1. how we dig in the earth de A Place For Owls: emo / indie folk rock. Un buen disco de emo con pianos, trumpetas y cuerdas, lo que le da un aire intelectual y profundo, casi filosófico. En lugar de baladas, son unos temas en tiempos pausados, con mucha instrumentación, que va uniendo riffs en distintos coloraturas y tonos, para darle forma a reflexiones. Grandioso el tema "haunted" que con estos elementos deriva en una cascada de guitarras distorsionadas, que siguen con temperatura nostálgica, con fondos de pianos y pariendo un bastardo indie/alternativo. Un bajón es que a veces me parece escuchar influencias del Coldplay más comercial. Diría que 3,9 de 5. Son de Denver, Colorado. En Spotify.
2. Heaven Let Them Die EP de Counterparts, 6 canciones en 17 minutos. Debo decirle, me gusta más el metalcore que el deathcore, y más aún el metallic hardcore o el el hardcore melódico, porque al primero lo siento como la unión entre lo mejor del metal alternativo y el hardcore, con menos deformaciones estéticas. Noy soy un purista pero tampoco un fanático del pig squeal ni de los breakdowns. En el caso de esta banda, la desesperación de las voces, que traen herencia del emo más pesado y la pesadez de las guitarras como medio y no como fin, se combinan con la intensión de causar el mayor impacto posible en las cápsulas de 2 a 3 minutos, en que hay que consumir el máximo de calorías.
Lo que escucho, en lugar de breakdowns formulados, son golpes de guitarra y batería que creen una densidad perfecta para gritarle al mundo que estamos en pie de lucha, que hay dolor en esta vida y que se puede asumir con precisión quirúrgica, baterías como cañones y desgarradoras guitarras. Alumnos del grind, del thrashcore y del screamo, acá hay algunas melodías dentro el arsenal del metalcore más violento. Les doy un 4,3 de 5. Quiero más de esta renovación de la banda canadiense después del excelente disco de 2022, A Eulogy for Those Still Here. En Spotify.
3. Skogen de Skuld, muy interesante proyecto de lo que llamaría un punto antes del post-black metal, aún entre el black metal atmosférico y el black progresivo: con buenos arreglos corales, agrio shriek y música tan ensoñadora como fría. La distorsión de las guitarras, aunque con más reverb y efectos alejados de lo más tradicional del género, aún conserva trazas originarias en algunos acordes y tonos, en que es fácil escuchar influencias vikingas y no tanto shoegaze.
Lo mismo con el shriek y la estructura de los temas, siguen del lado del metal extremo aderezado con influencias folk, post-punk y góticas, que le dan nuevas tonalidades, pero que está un escalón antes del post-metal, más cercano de la exploración pero aún no para romper completamente, aunque hay momentos más con voces medio narradas y melodías románticas, que uno podría relacionar con Alcest, en la que la frialdad emocional le gana a los acordes gélidos, se nota el esfuerzo por romper límites desde la gruesa herencia de la costumbre. No hay casi nada de la brillantez oscura del Sunbather de Deafheaven.
El proyecto está dirigido por Henrik Nesse (guitarra, batería y voz principal), baterista de la banda de blackened thrash/speed/punk Drittmaskin y de la banda de black folk vikingo Nifrost. Junto a él en el estudio están Ørjan Nordvik (cantante de Helheim) y Kjetil Andreas Nydal (cantante de Nifrost, viking black), lo que confirma lo que se escucha tradicional del BM. Le doy un 3,9 de 5 con futuro. En Spotify.
4. Terrasite de Cattle Decapitation: desde que los escuché por primera vez quise tener una banda así. Eso fue en 2015 con el disco The Anthropocene Extinction, en la que las voces death/grind acompañan una monstruosidad de guitarras tan pesadas como intrincadas, junto a un baterista inhumano que hacía lo que soñamos pero raramente conseguimos cuando armamos nuestras bandas. Blast beats endemoniados, repiques hiper veloces y un peso dinosaúrico. Maldad musical con sabor americano que hablaba de salvar el planeta del Cambio Climático de una forma radical: acabemos con la humanidad, grandes contaminantes y depredadores.
Los dos discos más recientes, Death Atlas y Terrasite siguen conceptualmente en la misma idea del genocidio humano como forma extrema pero efectiva de salvar al planeta, y aunque musicalmente no llegan a la variedad, innovación y calidad del disco de 2015, siguen siendo una tanque de guerra armado rodeado de púas, su vocalista, Travis Ryan sigue pulsando botones para hacer agudos alienígenas, ráfagas de gritos y un growl perverso a lo noventero, que deja claro que acá hay Napalm Death y Deicide en las venas pero también Dying Fetus.
Esta banda comparte el bajista con Cryptopsy, Olivier Pinard. Además, tienen varios invitados haciendo teclados que le dan toques doom, góticos y melódicos que enriquecen. 4,3 sobrados. En Spotify.
5. Unholy Deification de Incantation: death/doom de alta factura, tradición de más de 30 años (su guitarrista más joven tiene la misma edad que su primer disco, ambos de 1992) y poder. Un 4,5 de 5.
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