31 diciembre 2023

Stortregn - Finitude: una máquina mutante de death/black progresivo suiza que escupe flamenco y voces bestiales

Entré al progresivo por bandas como Death y Cynic pero más tarde por monstruos como Gorguts, es decir, desde su lado extremo, intrincado, laberíntico, influenciado por el jazz en estructuras tanto como por el death y el doom europeos. Es decir, oscuridad y acordes menores, atmósferas densas que evocaran emociones tristes con temáticas filosóficas existencialistas depresivas.

Así me encontré con el quinto disco de los suizos Stortregn (lluvia tormentosa en alemán) que se despacharon un enrevesado disco de black metal melódico, aderezado de death metal y con las estructuras propias de bandas como Pestilence o Sadus). 



Para este disco 2023, que titularon Finitude (finitud), apuntaron a usar tres guitarras para darle más profundidad a sus composiciones sin alterar el claroscuro de tocar música extrema con arreglos minuciosos, que adornaron con importantes influencias del flamenco, no sólo con un par de puentes de guitarras acústicas como en Xeno Chaos sino en momentos en que los tremolo picking, con guitarras afiladas apocalípticas y shrieks punzantes estuvieran acompañadas (gracias al trío de cuerdas distorsionadas) de sonidos del folclor español al unísono.

Los suizos abundan en elementos brillantes como solos imposibles, combinados con arreglos milimétricos pero brutales de bajo y batería, riffs melódicos en ráfagas majestuosas que siempre están presentados de forma avasallante con shrieks o guturales en alta ganancia, cambios drásticos que llevan a solos aún más espectaculares o tiempos extraños en que todo ajusta mecánicamente con gracia y poderío, como una maquinaria mutante que reutiliza cada recurso para volver a impactar.

El tema "De Inferno Solis" no sólo tiene rasgados flamencos sino también oscuras voces de guturales cavernarias (de mano de su cantante y guitarrista Romain Negro), blast beats arrolladores sino también los variados colores de un bajo que logra hacer estos cambios repentinos y veloces con pericia artística. El sonido denso y atmosférico de las seis cuerdas es permanente, variando entre el prog-jazz y el progresivo, bien alemán, a lo Obscura, pero añadiendo una textura muy propia, casi doom, que parece una tercera voz, que termina  de propiciar una experiencia de riqueza sónica. También tiene flamenco, incluyendo la intervención de la cantante Rebeca Castilla, algo de coros litúrgicos y órganos para darle aires de oscuridad mística.

Cierran el disco de una manera explosiva, usando todos los elementos como si se tratara de la locura de un pintor abstracto armado de una ametralladora, aterrorizando a los oyentes. Hay un delta de arpegios, que abundaron durante todo el disco, concentrados en un intro en que el baterista ya no sólo muestra su velocidad, precisión y brutalidad sino capacidad de producir un fill único.

Entonces se desbordan en nuevas distorsiones vocales, en más arreglos percusivos que no habían usado, otra metralla de solos de guitarras y combinaciones de thrash con death metal melódico, combinando de forma majestuosa los riffs con el acompañamiento de bajo y batería, para terminar agotados, como cuando sales de una pelea que casi duró demasiado pero terminó justo a tiempo. Este finale está adornado además de un solo de Manuel Barrios, su bajista y la invitación de Merlín Bogado, guitarrista de Dyssebeia, banda de death metal progresivo en la también participan su guitarrista Duan Bathija y su baterista Sam Jakubec, quien también es compositor y músico de jazz.

Para escuchar esta joya brutal, gratis, en Bandcamp, acá: https://stortregn.bandcamp.com/album/finitude


25 diciembre 2023

La bondad de morirse

En cada terremoto, desastre y pesadilla, reside una oportunidad de renacer. Lo que parece una noticia espantosa es una luz brillante de trascender y acabarse totalmente. Después del punto y final sigues tú, otra vez. 

Para eso hay que extinguir cada célula de ese yo, dejar fallecer a cada molécula de quien eres. 

No es casi morirse, no es despertar del coma ni tampoco reinventarse.

La oportunidad presenta por la crisis está en morirse. En reírse y perecer. En aceptar el fin, que puede parecer caótico, y si sale bien, será doloroso, como un parto o un infarto fulminante. Un dolor como enterrar al mejor amigo, a un hijo o una esposa para luego vivir muchísimos años más con una buena memoria.

Si no te mueres, es un sufrimiento largo, una tortura y un sonido de relámpago que suena a arrepentimiento, es un perro rabioso sediento de venganza y arrepentimiento, son doce fantasmas escondidos en los puntos ciegos de tu rutina diaria, esperando cruelmente que no puedas verlos para saltar sobre tu nuca.

Mira el río. El que ves no es el mismo de hace un segundo ni será el mismo que un segundo después. En apariencia, he leído que dijo el Buda, parece igual, impávido, poderoso, apático incluso. Y aún así sabes que ha cambiado. Nada permanece, después del día continúa la noche, con sus eclipses solares y lunares, hoy será ayer y llegará el mañana sin que puedas asirlo.

A morirse, es inevitable. Volveremos. 

Siendo inevitable pero aparente, puedes posponerlo, un buen tiempo incluso. O puedes aprovecharlo, fundirte a negro, despertar a tiempo y sincronizarte, tan rápido, que parecerá que eres el mismo río, habiendo cambiado. Más allá, lejos, el río será mar, luego océano, más tarde planeta, galaxia, cosmos, infinito, que parece inmutable. Y ya, ahorita, ha cambiado. Se murió, renació, volvió, cambió. Otra vez.

