10 junio 2013

¿Por qué bebemos más en Venezuela? + Infografías

* Nuestro espíritu alegre, bromista y algo irresponsable podría creerse como la causa de ser los primeros en consumo de alcohol en el continente, pero la falta de sanciones sociales y legales empujan a un comportamiento del que nos hacemos extrañamente orgullosos


Un reciente estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), organización con sede en Costa Rica, presentado en Ginebra, presentó cifras sobre la frecuencia de consumidores de alcohol en el continente, cantidad de etanol puro consumo y la ingesta excesiva de alcohol, según cálculos de la ONU, para nueve países de nuestro continente, revelando datos además sobre grupos de edad, sexo y condición socioeconómica.

En primer lugar, y en contra de muchas creencias, se determinó que en promedio, bebemos mucho menos y hasta con prudencia en Latinoamérica con respecto a Estados Unidos, Canadá y Europa. Con ejemplos muy destacables como El Salvador, donde 38.9% de los ciudadanos de ese país se declaran abstemios, que no beben nunca alcohol. En México y Nicaragua también hay alto índice que no bebedores: 29.1% y 23.1%. El promedio para la región (que no incluyó a Chile y Argentina, altos consumidores de vino) es de 15% de personas que jamás lo han consumido, lo que para la organización rompe un mito que asegura que todos los hacen.
Consumo de alcohol en mayores de 15 años
En el informe destacamos en Venezuela en tres renglones: mayor cantidad de personas que liban bebidas espirituosas, un altísimo 83%, el mayor consumo de alcohol puro (lo que depende de la bebida consumida y que aumenta con las más fuertes, y es más baja con la cerveza) con 8.9 litros por persona al año y además, la mayor cantidad de personas que ingieren más de cinco copas al menos una vez a la semana, considerada una dosis excesiva por la ONU, y que en el país se ubica en el 20.6% de los habitantes.
 
Somos superados en cantidad de abstemios por Colombia, República Dominicana y Perú respectivamente, con 4.2% 5.6% y 6.2% de los ciudadanos. El 6.7% de los venezolanos nunca beben alcohol. La encuesta, debe aclararse, es para personas entre 18 y 65 años, y fue pagada –aunque aseguran en FLACSO que no influenciada- por Cerveceros Latinoamericanos, una asociación que reúne a los productores de la espumosas de todo el continente.
 
Mujeres se unen
El aumento del consumo en Latinoamérica viene empujado, aunque en bajas cantidades, por el ingreso de las mujeres en el mercado. Pero ellas sólo beben 2.3 litros de alcohol puro al año, mientras los hombres alcanzan los 8,9 litros, el mismo promedio en Venezuela –incluyendo ambo sexos-, lo que lleva a una conclusión simple. En nuestro país en general bebemos tanto como la población masculina del continente, lo que implica que el hombre venezolano bebe aún mucho más que el latinoamericano promedio.

Más educación, más alcohol
Carlos Sojo, investigador de FLACSO que presentó el informe, reveló que se consume más entre los 25 y 34 años, y esto aumenta con el nivel socioeconómico y educativo. Se derriba el mito que el pobre bebe mucho más, aunque habría que considerar el tipo de bebida, su grado alcohólico y la cantidad de dinero disponible para eso.

Ingesta excesiva
A fin de cuantificar el uso nocivo de alcohol en América Latina, el estudio utiliza tres indicadores básicos: 1) riesgo de largo plazo según consumo promedio de etanol diario; 2) ingesta excesiva ocasional (binge drinking) definida a partir de al menos una ocasión de consumo de 5 tragos o más por semana y 3) nivel IV Alcohol Use Disorders Identification Test, (por sus siglas en inglés), examen de diagnóstico médico desarrollado por la OMS cuyo propósito es identificar personas con patrones de consumo de alcohol peligroso y dañino.

El estudio arroja que el 9.5% de los latinos exceden el parámetro de la ONU sobre ingesta excesiva, que serían 60 gramos para los hombres y 40 gramos para las mujeres, equivalente a 4 o 5 copas al menos por semana. Entre los bebedores este índice sube al 15% de los mismos. 22% de los hombres bebedores de alcohol y sólo el 6% de las mujeres. En caso de “casos de dependencia que requieren ayuda médica” es el 5% de quienes lo consumen.

Cerveceros Latinoamericanos asegura que pagó el estudio para enfocar políticas públicas en los 18 países donde tienen fabricantes con tres objetivos: respetar a los que no beben, moderar el consumo excesivo y buscar el no consumo en grupos sensibles.
 
