20 septiembre 2022

"Currents" de In Vain, del oscuro metal brutal a la psicodelia setentosa (con violines de apoyo)

La carrera de la banda noruega In Vain es sorprendente. Desarrollando un estilo de black/death progresivo han sabido combinar magistralmente los riffs del sonido melódico nórdico, las voces líricas y los pasajes de guitarras acústicas con lo caústico de los gritos guturales y la brutal rapidez del metal más oscuro. En placa "Currents" (2018) que edita Indie Recordings, sorprenden a ambos mundos con un disco conciso, sin aspavientos, directo, brutal y al mismo tiempo, psicodélico y orquestal.

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El disco cuenta con el baterista Baard Kolstad (Leprous, ICS Vortex, Bornagar, Ihsahn, Solefald) y el cantante Matt Heafy (de Trivium e invitado por Insahn y Sigh para romper la barrera de géneros) de invitados, provocando que el disco pueda moverse cómodamente por distintos géneros. Su primer tema te puede recordar a un Machine Head con esteroides pero manteniendo lo melódico mientras el disco gira desde la mezcla de rock progresivo y death metal como el "Blackwater Park" de Opeth hasta los experimentos más extraños de Solefald pero con la potencia malvada de la vieja escuela del sonido de Gruesome o Grave.

Para lograr estas mezclas tienen invitados que interpretan con viola, violín, un teclado Hammond, un saxofón o un cello para darle atmósferas académicas pero, y aquí la diferencia, sin elevarse a temas larguísimos ni momentos grandilocuentes como Haggard o las bandas sinfónicas holandesas, sino cada quien en su puesto para que el disco muestre todo su repertorio, en que se la psicodelia da espacio al black/death feroz (y viceversa) mientras su cantante Sindre Nedland hace gala, junto a sus invitados, en las voces ásperas y limpias.

La mejor de hacerse una idea es con uno de sus temas, Blood We Shed, de los más representativos. En sus seis minutos, se inicia como un disco de metal europeo old-school que recurre a sus influencias de Unleashed, para entonces empezar a jugar con un fraseo de metalcore y guitarras alternativas, teclados a lo Pink Floyd de fondo y entonces un coro épico de voces líricas que sigue hasta canto a capella con cuerdas al fondo. ¿Cómo pasó esto? Pues desde el minuto 4:30 empieza a hacer el recorrido contrario, oscureciéndose hasta terminal en un profundo abismo de oscuridad con desgarradores gritos sin fondo musical.

19 septiembre 2022

"Unsung Prophets & Dead Messiahs" de Orphaned Land: rock progresivo orquestal israelí

El año 2018 inició con el impresionante "Unsung Prophets & Dead Messiahs" de Orphaned Land, los israelíes que desde 1991 son grandes exponentes del folk metal mezclando el death melódico, los violines, la percusión árabe y los cánticos folclóricos de Medio Oriente con el rock progresivo.

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Después de cinco placas en que demostraron su versatilidad, virtuosismo, dinamismo y originalidad, se tomaron un lustro para un disco conceptual, en el cual usan distintas referencias al engaño en el que podemos ser sometidos los seres humanos para vivir en un mundo de sometimiento y desvarío. Por eso las letras giran en temas que van de la caverna de Platón a una cita del libro 1984 de George Orwell e incluso del chileno Víctor Jara (con un coro en español el último tema del disco "The Manifest"), aunque mi favorito es "In Propaganda", en los cuales se suman coros épicos (ejecutados por Hell Score) a la mezcla.

Orphaned Land alcanza este punto tan alto tras haber perdido a su principal guitarrista, Yossi Sassi, pero el tiempo que se tomaron para componer unos temas majestuosos, que van desde el post-rock atmósferico de Porcupine Tree y el folk metal que toma elementos musicales de las bodas griegas y los festejos judíos, además de las voces femeninas orquestales y los arreglos orquestales, mientras también apelan a las melodías extremas con mucho mayor uso de la voz gutural que antes, que permiten soñar con giras conjuntas con Therion y Septicflesh.

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Los invitados le suman a esta nueva banda que se presenta como progresiva-oriental-extrema-orquestal. Steve Hackett (Genesis), Tomas Lindberg (At The Gates) y Hansi Kürsch (Blind Guardian). Esto afianza a una agrupación que además de atreverse a retar paradigmas religiosos, musicales y políticos, también da un salto cuántico en la calidad de sus discos, apelando a su historia como banda para mostrarse como una perla brillante y oscura.

16 septiembre 2022

El sueño de Kiribati

Siempre he preferido los vuelos con muchas escalas. Me emociona esto de conocer diversos aeropuertos, detenerme en países intermedios y volar, volar mucho más, que además implica pagar menos. Lo que para otros es molestia, para mí es delicia, pasar más tiempo en el aire, en tránsito, demorarme en llegar, tomarme el recorrido como destino.

Así que para llegar a South Tarawa viajaría desde Bogotá a Ciudad de México, de allí Miami, San Francisco y Honolulú, cruzaría el Pacífico hasta Nadi, en Fiji y finalmente a la capital de Kiribati. Por lo menos, quizás es posible pararse más veces.

