflejo de su propuesta musical.
Y así se despide. Con "I am the beast" (Yo soy la bestia). Con una feminismo cautivante, reberverado y monástico, arropado por las teclas y las cuerdas, que se deslizan minimalistas y detallistas, dejando escuchar incluso el rasgado de los dedos, para voltear los signficados. Ella ha dejado de ser una víctima, ha encarnado al victimario, se ha desnudado para aflorar oscuros pensamientos, ha viajado en el tiempo por medio de su voz y encontrado una nueva fe, donde sufrir, morir y llorar están bien vistos.
Escúchala aquí https://linguaignota.bandcamp.com/album/caligula