El primer decreto del 2008 pasó por debajo de la mesa. No, no fueron los peajes, nada que ver con inseguridad, desabastecimiento ni mucho menos basura, buhoneros, las Farc, o las 3 R, sino más bien -oh! sorpresa- sobre un tema que trasciende nuestras fronteras. Mediante la Gaceta Oficial 38.845 del pasado 8 de enero se creó la Comisión Presidencial Antártica, creada para asesorar al Ejecutivo sobre el fenómeno del cambio climático.
¿Cóooomo? Formada por 6 ministerios y adscrita a la Vicepresidencia de la República, permitirá que las carteras de Defensa, Ambiente -secretaría general-, Ciencia y Tecnología -como rectora-, Energía y Petróleo, Planificación y Desarrollo y Relaciones Exteriores, así como las universidades dedicadas a investigar en el área, trabajen en conjunto para "propiciar con fines pacíficos investigaciones y trabajos técnicos sobre el tema antártico" y hasta "proponer el cambio de estatus necesarios" en la zona. Na guará, Hugo si es salío. Todo sea por el Nóbel.
Claro que aplaudimos esta "promoción de los valores de libertad, paz, solidaridad, integridad territorial, equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad" que justifica la idea, pero invocamos desde aquí el tan mentadísimo -nombrado, quise decir- Desarrollo Endógeno, invitando al Presidente a impulsar un masivo plan de reciclaje en un país que apenas reaprovecha un 20% de sus desperdicios. Él sabe de eso, miren el "nuevo" tren ministerial o como el triunfo del No lo tranformó en ñoña pírrica.
Y aunque la oportunidad no es nada desechable ni prescindible, que nadie se sorprenda si anuncian un crédito adicional para ayudar a los pingüinos y osos polares de la Antártica, mientras nuestro potencial aporte local se desparra por las calles, avenidas, jardines y vertederos a cielo abierto por todo el territorio nacional, desperdiciando la creación de 250 mil empleos directos y un millón indirectos en un año, si se reciclara el 80% restante.
La vaina no es una mala costumbre de criticarlo todo, o tenerle tirria al mandatario nacional y al gobierno revolucionario. La culpa es la falta de fitina y cumplimiento de los rimbombantes anuncios presidenciales. En un país en que su Jefe de Estado asegura en la Asamblea Nacional que ni cielo ni infierno existen, que Bolívar fue envenenado o que Cristo era socialista, que en su momento criticó y habló de vengarse de las Farc, que Cuba era una dictadura y que el entregaría el poder en 5 años o menos, vale la pena decirle: cría fama, y de pana, acúestate a dormir.
Es que me pongo a pensar en aquella Misión Alma Mater, lanzada el pasado 21 de noviembre de 2006, que prometiese 50 nuevas universidades, la creación de la Agencia Espacial Bolivariana para el lanzamiento del primer satélite venezolano, o acaso, los celulares endógenos nacionalistas, que produciríamos también con China.
Pana, nosotros lo que queremos es acción, pero ni la de Danny Glover ni la de Oliver Stone, ya aquí somos expertos en aquello de: Luces, Cámaras... Globovisión. Lo que necesitamos es de la otra. Pero no se quejen, siempre puede ser peor: Misión Atlántida, para buscar la civilización perdida que seguro hundió el imperialismo judío, por culpa del mega hyper tatara abuelo de Jorge Bus, y un antecedente apostólico del Mossad israelí.
Sin embargo, de aquí me agarro para proponer además de las 100 vertederos ecológicos que resolverían el problema nacional de desechos sólidos, la implantación de paneles solares en los Médanos de Coro -cubrir 8% de los desiertos del mundo generaría toda la electricidad consumida en el mundo-, una sabana de generadores eólicos en Falcón y la producción de biogas con bosta de ganado. Sólo para empezar.