16 diciembre 2023

Earthside - Let The Truth Speak: soundtrack de post-rock progresivo con cantantes de soul, metalcore, djent, numetal, trance y pop/rock

Let The Truth Speak es el segundo disco de Earthside, ocho años después de su debut A Dream In Static (2015), en el que continúan cultivando lo que han llamado "cinematic rock", una mezcla de post-rock y progresivo con arreglos orquestales, worldmusic (con muchos invitados exóticos) y de "wall of sound" que trasciende la forma de entender y componer el metal progresivo hasta hace unos pocos años. Earthside debe entender más como un grupo de productores y compositores que como una banda de metal.



Para eso para este disco aumentaron la cantidad de invitados (aunque antes tuvieron la orquesta sinfónica de Moscú) e incluyeron un organista, seis intérpretes del corno francés, tres trombonista, un ejecutante del trombón Cimbasso, uno de trombón bajo y contrabajo, tres trumpetistas, una tuba y varios otros encargados de platillos, tímpanos y otros instrumentos de percusión, aunque muchos de ellos con experiencias tan variadas como haber participado en discos o conciertos de Korn, Weezer, The Rolling Stones, Santana o Tony Bennet con Lady Gaga.

Así mismo, en Let The Truth Speak hay invitados cantantes de soul, metalcore, djent, numetal y poprock. Así es que Erathside, quinteto de New Haven, Connecticut, Estados Unidos, crea canciones épicas, expansivas, que lo llenan todo, con una producción súper ultra detallista, con una mezcla inmersiva. Los instrumentos son piezas complementarias dentro de un concepto más amplio de sensaciones y ramificaciones que trata de emular, o más bien, de reinterpretar el New Age, el ambiente, el soundtrack e incluso el trabajo de una orquesta de cámara desde la mirada de una banda de metal progresivo.

Su resultado puede percibirse como demasiado denso o abstracto para entender el aporte diferenciado de los músicos y los muchos invitados, como cuando invitan a Dani Filth, uno se queda esperando los gritos desgarradores en primer plano. Con Earthside, en otros momentos parece demasiado sobreproducido y exagerado, quizás innecesariamente dramático, pero también con muchas posibilidades musicales, como una ópera rock en que el resultado final es mucho más importante que escuchar el bajo o quien canta una estrofa.

Aún así, las partes más enfocadas en las guitarras, casi siempre reforzadas por percusiones y repiques violentos, a máximo volumen, incluyendo las partes brillantes y agudas de los platillos, son un ataque brutal y destacado, donde cada golpe percusivo y rasgado de cuerdas se estrella en tus oídos para estremecer las neuronas, la piel y salir disparada por los poros, para luego derritirse en es ese sonido cinematográfico que raya en momentos con el shoegaze o el noise rock.

Si hay un valor constante en el disco es la importancia del sonido de la batería, a veces sonando jazz tradicional, y al segundo siguiente a furioso metal extremo, oscilando como el resto del disco, entre las influencias clásicas y las aproximaciones más vanguardistas del metal moderno. Es que el neo-neo-prog a veces parece acercarse al pop como con Haken, en otras parece ser el nuevo jazz-rock como con The Anchoret y en este caso forma contemporáneas de música académica.

Let The Truth Speak, tema a tema

El disco abre con "But What If We´re Wrong", junto al cuarteto de percusionistas niuyorquinos Sandbox Percussion, dedicados a la música de cámara contemporánea. Con apenas cuatro minutos y medio, suena como un intro pausado para la larga épica "We Who Lament" con la cantante canadiense de rock psicodélico Keturah, apelando a evocar fuertes emociones con una mezcla de potentes riffs de guitarra y percusiones, como si se tratara de un medio camino entre el trance y la tensión.

"Tyranny" inicia pianos melódicos, percusión procesada y estrofas cantadas con una voz pulida que deriva en una gran descarga de gritos con el vocalista Pritam Adhikary, de la banda de metalcore indio Aarlon. Le sigue "Pattern Of Rebirth" tiene un sonido muy atmosférico, en que de nuevo volvemos a palpar guitarras distorsionadas con baterías que se apoderan del tema por unos compases, con un final rapeado, cortesía de AJ Channer de la banda de numetal Fire From Gods.

En "Watching The Earth Sink", un tema de más de 11 minutos, el único sin invitados, la banda se despacha con las amplias posibilidades del metal progresivo, con un inicio en que es inevitable compararlos con The Ocean, mezclando sonidos acústicos de la batería con arpegios procesados en las guitarras, que poco a poco van transformando en momentos que simulan una orquesta metalera y al mismo tiempo, una experimentación con pedales que es casi sludge.

En "The Lesser Evil" entran en una zona de jazz/funk que no simplemente entrelaza o combina géneros sino que añaden djent para tener un sonido más duro mientras sus invitados interpretan una diferencia de 50 años en la forma de entender el género nacido en Estados Unidos: el cantante Larry Braggs, conocido por una larguísima carrera con la banda de soul/funk Tower Of Power y el saxofonista Sam Gendel, conocido por su banda de indietrónica/jazz Clown Core, trabajo con Vampire Weekend y Perfume Genius, así como su devoción por interpretar estándares del jazz de varias décadas. En este tema, los instrumentos de vientos gritan en medio de una elaborada canción de post-rock. 

