04 febrero 2013

Entrevista: Érika tipo Eva´s.


Me quedé con las ganas. Un atasco insalvable en la autopista no permitió que llegáramos a tiempo para entrevistarla una hora antes de su programa. Pero el imprevisto nos demostró que Érika de La Vega es graciosa y diligente hasta por mensajes de texto. Es tan afable, cómica y cercana como parece en radio y televisión.

Regresará con Érika Tipo 11 en marzo con un temporada que terminará en agosto como el año pasado y ya prepara un monólogo en vivo, mientras supo reírse (y hacer reír) en Twitter con su etiqueta #ErikaTipoPrimeraDama (“Mi pareja entendió y era mejor voltear la tortilla porque si me ponía brava iba a ser muy duro”) cuando los tuiteros le hacían bromas muy en serio con su expareja por seis años, Henrique Capriles Radonski, a quien presentó en su inscripción presidencial.

Por el hilo telefónico, la no-hija de El Zorro (como dice su biografía en Twitter) confesó que es un desastre con las manos. “No dibujo bonito, si pinto me queda feo, no sé recortar por la raya y no sé cocinar nada, si hago un sándwich se me quema por los lados. Con Matías me concentro, pero trato de dejarlo hacer sus figuritas solo para no macharle el cuaderno. “Creo que Matías va por el mismo camino, pero todavía no se lo digan”.

Así de hilarante fue durante toda la conversación. “No tengo ningún interés en aprender a cocinar, así que agradezco que mi pareja sabe y le gusta, por eso me salvo”. De La Vega también escapó del chisme, pues al casarse tras cinco años de relación, cuando Matías ya tenía cuatro, sorprendió a todos al no vender las fotos ni transmitir la boda, ni la fiesta, y sorprendiendo a quienes aseguraban que ya estaba casada. “Respeto las creencias de los demás, yo me tomé todo el tiempo que necesitaba para reflexionar, con cinco años de convivencia, para casarme. Hay quienes lo hacen a los seis meses”.

Cuando nadie la ve
La hemos visto y reír constantemente, pero a la locutora le roba la carcajada la sorpresa. “Si me dicen: te voy a contar un chiste, ya no me río”. Confiesa además, que cuando no está frente al micrófono o la cámara, está viendo televisión o escuchando radio. “Soy una incansable consumidora de los medios donde trabajo. No importa si el programa no me gusta, me sirve para saber lo que nunca haría o diría. Yo veo todo”.

Se declara detallista y pensadora, condición que considera indispensable en el medio. “Cuando me pasa algo, medito de una vez cómo lo puedo llevar a la radio o la televisión. Pienso que puede ser una sección o un monólogo”, dice inspirada. “Y la vida te da tanto material a diario”, bromea suspirando.

Detrás de sus tweets, artículos, guiones de radio y producción están tres creativos, más la productora y un total de once personas involucradas en el set. “Ojalá tuviese diez guionistas más, porque siempre queremos tener todos los recursos para hacer las cosas. Pero qué curioso, los venezolanos nos sentimos orgullosos de hacer las cosas con las uñas. Sí, mucha gente me ayuda a hacer todo lo que hago. La Mujer Maravilla es una sola y además, estaba en un trajebañito”.

“Nos reunimos con las ideas, preguntamos quién la desarrolla, todos colaboran y comparten, quizás por eso disfrutamos tanto este trabajo. Cuando todo está listo, lo leo todo y es la etapa de corrección, y como trabajo con tres hombres, a veces debo cambiarle la perspectiva completa a como lo ven las mujeres. Pensamos luego en qué queremos decir, quizás no un mensaje, sino cómo hacerlo para pasarla bien”.

Érika lo señala como un secreto del éxito: todos aportan, disfrutan el proceso creativo, y cuando alimentas el programa, menos gente se aburre al verlo. Sin otras voces, nos paramos, nos acostumbramos y hay poca renovación.

La vida que merezco
Érika quisiera volver a ser ama de casa: “ir a la peluquería, ponerme un vestido nuevo y esperar a mi esposo con la cena y una copa de martini”, dice onírica. “Creo que las mujeres somos culpables de ese punto de no retorno, nos hemos quitado ese regreso con el afán de ser exitosas. Yo quiero volver al hogar”, revela entre carcajadas.

“No soy feminista, al contrario. Creo que las mujeres nos tenemos que ayudar y que el hombre ayude en la casa es un gran logro. Nos hemos ganado nuestros derechos. No soy tan apasionada con esos temas, por eso abrí una página web –que hice con AnalíticaCom- para desenmascararnos y contar cómo de verdad pensamos, para que los hombres sepan cómo lo vemos nosotras. Hemos sido tan celosas con nuestro punto de vista, que a veces negamos nuestra forma de pensar con tal de no mostrarlo”.

Cosa más grande
Su papá, su mamá, su tía, sus primos, sus abuelos, y toda su familia es cubana. Ella es la única nacida en Venezuela. Por tanto, sus costumbres son distintas y en Navidad en lugar de hallacas, come pernil, con yuca y mojito. “Siempre me he sentido cubana, y por las historias escuchadas desde pequeñita, de cómo salieron de la isla, defiendo fuertemente la libertad. Quizás por eso puedo ser un poco agresiva, porque lo he visto de cerca, pero me siento afortunada de no haber vivido lo que le tocó a mis padres”.

“Siempre he estado en contra que millones de familias se hayan dividido y sufrido por la voluntad de una sola persona. Además (dice bajando un poco la voz), mi papá dice que un solo comunismo en la vida”.

¡Qué belleza!
Aunque ahora anuncia productos de belleza y salió despampanante en Maxim, cuando empezó su carrera en la radio era rebelde. “Me comparaba con Daniela Kosan y Chiquinquirá Delgado, y me convencí que todo lo lograría con el cerebro,  hablando mejor, porque había muchas mujeres bellas. Era un rollo intelectual, quería que todo me llegara por allí. Leí, estudiaba, para demostrar que era inteligente y que con un jeans, botas y un suéter podría lograrlo todo”.

El tiempo se encargó de darle perspectiva y otros sueños, y que había que tener ambas cosas. Intelecto y buen físico. “Supe que para llegar a metas como LatinAmerican Idol, si me veía mejor físicamente, podría llegar. Así que me cayó la locha, hice ejercicio, dieta, me peiné mejor, y supe que si sabía hablar, tendría cerebro y me veía bien, iba a quedar. Y de allí salieron muchas cosas buenas”.

“Así que le bajé dos, me esforcé, maduré y entendí que podía seguir siendo ir tenía que hacer sacrificios como alimentarme mejor y hacer ejercicio siempre. El tiempo te ayuda con esto, sino andaría todavía con esas curvas redondísimas que tenía”. Cada pregunta y respuesta, viene con una andanada de risas.

Los otros de ella
Luis Chataing, Henrique Lazo y Ana María Simon son de sus mejores amigos, a quienes atribuye no tener ningún momento “menos bueno que otros” y ser excelentes compañeros de trabajo. “De Luis aprendí mucho de trabajar con los medios, me dio nociones para hacer las cosas distintas, sin caer en el estereotipo y aún así tener éxito”. “Con Lazo aprendí mucho, le era sincera: estoy falla en arte o en historia, y me enseñaba como un maestro. Además, es del tipo de amigo que acepta acompañarte a Güiria a buscar un pedido de galletas para tu mamá y Ana se parece mucho a mí, no es de las amigas sensibles que te reclama porque no las llamas, es cero pasional”.

* Originalmente publicado en el suplemento dominical Eva´s del Diario El Siglo de Maracay el domingo 3 de febrero de 2013.

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