Imagina una canción de metal progresivo liderada durante la mayoría de sus más de 12 minutos por las melodías descritas por el bajo y el violín, voces guturales roncas y comedidas, un tenor con un tesitura magnífica, coros etéreos y un acompañamiento musical basado en el death. Épica, sinfónica, mística y elevada. Así empieza Exul (Exilio) de la banda australiana Ne Obliviscaris (No olvides), en ambos casos, originalmente en latín.
Rimbombante, pomposo, elegante, son palabras que se han usado antes para describir las composiciones de la banda, que como casi todos los discos que me han gustado en 2023, se tomó una buena cantidad de años para producirse. En este caso, la cuarta placa en 11 años (aunque el debut fue al quinto año de existencia), se tomó seis para darse a luz, después de embelesar a la audiencia mundial del metal con Portal Of I, Citadel y Urn, donde la riqueza de influencias, el progresivo detallista que combina arreglos orquestales, voces monstruosas acotadas con precisión y metal poderoso parecía amalgamar en una sola banda a artistas como Therion, Amorphis y Orphaned Land.
Hablar de metal extremo para describir este disco sería injusto. A pesar de las voces guturales cavernosas y la distorsión, en la mayoría del tiempo estamos hablando de metal progresivo, de tiempos medios o lentos, de voces líricas y de muchos arreglos de cuerdas, bajo el especial liderazgo de Tim Charles, encargado de teclados, voces limpias, violín y viola, que tiene en su currículo una extensísima cantidad de colaboraciones, incluyendo a los andorranos Perséfone y al colectivo progresivo The Circle.
Las guitarras del también australiano Matt Klavins y el francés Benjamín Berat son el tejido con el que se construyen las inmensas composiciones, combinando los riffs intrincados, los cambios de tiempos y ritmos junto a la batería, fieles acompañantes del violín y añadiendo texturas innovadoras así como solos vuelasesos, pero es el bajo el que adquiere un protagonismo compartido con el violín.
El joven italiano Martino Garattoni (33), miembro de Ancient Bards, es el nuevo integrante de la banda y uno de los que impone esa narrativa que recuerda a Gordian Knot, con un bajo que lleva la batuta melódica, que indica el camino que es acompañado por arreglos laberínticos, con el intercambio vocal de luz y sombra, de tiempos, modos y sentimientos. Es el hilo de Ariadna que nos ayuda a reencontrar el camino hacia esta bestia mítica australiana, producto de la diversidad internacional de sus integrantes y su experticia práctica.
Aunque renunció a la banda en febrero de 2022, el baterista Daniel Presland, que fue el representante de Australia en el concurso del baterista más rápido del mundo, hace un trabajo impresionante llenando cada espacio de arreglos minuciosos, pequeños fillers y poderosos bombos, poniéndole la mayor cantidad de progresivo a cada canción después del bajo. El muy ocupado Kévin Paradis se está encargando para las presentaciones, pero la banda sigue sin baterista titular.
Presland sigue con Vipassi, una banda de metal extremo progresivo que debutó impresionantemente en 2016 con Sunyata y con Black Lava (death/black). En la primera comparte con Berat y en ambos con el guitarrista Ben Boyle (A Million Dead Birds Laughing y Hadal Maw). Vipassi tendrá disco en 2024.
El cello fue gracias a la invitación hecha a Dalai Theofilopoulou. Ella ha estado ya en tres discos de The Ocean Collective, si quieren una referencia sobre su trabajo con bandas de metal progresivo.
Si quieres escuchar esta obra de ópera-metal-extremo, escúchalos gratis en Bandcamp acá: https://neobliviscarissom.bandcamp.com/album/exul
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