Así Earthside continúa su misión casi enciclopédica -aunque para mi gusto menos interesantes- con el par de temas "Denial´s Aria" y "Vespers", en que parecen emular una orquesta clásica con el set de banda de metal. En la primera con Keturah y la alemana Viktorija Kukule (Vikke) en las voces femeninas más el Duo Scorpio (formado por dos arpistas clásicas) mientras en la segunda repite Vikke y entra el cantante, imitador y comediante ruso Gennady Tkachenko-Papizh, conocido por intervenir en canciones de psytrance.

Entonces con la canción homónima al disco, en la que por un poco más de diez minitos, vuelven a los arreglos orquestales, brutales secciones de metal progresivo con guitarras duras y baterías estruendosas que están acompañadas esta vez con los gritos ásperos del emo y la vocalización onírica a lo Deftones, gracias a la participación de Daniel Tompkins (vocalista de Tesseract, ex-Skyharbour). El cantante ruso también hace una intervención para sumar una estrofa con una textura alternativa en un tema que sigue apelando a emocionar con detalles y atmósferas con mucha distorsión esparcida en el aire, a lo shoegaze.

"All We Knew And Ever Loved" cierra el disco, compuesto entonces por 10 temas que corren por 77 minutos, con el invitado más metalero, el baterista noruego Baard Kolstad, conocido por su trabajo con bandas de metal extremo vanguardista como Borknagar, Gaahls WYRD, Solefald, In Vain, Rendezvous Point y otra de las joyas del progresivo actual, Leprous.

La banda está conformada por el bajista Ryan Griffin, el baterista Ben Shanbrom, tecladista y guitarrista Frank Sacramone y Jamie Van Dyck, usualmente encargado de guitarras, pero en este caso se encargó de la producción orquestal, así como fue uno de los encargados de la mezcla, junto a Griffin y Sacramone.

En conclusión, Let The Truth Speak es un disco que cultiva una derivación del metal progresivo que intenta hacer coincidir en un complejizado sistema de diagramas de Venn, las raíces del jazz y el rock n roll con la visión más moderna y progresiva del sonido, el metal y la música, con un pensamiento de compositor académico por un lado y de artista experimental del post-punk por otro. 

Para escucharlo, gratis en Bandcamp, acá: https://earthside.bandcamp.com/album/let-the-truth-speak

13 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos del 2023 - Enslaved - Heimdal: el black progresivo vikingo viaja al espacio para explorar sonidos, texturas y horizontes gracias a las máquinas

Enslaved es una banda legendaria del black metal vikingo vanguardista, melódico y progresivo conceptual. Para este disco, los metaleros vikingos de Enslaved intentan reescribir o reinterpretar la mitología nórdica: creen que Heimdal podrá sustituir a Odín después del Ragnarök.

Para cualquiera que esté muy interesado en la mitología escandinava por la música black metal o sea un fanático de Vikingos en Netflix, todos estos nombres son reconocibles. Para los metaleros, son nombres de bandas, discos e integrantes de las bandas. En 2023 este quinteto publicó Heimdal, el nombre del dios guardián, hijo del supremo dios Odín y de nueve mujeres gigantes que lo nutrieron con sangre de jabalí, que podía escuchar la grama crecer. 



Así pueden llegar a su decimosexta producción en 32 años sin explicarse, ni disculparse sobre sus experimentos fuera del círculo sagrado del black metal, especialmente al usar tantos efectos de sonido y procesamiento de voces e instrumentos de viento que en momentos recuerdan al trabajo solista de Ihsahn, en sus temas menos metaleros. Llegaron a este poco con la adquisición lenta pero constante de teclados melódicos, elementos del prog-metal y voces limpias hasta este disco que parece volar hacia los confines del universo en un vuelo mental similar al trance o la meditación.

Para alcanzar estos niveles de una musicalidad que supera la posibilidad de los instrumentos tradicionales del rock/metal, Ivar Bjørnson (guitarra y teclados), Grutle Kjellson (bajo, teclado, voces) y Iver Sandøy (batería y teclados) añaden distintos efectos de sonido mientras Arve "Ice Dale" Isdal se concentra en las guitarras y Håkon Vinje está sobre el teclado y las voces limpias.

Eso permite incluir trozos de techno -un poco como a lo Rammstein-, capas de ecos cósmicos, voces y samples de paisajes sonoros, así como lo que parecen ser los subproductos de distintas improvisaciones y jugarretas con pedales, procesadores, módulos, con los que obtienen vistosos resultados que añaden a la épica del black progresivo que han cultivado por décadas.

Esto lo añaden a cancines en los que escuchamos gritos shrieks, coros épicos, blast beats, sintetizadores psicodélicos (incluyendo algo de Hammond) y riffs melódicos de guitarra que acompañados de voces líricas y bajo recitan largas estrofas que vuelven a dar espacio para la música electrónica, que suele usarse como intro y coda. Con la idea de renovar interpretaciones mitológicas, también los noruegos pueden jugar con los significantes del metal sin convertirse en una banda industrial, comercial o radiable. 

Destaco la canción Caravans to the outer worlds, en que se combinan solos veloces de guitarras, percusiones progresivas y agrias voces procesadas con riffs que combinan el trémolo picking del black y las atmósferas de space rock en un fondo de instrumentos de viento -que se usan ampliamente para darle un soporte novedoso a las guitarras- para alcanzar momentos experimentales con ráfagas huracanadas, percusiones y sonidos que me hicieron pensar en una lámina metálica que se bamboleaba.

