* La presencia de estos metales pesados en el organismo son altamente
perjudiciales, alterando el funcionamiento de los distintos órganos. Una
investigadora aragüeña ha determinado su presencia en docentes y chóferes en
una parroquia de Maracay.
Oficialmente, el Ministerio del
Ambiente admite que en el agua que consumimos hay trazas de aluminio y cloro, pero en cantidades mínimas. Sin embargo, estos metales, al igual que
el plomo, son bioacumulativos, por lo que se distribuyen uniformemente por el
cuerpo humano y no se expulsan naturalmente, por lo que su exposición por
largos períodos de tiempo a pequeñas cantidades provocaría intoxicaciones
crónicas.
Las consecuencias por la presencia de toxinas y metales pesados en el agua no han sido abiertamente discutidas, pero que
muchos investigadores relacionan con patologías tan diversas como cáncer de
colón, Alzheimer y discapacidades intelectuales en los niños como Asperger,
retraso mental y autismo. Pero además, estos metales pueden llegar por diversas
vías a la atmósfera, y de allí a nuestros pulmones.
Los incendios espontáneos
producidos por la incorrecta disposición de la basura (especialmente desechos
industriales, electrónicos y domésticos como las baterías y pilas) en
vertederos a cielo abierto, y el uso de combustibles fósiles como la gasolina
en los vehículos son algunas de las fuentes de estos metales. Los vertidos de desechos
industriales y fertilizantes agroindustriales, las fundiciones, la minería y la
quema de residuos sólidos son otras fuentes de emisión de mercurio al suelo,
agua y aire.
La investigadora Lesly Garboza midió
la presencia de estos metales, que naturalmente no deben estar en el cuerpo
humano, mediante exámenes de sangre en docentes de las instituciones educativas
públicas ubicadas en la parroquia Joaquín Crespo donde es responsable del Programa
de Investigación Ambiental Social, Sistema Ruta Ambiental, de clasificación de
residuos sólidos, y los chóferes de la
Línea de Transporte Colectivo Unión San Agustín, la cual se
encuentra en la Urb. Girardot,
dentro de esta jurisdicción.
Sus resultados fueron
inequívocos. Aunque las emisiones de gases de los vehículos de transporte
colectivo que presta el servicio en la localidad y sus resultados fueron
inferiores a los limites de emisión fijadas en el decreto 2.673 del 19 de agosto de 1998, encontró que todos los participantes poseían cantidades de
plomo y mercurio en su sangre, por lo que requerían atención médica inmediata
para minimizar la presencia de éstos en el organismo para reducir daños en el
sistema nervioso, funciones del cerebro, daño al ADN y cromosomas, daño en el
esperma y defectos congénitos.
De acuerdo a los valores
referenciales para la investigación, un ser humano expuesto al mercurio puede
tolerar hasta 5ug/dl y el no expuesto directamente hasta 2ug/dl. Mientras con el plomo, para un adulto
expuesto su resultado deben ser menor de 35ug/dl y el no expuesto menor de
20ug/dl. Los exámenes mostraron que entres los ciento cincuenta participantes,
los valores máximos fueron 13,8 ug/dl en plomo y 0,8 ug/dl en mercurio, debajo
de los niveles que se consideran que podrían ser letales.
Partículas aéreas
Otra de las formas de medir la
calidad de agua es la cantidad de partículas por metro cúbico, y especialmente
las PM10, las que miden menos de 10 micras y más de 2.5 micras, considerando
esta medida la centésima parte de un milímetro. Estas pueden ser de polvo,
cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, incluyendo silicatos y
aluminatos, así como metales pesados como el plomo o el mercurio. Es lo que
hace que el cielo o el aire se vean sucios.
Daños a los pulmones, corazón y
vías respiratorias, así como cáncer por la presencia de metales pesados, son de
las principales consecuencias de las partículas suspendidas en el aire. El
estándar de limpieza del aire considera que una cantidad mayor a 20 microgramos
por metro cúbico (ug/m3) .
Según la Organización Mundial
de la Salud, se
estima que la contaminación del aire causa alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo
el mundo, la mayoría en los países en desarrollo. Casi la mitad de esas muertes
se deben a neumonías en menores de 5 años. Pero además, produce 1,3 millones de
muertes no prematuras al año, que afectan de forma desproporcionada a quienes
viven en países de ingresos medios.
La exposición a los contaminantes
atmosféricos está en gran medida fuera del control personal y requiere medidas
de las autoridades públicas a nivel nacional, regional e internacional. La
institución publicó unas Guías de calidad de aire, que señalan que una
reducción de la contaminación por partículas (PM10) de 70 a 20 ug/m2 permite reducir
en aproximadamente un 15% las muertes relacionadas con la calidad del aire.
En Venezuela, y según cifras del
Instituto Nacional de Estadísticas, la cantidad de PM10 es de 43,7 ug/m3 de PM10
en Maracay. El cuadro “Concentración promedio anual de partículas totalessuspendidas (PM10) en el aire, según ciudad, 2007 – 2008”, muestra tres tomas de
aire en la ciudad, en PoliAragua, CC Maracay Plaza y Base Aérea Meteorológica,
mostrando al instituto policial con una lectura idéntica de 49 mg/m3, mientras
una mejora considerable en las otras dos tomas, de 59 a 40 en el Centro Comercial
(cerca de las antiguas empresas textiles) y de 51 a 42 en la BAM.
Estas medidas están por encima
del promedio recomendado por la
OMS: 20 ug/m3, para una ciudad: 30 ug/m3 y el estándar de
2005 en Estados Unidos, de 40 ug/m3.
Según estas mismas estadísticas,
el aire más limpio hasta 2007 está cerca de las empresas de la CVG al sur del país (oscilando
entre 25 y 31 ug/m3), y el más sucio está en Barcelona/Puerto La Cruz con 61 ug/m3, el triple
de lo recomendado internacionalmente.
Soluciones verdes
Entre las medidas que se pueden
tomar para reducir la presencia de metales pesados y partículas suspendidas en
el ambiente está la clasificación de residuos sólidos para su reciclaje, usando
además rellenos sanitarios y plantas de transferencia en lugar de vertederos de
basura, lo cual eliminará lixiviados en los suelos y aguas, e incendios.
Para reducir los elementos
nocivos existentes en el aire, los techos verdes y jardines horizontales, en
los cuales áreas verdes en azoteas y paredes de edificios absorben los metales
pesados dejándolos en el sustrato y las partículas de polvo, mientras al mismo
tiempo reducen 40% del calor de las edificaciones, eliminan el efecto “isla de
calor” y absorben 80% del agua de lluvia.
La ONG Tierra Viva ha
encontrado que de los 280 vertederos a cielo abierto que debieron cerrarse por
la nueva Ley Integral de Basura de diciembre de 2010, sólo lo han hecho 6. Para
allá van 20 toneladas de basura que producimos diariamente en Venezuela.
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