Kiribati es uno de esos lugares paradisíacos con chozas de techo de palma unidas por un delgado pero largo muelle de madera. Una de esas postales casi oníricas del turismo de lujo que simula ser sencillo, donde esos turistas digitales están vestidos de blanco con columpios dentro del agua y langostas que modelan para la cámara rodeado de piñas, cocos y mariscos exquisitos. Indiscutiblemente todas las telas son blancas, fulgurantes y límpidas como conchas de mar.

El reto era apremiante, aunque me tomaría todo mi tiempo para llegar, cada día que no voy es urgente. El aumento del mar se está devorando los 33 atolones a mordisquitos diarios como si lo hiciera un bebé Cthulhu patrocinado por petroleras y billonarios rellenos de fake news.

Pero no vine a hablar de ciencia, política, periodismo o mitología, aunque me encantaría escuchar de oceanografía, de demografía con sus 15 lenguas de 13 grupos étnicos y claro, de gastronomía, de ese país inmenso pero apenas terrestre.

Un día -debería decir una noche- que terminé mis lecciones de un curso de periodismo y Cambio Climático nos sugirieron leer un artículo de 2013 que hablaba del presidente de Kiribati luchando contra la subida del nivel del mar sobre su país, desconocido, lejano y curioso por varias razones, como ser el único en estar en los cuatro hemisferios, tener tres husos horarios y ser el primer lugar de la Tierra -aunque todos veamos a Australia en la televisión- en que llega el 1 de enero.

Sin embargo, algo más sencillo, universal, catódico, ardiente, sudoroso y sensual me atrae también de este lugar. Fútbol.

Kiribati no es parte de la FIFA, jamás ha ganado un juego oficial desde su nacimiento como país y equipo, en 1979. Tampoco su equipo femenino. Su estadio nacional no tiene grama, sino arena, por lo que jamás han podido jugar como locales.

Y se está hundiendo. Cuando cumplían dos décadas de existencia independiente como nación soberana, dos de sus islas, afortunadamente deshabitadas, quedaron bajo las aguas. Y su estadio nacional está apenas a 10 metros sobre el nivel del mar.

Eso no ha impedido que continúen con sus aspiraciones. El sueño futbolístico de Kiribati pasa por terminar de reconstruir su estadio para que sea aprobado por la FIFA para finalmente jugar de locales de forma internacional. Desde 2019 están en obras.

En Kiribati tienen un campeonato nacional con más de 20 equipos, y a pesar de ser eternamente perdedores siempre organizan o son parte de copas regionales en las que pequeñas naciones oceánicas y micronesias compiten entre sí, a pesar de lo elusivo del gol y la persecución del mar sobre todas ellas.

Kiribati apenas ha puesto el balón en arco ajeno siete veces en su historia internacional, y es también conocido por ser el primer país que podría desaparecer por los efectos de las emisiones de gases contaminantes. Y aunque soñé que era parte de un esquema de engaño a los pueblos indígenas para construir un estadio que salvara de la ruina a una quebrada empresa turística, no fue una visión apocalíptica ni acertada.

En ese país hay dos aeropuertos internacionales. No me importaría llegar a cualquiera de los dos pero estar allí, y ser parte de sus sueños de ganar el partido más importante, el de la supervivencia existencial, para seguir jugando fútbol.

13 septiembre 2022

Música imaginaria del futuro: Pre-posthumous demo — Klingon Former Painter

El año 2042 empieza muy bien. El viernes 7 de enero se publicó el primer demo de la banda Klingon Former Baby, de origen geográfico no especificado, junto al NFT de la instalación muralista 3D correspondiente al lanzamiento, que sirve como complemento de Realidad Virtual Profunda de la música. Durante 35 minutos es posible escuchar elaborados riffs de metal progresivo acompañados de sección rítmica de big band jazz, pero sobre un lienzo de varias sutiles capas de mashups de folk japonés y celta. El resultado es evocador y cerebral, un baile elucubrador entre la precisión física y la sensualidad del ruido.

Eso permite dos lecturas, como las de la obra plástica adherida, una principal que incluye rabiosas formas de d-beat, black metal psicodélico, blues tradicional y new wave bajo la premisa del rock/metal, más atmósferas que cubren espacios que antes llenaban orquestas, sintetizadores y teclados, en que la pinacoteca de historia del arte completa con las curiosidades de un DJ con maestría en investigación forense de viejos formatos de registro sónico, como discos viniles, cassettes y cintas magnéticas.

Así que el “Pre-posthumous demo” muestras las obsesiones de un colectivo artístico-musical amante de grabaciones de viejas canciones tradicionales de Asia y Europa con recuerdos vintage de diversas épocas: desde las guitarras de los primeros afroamericanos precursores del rock and roll, pasando por la decadencia de los 1980 hasta terminar por el elaborado metal de los 2020, que se llenó de experimentación, técnicas y osadías impensables por los creadores del género.