Con Heimdal, el disco y la canción que lo cierra, el quinteto noruego de Enslaved parece hacerle una mueca a su propio nombre, porque están completamente liberados de estándares sónicos, instrumentales y conceptuales, reescribiendo épicas mitológicas así como expandiendo posibilidades.

Si lo quieres escuchar gratis, en Bandcamp, entra acá: https://enslaved.bandcamp.com/album/heimdal

12 diciembre 2023

The Anchoret - It All Began with Loneliness: minucioso jazz-metal progresivo con baterías metaleras, teclados psicodélicos y voces góspel

Imagina una banda que combina la música progresiva de los 70, el metal extremo y el jazz de tal manera que entre los invitados está el baterista, marimbero y percusionista zuliano Reinaldo Ocando (IG, egresado de la Universidad del Zulia y con una amplísima carrera en la música clásica venezolana). 

Con cuidadas voces líricas, guitarras psicodélicas y teclados cósmicos que se acompañan con bestiales descargas de veloces baterías, evocan en partes a Pain Of Salvation y Opeth, pero también a Katatonia y Porcupine Tree. Así son los canadienses de The Anchoret, que debutan con It All Began with Loneliness este 2023.


La aleación de este raro metal, nunca mejor dicho, tiene diversos brillos que aparecen gracias a la combinación de músicos de altísima experiencia con verdaderos artesanos del progresivo. The Anchoret suena como una versión muy pesada de Deep Purple y Yes, a la que se le ha añadido el saxofón para darle ese color de death metal progresivo de la década de los 2020, pero también puede ser una forma muy psicodélica de Atheist o Ephel Duath con esa aproximación oscura hacia el jazz y el progresivo, mientras otra opción sería decir que es como si Winds o Borknagar se atrevieran a incorporar más elementos tradicionales del rock progresivo a sus propuestas.

En It All Began with Loneliness hay que destacar el grandioso trabajo vocal, a nombre del vocalista Sylvain Auclair, que se encargó de arreglarlas, producirlas y grabarlas. Además, los instrumentos de vientos no son mero acompañamiento sino son colores líderes al tiempo que enrevesados riffs y solos de guitarra, sintetizadores muy setentosos acompañados de una batería enloquecidamente metalera y algunas voces cavernarias que combinan velocidad, distorsión y virtuosismo.

En sus canciones, que rondan entre los 6 y 8 minutos, Anchoret invoca influencias con décadas de diferencia para presentar escenarios ambivalentes en que el metal progresivo y el gospel se combinan, en que hay space rock con death metal melódico, minutos con un jazz cuidadoso y reverencial para pasar entonces a brutales combinaciones de guitarra y batería de deathmetal progresivo, como si combinaras Rush y Death con algo de voces corales.

Y es que justamente una de las principales virtudes de este debut proviene especialmente de combinar al mítico tecladista Andy Tillison, con 44 años de carreras como músico, productor e ingeniero de sonido en las más diversas bandas, desde el power pop hasta el thrash, pasando por el punk y hardcore, así como con las bandas progresivas Parallel or 90 Degrees (desde 1998) y The Tangent (desde 2003) con el joven baterista James Christopher Knoerl, un tipo con un currículo larguísimo. 

Además de ser miembro fundador de Aviations, una banda de metalcore/rock/metal progresivo que en 2023 también publicó un disco impresionante llamado Luminaria, tiene cerca de una docena de discos entre 2019 y 2022 con bandas de deathcore, doom, progresivo extremo, death técnico, metalcore y jazz-rock.

Vale destacar que detrás de esta obra tan compleja está Eduard Levitsky, bajista, compositor y productor del disco, además de encargado del diseño gráfico, así como las guitarras de Leo Estalles, que son la savia ardiente que conforma cada uno de los temas, la base desde donde puede haber solos de flautas, teclados progresivos y blast beats resonantes.

Esta amalgama es posible también al aporte de invitados destacados del álbum incluyen el saxofonista Juan Ignacio Varela Espinoza, la flautista, nadadora profesional y conferencista sudafricana Carina Bruwer, la cantante canadiense de gospel Nimiwari, con un mensaje de esperanza y empoderamiento en sus canciones, el clarinetista ruso Artem Koryapin y el flautista Paulo Oliveira.

10 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos de 2023 - Francisca Valenzuela - Adentro: Depresión, seducción, sanación y otras formas del despecho a ritmo de pop jazzeado

Muerte, divorcio, bancarrota, el cierre. Hay muchas razones para el despecho, la tristeza y la depresión. Esa en la que lloras todo el tiempo, en los lugares menos adecuados y cuando el entorno parece alegre o calmado. A veces llega de sorpresa, como una caída y otros momentos, eres tú quién decides darle fin. A veces es un poco de ambas. Eso no impide que llores en el baño, drogado/a en el avión o que te desgarre como una trago muy grande en una garganta irritada.



La propia cantautora chilena describe las 11 canciones de Adentro, su sexto álbum, como “el registro de las diversas etapas que conlleva una ruptura” que sirven de “diario de vida confesional sobre los distintos dolores, sentires y curas que trae un quiebre amoroso”. Así sus primeras tres canciones son los estragos en la cotidianidad de un corazón destrozado, que para curarse sangra ininterrumpidamente.

