17 años después:
El policía es malandro, el malandro es policía.
Los corruptos gobiernan, los ladrones mandan, las cárceles son mafias.
La leche está más cara que la marihuana, la medicina que la cocaína.
De “comer perrarina” a mascotas que no comen en tres días.
No hay mango verde ni que caiga en el piso. Todos se venden, regalarlo es amor.
Todos culpan al gobierno, y no creen en la oposición. La antipolítica tiene nueva cara.
El que no trabaja no come, el que trabaja, a veces.
Los hospitales no tienen medicinas.
Si no te roban el celular, andas con uno con la pantalla partida, desde el 2014.
Se fue la luz, se cayó el Internet, en la televisión se ve una partecita de la vida, el resto te llega por mensaje mientras haces la cola.
No ha llegado la invasión pero allí está, cuidado, mosca, ahora sí.
Tenemos la inflación de Caldera-II (dicen ellos) y el desempleo del final de CAP-II (a según). Qué vaina con las segundas partes.
La PNB secuestra, el CICPC tortura y volvieron los grupos de exterminio en los barrios, el pobre tiene cara de culpable por lo que se vale patearle la puerta del rancho, meterle la cabeza en una bolsa con insecticida y darle coñazos. La OLP te cuida.
Antes te pedían el carnet del partido para un trabajo, ahora para darte una bolsa de comida, vendida.
Los narcosobrinos son “ovejas descarriadas” que no tienen nada que ver con la familia. Ni el gerente del Bicentenario que es primo del otro funcionario, ni el militar que agarraron con dos panelas ni el que se agarró el efectivo de los Mercales a cielo abierto. Ni el exalcalde condenado, ni el exministro huido ni el exfiscal que extorsionaba. Nadie sabía, actuaron solos, no es la Revolución. Son traidores, se vendieron, nunca fueron chavistas.
El Picure es pana de Chúo, en Polichacao la MUD tenía armado el golpe y la minería ilegal es el plan orquestado por las “bandas criminales paramilitarizadas” de la ultraderecha fascista en que hasta las señoras con las banderitas están involucradas.
La ley es para el pendejo. La viveza criolla se ha adaptado.
Nos comemos la luz, botamos basura en la calle, nos robamos el cable, nos coleamos, barremos la acera con el agua, dejamos la luz encendida todo el día.
Ya no queda ni el piquito del pan. Limpios y endeudados.
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