Psicología nuestra
María Angélica Alvarado, psicóloga clínica egresada de la Universidad Bicentenaria de Aragua, profesora de esta institución y haciendo una suplencia en las consultas en el Centro Cardiológico Bolivariano de Aragua, nos vertió luz sobre las causas que llevan al venezolano a beber mucho más que el Brasil de las favelas y la Colombia de la violencia por la guerrilla. Señala que inicialmente es una cuestión cultural. La mayoría de nuestras celebraciones están relacionadas con el alcohol, además de la presión social sobre los jóvenes para ser aceptados en grupos y finalmente, la inexistencia de sanciones en las instituciones y la familia sobre el consumo de alcohol, incluso excesivo, crean una impunidad que alienta la repetición del comportamiento.

“En el Servicio Comunitario durante mi época de estudiantes, encontramos niños de entre 12 a 15 años con experiencias de borracheras de ellos y sus amigos, y al preguntarnos sobre sus representantes, podemos entender que son los adultos quienes organizan las fiestas y propician estos comportamientos, cuando el padre muestra orgulloso la primera rasca del hijo y la mamá cuenta como memorable la primera sopita de pollo del hijo enratonado”.

“No hay sanciones, pues el rol de la familia como ente de la sociedad se ha roto muchísimo y la figura de autoridad se ha fracturado, lo mismo sucede con el cigarrillo y otras drogas, ha bajado la edad de iniciación”, revela Alvarado, también miembro de la Sociedad Venezuela de Psicología para la Salud.

La especialista insistió que son conductas que son enseñadas, promovidas, y que difieren de lo que sucede cuando es uno de los padres quien es alcohólico. “Hay casos de imitación pero también de rechazo por el mal ejemplo de ridículo o comportamiento molesto, es más propenso cuando te alientan y celebran, cuando no hay consecuencias de tus acciones. Entonces el niño crece, y también lo enseña a sus hijos, en un círculo vicioso. El sistema de valores no fue reforzado en nuestra sociedad venezolano, por lo que somos cómplices de lo que sucede”.

Sobre el mayor consumo en niveles educativos y socioeconómicos mayores, la psicóloga señala la mayor cantidad de almuerzos y reuniones de negocios, muchas relacionadas con alcohol, y la prioridad de gasto en alimentación entre los que poseen mayor ingreso, pero desestima que exista relación entre lo socioeconómico y el consumo de alcohol. “Las causas son muy diversas: un duelo no terminado, llamar la atención de la familia o soledad, cada individuo es un caso particular”.

“La igualdad de género, que llevó a las mujeres a mayores papeles laborales y sociales la enfrentó además al riesgo de más presión social y a adoptar hábitos más masculinos, como el consumo de alcohol y su exceso también, para la inserción en estos campos donde estaba emergiendo, pero al mismo tiempo hay más casos de mujeres hipertensas y diabéticas por lo mismo”.

La falta de reglas es una constante en la disertación de la experta. “Las leyes en Venezuela no penan el consumo público de alcohol, mientras no hay sanción moral de la sociedad. Vemos que cuando se decreta una Ley Seca, se acuden a ciertas licorerías que violan esta norma, pero no les pasa nada, siguen funcionando regularmente, por lo que repiten constantemente este comportamiento. El ciudadano toma esto como ejemplo, en una cultura de impunidad”.

“Tenemos una realidad incómoda, como dice Al Gore, y es que tenemos una cultura que enseña a beber, que no lo castiga socialmente ni jurídicamente, y que envuelve una repetición de la conducta, en un país que está en pleno aprendizaje”, reflexiona Alvarado.

Felicidad aparente
“Como el ridículo, la felicidad es un aspecto muy social, que varía entre cada persona, de esta forma, medirlo puede ser muy difícil”, responde la psicóloga ante la reciente encuesta que nos encumbra una vez más como quienes están más contentos con la vida que tenemos en el mundo. “El venezolano es reticente, más que feliz, nos reímos de nuestros problema como mecanismo de defensa para no preocuparnos por nuestros problemas, los evadimos. Pero la felicidad es algo muy subjetivo, que incluso sería irresponsable de definir”.

Tener una familia, estabilidad económica y laboral puede ser la felicidad para algunos, pero para otros puede ser la fama, salir de los problemas o alcanzar el éxito deportivo, incluso señala la terapeuta que para algunos es una actitud de vida: “soy feliz no importan las circunstancias, pero definitivamente depende de la personalidad, por eso cuando estudiamos el caso de un paciente, debemos saber de donde viene, cuáles han sido sus experiencias, las circunstancias que lo envuelven, cómo fue criado”.