En Nada para ti (a dúo con la mexicana Ximena Sariñana) recoge los pedazos, se envalentona y le dice que el amor se acabó, que no quedan rastros de lo que sentía y es una despedida, aún no superada pero necesaria. Y es que el disco cuenta de forma descarnada los pasos no lineales de una relación acabada. En "Extraño" revela de forma descarnada cómo buscó refugio en cuerpos ajenos, que sirvieron igual de evasión y de comparación. Con alguien más, sólo se puede pensar en el ser que se amó, al que jamás se volverá. Si a quien amaste te rechaza, buscar alguien que no te ama pero te desea, puede no ser solución sino camino.

Así las canciones van yendo y viniendo sobre la lujuria, los celos, el delirio y hasta las torpes decisiones que se toman de forma posterior, que incluyen las negaciones y las resistencias ("Puede ser que al final seamos amigos, es que me caes bien, y te cuente de mi nueva vida en tu cumpleaños"), la añoranza y hasta las muy malas decisiones emocionales como "Jugando con fuego". Francisca lo ha descrito así: "no es sólo llanto, sino depresión, seducción y sanación" mientras al disco entero lo calificó como "íntimo, vulnerable e intenso". 

No se parece a lo que hizo Adele, sino que hay picardía, enredos, sexo y hasta regresos a etapas iniciales del duelo después de la presunta superación, y por tanto, hasta algo de sátira. En "Juan" o "Ardiendo" podemos escucharla retozar, escucharla burlona, maldecir y reír, aunque sin eximir los sentimientos encontrados de conocer a nuevas personas mientras continúas herido/a.

En medio de estas letras, hay un pop brillante, con pequeños arreglos de batería jazz, pianos que no necesitan ser melancólicos, coros pegadizos que saben a alegría (ya pasó todo, estamos escuchando los himnos testimoniales del dolor pasado) y poesía con visos de electrónica y rock pop.

Este disco me impactó desde la primera escuchada, porque no esperaba esto de Francisca, sentí que quería escuchar con detalle cada sílaba, entender cada una de sus ideas, reconocer mis viejos dolores amorosos en sus propias experiencias, escuchar la de ellas y abrazarnos como amigos. Me provoca decirlo: yo también pensaba eso, también la cagué así, también me arrepiento de algunas estupideces.

Los pianos tan bien ejecutados, esa especie de vacío profundo que dejaron para apreciar los silencios así como los ruidos incidentales y los cambios vocales en cada canción, recorriendo técnicas y el rango de la cantante, me engancharon con el disco. Para mí, un favorito inmediato.

El disco termina de forma inmejorable: Ámame un poquito más, en la que se critica haberse enamorado de quien no lo merecía para luego cerrar con Lo Nuestro Nadie Puede Borrarlo, en que a pesar que todo ha terminado, uno se queda con esa pequeña luz mínima, casi apagada, apenas visible, esperando que sea otra persona el recipiente de un amor que no se ha extinguido por completo.

Mis álbumes favoritos de 2023: Ne Obliviscaris - Exul: Violín, viola y bajo para tejer un metal extremo progresivo inmenso y elegante

Imagina una canción de metal progresivo liderada durante la mayoría de sus más de 12 minutos por las melodías descritas por el bajo y el violín, voces guturales roncas y comedidas, un tenor con un tesitura magnífica, coros etéreos y un acompañamiento musical basado en el death. Épica, sinfónica, mística y elevada. Así empieza Exul (Exilio) de la banda australiana Ne Obliviscaris (No olvides), en ambos casos, originalmente en latín.


Rimbombante, pomposo, elegante, son palabras que se han usado antes para describir las composiciones de la banda, que como casi todos los discos que me han gustado en 2023, se tomó una buena cantidad de años para producirse. En este caso, la cuarta placa en 11 años (aunque el debut fue al quinto año de existencia), se tomó seis para darse a luz, después de embelesar a la audiencia mundial del metal con Portal Of I, Citadel y Urn, donde la riqueza de influencias, el progresivo detallista que combina arreglos orquestales, voces monstruosas acotadas con precisión y metal poderoso parecía amalgamar en una sola banda a artistas como Therion, Amorphis y Orphaned Land.

Hablar de metal extremo para describir este disco sería injusto. A pesar de las voces guturales cavernosas y la distorsión, en la mayoría del tiempo estamos hablando de metal progresivo, de tiempos medios o lentos, de voces líricas y de muchos arreglos de cuerdas, bajo el especial liderazgo de Tim Charles, encargado de teclados, voces limpias, violín y viola, que tiene en su currículo una extensísima cantidad de colaboraciones, incluyendo a los andorranos Perséfone y al colectivo progresivo The Circle.

Las guitarras del también australiano Matt Klavins y el francés Benjamín Berat son el tejido con el que se construyen las inmensas composiciones, combinando los riffs intrincados, los cambios de tiempos y ritmos junto a la batería, fieles acompañantes del violín y añadiendo texturas innovadoras así como solos vuelasesos, pero es el bajo el que adquiere un protagonismo compartido con el violín.

El joven italiano Martino Garattoni (33), miembro de Ancient Bards, es el nuevo integrante de la banda y uno de los que impone esa narrativa que recuerda a Gordian Knot, con un bajo que lleva la batuta melódica, que indica el camino que es acompañado por arreglos laberínticos, con el intercambio vocal de luz y sombra, de tiempos, modos y sentimientos. Es el hilo de Ariadna que nos ayuda a reencontrar el camino hacia esta bestia mítica australiana, producto de la diversidad internacional de sus integrantes y su experticia práctica.

Aunque renunció a la banda en febrero de 2022, el baterista Daniel Presland, que fue el representante de Australia en el concurso del baterista más rápido del mundo, hace un trabajo impresionante llenando cada espacio de arreglos minuciosos, pequeños fillers y poderosos bombos, poniéndole la mayor cantidad de progresivo a cada canción después del bajo. El muy ocupado Kévin Paradis se está encargando para las presentaciones, pero la banda sigue sin baterista titular. 



Presland sigue con Vipassi, una banda de metal extremo progresivo que debutó impresionantemente en 2016 con Sunyata y con Black Lava (death/black). En la primera comparte con Berat y en ambos con el guitarrista Ben Boyle (A Million Dead Birds Laughing y Hadal Maw). Vipassi tendrá disco en 2024.

El cello fue gracias a la invitación hecha a Dalai Theofilopoulou. Ella ha estado ya en tres discos de The Ocean Collective, si quieren una referencia sobre su trabajo con bandas de metal progresivo.

Si quieres escuchar esta obra de ópera-metal-extremo, escúchalos gratis en Bandcamp acá: https://neobliviscarissom.bandcamp.com/album/exul

07 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos de 2023 - Night Verses - Every Sound In The Valley Of Night: Part 1 - El futuro del post rock/metal/hardcore/progresivo: intrincado, electroacústico y experimental

Quizás, muy probablemente no conozcas esta banda, pero sí a su baterista, Aric Improta, que ha obtenido cierta popularidad en línea por su inventiva no sólo como baterista y compositor sino como "showman" para tocar su instrumento. En sus videos puedes ver que combinando un set típico de rock/metal con varios pads electrónicos, acrobacias y malabarismos con partes de su equipo, girando en su silla y haciendo acrobacias en el aire y con las baquetas exhibe una magnífica musicalidad, inventiva, humor, precisión y velocidad.

Su forma de tocar no es sólo histrionismo. Sus sonoridades electro-acústicas se convierten en parte esencial de los temas en un power trío instrumental, pero destaco Love In A Liminal Face y Karma Wheel, que puedes ver abajo en versión "play thru", donde los sonidos programados son una fina capa de acompañamiento evocador, de paisajes sonoros, que le da un matiz espacial, cinemático y emocional. En otros temas, como en el abridor "8 Gates Of Pleasure" nos bombardea su bestialidad en los bombos, su rapidez para los repiques, el poder sobre los toms y el brillante uso de los platillos. 

Y es que Night Verses, de Los Angeles, apela a distintas influencias y versiones del math rock, djent, post-metal, post-hardcore post-rock para hacer añicos las concepciones de estos géneros con una visión intrépida al usar los instrumentos, lo que demuestran no sólo con su capacidad técnica al ejecutar intrincados arreglos a tres bandas a velocidades alucinantes sino al incorporar además breakdowns agresivos, echando mano de juegos sónicos entre lo acústico y lo electrónico, entre lo procesado y lo natural, en cada instrumento.

Así cada tema está entre disparar desde una laptop o una guitarra con 12 pedales para agregar distorsiones, volúmenes, cuerpos y tonalidades diversas, un bajo riquísimo que va de denso y modificado a delicado y detallista, siguiendo la melodía con precisión quirúrgica, más un baterista que en medio de ritmos con tiempos extraños lanza samples que podrían escucharse en canciones de la electrónica mainstream de la década de los 90.


El desafío es claramente también con el oyente. No podemos conformarnos con el metal experimental, el rock de vanguardia o con lo que hemos entendido hasta ahora aún de los más atrevidos para entender el presente y futuro del metal progresivo. Vamos a suponer que has escuchado mucho Tool, Intronaut, Radiohead, Mastodon y algo de Covet, Polyphia y Chon, e incluso algo de Taking Back Sunday, Chemical Brothers y Prodigy. El resultado podría explicar la fórmula de Night Verses, si es que pudiésemos descubrirla.

El 2023 ha sido genial con discos nuevos de Tesseract y Haken, pero Every Sound In The Valley Of Night: Part 1 -casi no puedo esperar que salga la segunda parte- es un impresionante recorrido de 33 minutos, que se me hace cortísimo, en siete canciones lleno de inspiración y profundidad, un laboratorio de pruebas nucleares del futuro de la música después que el post-cualquier cosa envejezca. Así que también hay momentos de sonidos místicos, calmados, casi étnicos o world music, donde se nota más el "post" de sus influencias.

Night Verses puede definirse como un neo-post-prog-rock con más neo y post adelante y detrás. Tener al Justin Chancellor, bajista de Tool, como invitado en la canción final puede dar una señal de las pretensiones de esta banda, que en esencia es de rock progresivo pero dispuesta a llevar este género a lugares tan lejanos de innovación y experimentación como lo hizo Radiohead o The Beatles, si me permiten la adoración que podría compartir el baterista de The Callous Daoboys, Marty Hague, quien señaló este álbum como uno de sus favoritos de 2023.



Un dato más: es el ÚNICO disco de 2023 que he escuchado seguido dos veces cada vez que lo pongo. Y otro: Aric Impronta fue hasta hace poco el baterista de Fever 333.

05 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos del 2023 - Sprain - The Lamb As Effigy: entre la poesía punk, el dark folk y la calma minimalista del noise rock / slowcore

Hay quien dice que la fórmula para convertirse en leyenda es retirarse en la cima. En el caso de Sprain, apenas cinco años después de formarse en Los Angeles, han anunciado que se desintegran con un escueto comunicado en Twitter. Esto apenas un mes después de lanzar su disco "Three Hundred And Fifty XOXOXOS For A Spark Union With My Darling Divine" el 1° de septiembre de 2023. No queda claro que pasó, ya que April Joy Gerloff (bajo, sintetizador, campanas), dijo que fue expulsada de la banda tres semanas antes y se enteró de la disolución por las noticias en línea.

El disco, de 96 minutos en tan sólo ocho canciones -porque dos de ellas son de 24 minutos cada una- explora el noise rock de forma amplia, melancólica y lenta. Para ellos no sólo usan guitarras  torturadas, modificadas y transformadas a lo Sonic Youth o Swans, sino también agregan post-rock, sonidos que van desde el dark folk a la americana más tenebrosa con algo el Radiohead más experimental.

Para alcanzar distintos clímax, de calma minimalista o de estridencia ensordecedora, Alexander Kent, cantante y guitarrista, también se encargó de varios extraños instrumentos folclóricos de cuerda como el dulcémele o tympanon medieval (usado en los Balcanes, Irán y Turquía), la autoarpa (creada en EEUU), la sierra musical,  Glockenspiel (una especie de xilófono parecido al usado en las bandas militares), el armonio (teclado francés popular en Asia) y la grabadora, junto al banjo, la mandolina, el órgano, el piano, el sintetizador, el acordeón, las campanas o el gong.

Los críticos han bautizado a quienes exploran este tipo de mezclas como slowcore, un microgénero proveniente del rock indie y alternativo.

Confieso que este tipo de géneros, que no son metal, que tienen tanta cercanas con el drone o el slugde, me intrigan aunque no sepa lo suficiente. Lo entiendo como esa visión de músicos que también son artistas plásticos, poetas o performancers al estilo The Velvet Underground que usan la música como una expresión más amplia que lo que cabe en un estudio, en la lógica del mercado o en una presentación en vivo, rompiendo los límites de formatos.

En ese espectro podríamos incluir también bandas como Lingua Ignota (ahora Reverenda Kristin Michael Hayter), Chat Pile o Full Of Hell, que sin ser metal ni rock -o no cumplir con los requisitos para su clasificación clara- pueden llenar el mundo de distorsión, ruido y desesperación, con electrónica, sampling, laptops, módulos de efectos y muchísimos pedales para el bajo y la batería.

Sprain, sin ser tan ruidoso como Nine Inch Nails ni los artistas antes nombrados, es totalmente post-moderno. Es posible encontrar elementos en común con otros contemporáneos como Turnstile, Black Midi, Xiu Xiu y Black Country, New Road para referirme a las bandas que muy recientemente he aprendido a querer y conocer. Para mí, es un nuevo universo sónico, retador incluso.

Volviendo al disco, un momento cumbre de la producción es el doblete formando por The Commercial Nude y The Reclining Nude, con muchísimo piano, minimalismo, ruidos atmosféricos y narraciones que van del susurro al desespero. Alrededor de estas canciones hay guitarras afiladas y ruidosas, estruendoso rock experimental y baterías punk que entran repentinamente y con algo de melodías apocalípticas con un bajo oscuro.

 En una forma que también me recuerda a la filosofía de los creadores de OK Computer y Kid A, el baterista Clint Dodson también grabó campanas, vibrafono y sintetizador mientras la otra guitarrista, Sylvie Simmons, quien también es una reconocida periodista musical, autora y cantautora, con una carrera de 40 años, aportó a su vez grabadora, campanas y la trompeta militar. Otros músicos de sesión agregaron violín, viola, saxofón, cello, corno francés o clarinete.

La canción final, una de las que dura 24 minutos, "God, or whatever you call it" tiene un larguísimo recital de poesía punk, que incluye gritos al vacío lejos del micrófono, pianos, lentas percusiones sobre cuerdas y probablemente, la mayoría de los instrumentos nombrados.


Si quieres escuchar este disco, gratis en Bandcamp, entra acá.

También puedes leer Con "Calígula" la cantante Kristin Hayter (Lingua Ignota) ingresa al mundo de la ópera acústica, alternativa, sucia y mística


02 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos del 2023: Maruja - Knockarea, apenas 22 minutos de post-rock, art punk y jazz, más bien de post-punk, jazz y art rock o algo así

 Tengo un problema con el post punk. Lo detesto a morir o me gusta, pero no lo bebo puro. Puedo escuchar The Cure o Soda Stereo pero jamás los tendría en mi lista de favoritos. Algo así me pasa con las bandas más nuevas. Me encanta Black Midi pero Black Country, New Road me da medio igual aunque admito su calidad. Y no hablo sólo de distorsión y oscuridad, porque Chat Pile no me encanta pero absolutamente adoro a mis compatriotas de La Vida Boheme, a quienes he reseñado con La Lucha y Caribe Caribe. Mi problema es que no me gusta el goth.



En el caso de Maruja, una banda de Manchester, Inglaterra, que debutó en 2023 con Knockarea hay una mezcla con post-rock y jazz que lo hace irresistible. Entonces hay, entre otras, que referirse a bandas que me gustan mucho como Godspeed you black emperor, Mogwai o Tortoise pero también al saxofón como instrumento integral en las manos y pulmones de Joe Carroll, porque esta banda tiene profundas raíces en el género estadounidense.

Harry Wilkinson, responsable de las más extrañas, etéreas, distorsionadas y psicodélicas guitarras, agrega también las voces: pone los gritos desesperados, las narraciones góticas y los gemidos. El cuarteto, que compone en conjunto, lo completa el bajista Matt Buonaccorsi -quien trae las primeras ideas en la improvisación- y el baterista Jacob Hayes, presentes en todo momento en el disco, o podríamos decir EP, porque son apenas 4 canciones condensadas en 22 minutos: Thunder, Blind Spot, The Tinker y Kakistocracy, aunque tienen dos singles nuevos después de mayo: Zeitgeist y One Hand Behind The Devil. Un punto extra por el nombre de los temas.


A quienes odian las etiquetas de género, incluyendo la mayoría de los artistas en las entrevistas, pero creo que nos ayuda a saber qué escuchar y qué potencialmente podría o no agradarnos. Así que hay que decir que Maruja es también, probablemente, art rock, art punk, post-hardcore y/o jazz-rock pero no exclusivamente, porque no son tan experimentales, sino evocadores, grandes cultivadores de lo que preferiría presentar como un jazz manchado de post-rock y salpicado de post-punk.

Sin embargo, Maruja sí se atreve a describir su música. Dice que los han llamado "psychedelic jazz punks" pero que están muy influencias por la EDM, el rap y los sonidos industriales/experimentales (que agregarán en próximas grabaciones). Les han dicho que son rock alternativo / Art Rock / Post Punk pero de nuevo, que les alegra construir canciones desde el punk o el jazz.

Sus temas tienen momentos expansivos, reflexivos, casi melancólicos, mientras al siguiente minuto son psicodélicos, rockeros y potentes, en otros la guitarra intenta sonar electrónica mientras el saxofón te golpea en la cara. Y aunque tres de los temas no llegan a seis minutos y el último no alcanza los siete, apenas hay segundos para momentos ambientales minimalistas, sino están llenos de instrumentación aunque a veces haya disertaciones no tan estrictamente musicales.

Para escucharlos, gratis en Bandcamp, acá: https://marujaofficial.bandcamp.com/album/knocknarea

01 diciembre 2023

Mis álbumes favoritos del 2023: Ontological Mysterium de Horrendous, el jazz-metal-prog extremo tiene un nuevo héroe melódico

Todo asusta: el nombre del disco, el de la banda y la portada. Y claro que hay voces horrendas, del inframundo, influencias del death metal progresivo como Atheist, Pestilence y Death, cuyos nombres podrían espantar a la mayoría, pero también algo de de Rush, de Voivod y de Iron Maiden, ubicando a esta banda estadounidense no solamente en el género de música extrema, ni siquiera sólo en metal, sino en la experimentación melódica progresiva para ser completamente justos. Sin embargo, decir que no es una banda de metal extremo sería también una injusticia. 


Aún así, al escuchar detenidamente el papel prominente del bajo, el uso de riffs de thrash y los arreglos alegres, incluso humorísticos, es imposible también pensar en Primus, Sadus y Mr Bungle, en que el ska, el jazz y el punk se cuelan en tonalidades y arreglos, que son los aliños de una receta llena de riffs con dobles armonías y una voz agria que también resuena con los suecos góticos de Tribulation.

Entonces Horrendous presenta Ontological Mysterium después de un lustro desde su disco anterior, Idol, una producción de apenas 37 minutos en que durante 9 canciones, dos de ellas con menos de dos minutos en que nos deleitan con jazz progresivo fusión, colmada de un repaso histórico que recurre al death melódico de los europeos, a la exquisiteces progresivas de los canadienses más extremos y a las innovaciones alternas de los gringos, siendo ellos de Philadelphia, para lo que fácilmente sería uno de los tres mejores discos de 2023.

El tema "Chrysopoeia (The Archaelogy of Dawn)" con más de siete minutos de riffs perversos, arreglos metaleros y voces del infierno se balancea con temas más cortos donde protagonizan más las influencias más prog rock o jazz, hay efectos de fondo y siempre un bajo que añade colores extras bajo el mando de Alex Kulick y la percusión de Jamie Knox.

Las guitarras y voces de Matt Knox y Damian Harring se lucen especialmente en el tema final, en que la influencia del Heartwork de Carcass emerge poderosamente. Siento que me quedo muy corto para poder describir la riqueza de este tema, que exhuma lo que contiene el disco: escucho a Testament en sus distintas etapas, con zapatos blancos deportivos y veo la clase mundial del jazz-prog-metal, se nota una clara influencia del shred y de bandas como Vektor, Tomb Mold o Blood Incantation.

Lo escuchas acá, gratis en Bandcamp: https://horrendous.bandcamp.com/album/ontological-mysterium

Por cierto, el Ontological Mysterium de Horrendous es considerado el mejor dsico del año 2023 por la revista Decibel, alcanzó el segundo lugar como disco de agosto de 2023 en Angry Metal Guy y cuarto lugar en Album Of The Year (que promedia las críticas de muchas páginas especializadas), apenas detrás del Black Current Medium de Dødheimsgard, el cual ya reseñé en este blog (en el enlace anterior).