18 septiembre 2019

Slipknot llega a su sexta producción con un revival del nu-metal más su electro-industrial-percusivo-violento de 1999

Después de alegrarme muchísimo con el regreso de Cradle Of Filth a sus andanzas de black metal gótico sinfónico con Hammer of the Witches, ahora el nuevo disco de Slipknot "We are not your kind", apenas el sexto en 20 años desde su debut homónimo y tras media década sin producciones de estudio, arroja a tu cara un regreso a algunos de los elementos distintivos que dieron renombre del octeto, ahora con un solo percusionista tras la salida de Chris Fehn, de Des Moines, Iowa. Fehn (conocido como #3) dejó la banda apenas en marzo después de demandarla por retener pagos acumulados, acusando directamente a Shawn Crahan y Corey Taylor por esto.
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El nuevo disco tiene muchos de esos agudos sostenidos de las guitarras, areglos de samples electrónicos, golpeteos industriales, scratchs de DJ, arreglos nu-metal de guitarra, bajo y batería de tiempos entrecortados, los cambios de voz entre lírica y gritada propias del grunge que hicieron famoso a Taylor y poderosa percusión. Su single "Unsainted" tiene además los ganchos melódicos que encantaron al público a finales de los 90: coros muy pegadizos, cambios de humor de la tristeza a la rabia y puentes para pasar de caerse a golpes en el concierto a bailar cantando como si se tratara de una canción de POD o Disturbed.

En un largo disco, son 14 temas aunque tres de ellos son intros o interludios, Slipknot desarrolla sus diversas piezas, volviendo a sus orígenes pero con un gran peso al lado electro-industrial y percusivo de la mezcla, aumentando la cantidad de gritos pero agregando además unos coros colectivos de fondo, algunos de voces femeninos, que le añaden profundidad a los temas. Resaltan los arreglos que combina la fuerza percusiva con guitarras gruesas y cambios de tiempo, quizás un poco formulaico y repetitivo, pero siempre funcional para los objetivos propuestos.

Incluso en temas como "Critical Darling" se escucha algo de rap-metal a lo "Boom!", de nuevo de POD, lo que hace parecer que este disco es una especie de revival que bebe de las raíces del género al que le suman su personalidad original. Pero esto no es el Iowa, sino una versión un poco más arreglada y menos dura que su debut, aunque con buenas guitarras para descargar.

También hay algo de temas lentos, densos y malvados como la balada oscura "Liar´s Funeral" aunque no tan perversos como "Purity". Y así inicia la segunda mitad de la producción con "Red Flag", una especie de nueva "Spit It Out", sin voz melódica, para confirmar que esto es una remezcla de sí mismos, lo cual puede ser peligroso pero apela a lo que ya sabes que funciona. Así se escucha "Orphan", con pocos coros melódicos pero una resumen de sus primeras canciones.

El disco mezcla fiereza y misterio tratando de sacar lo mejor del pasado, tener partes melódicas y apetecibles para mayores mercados de su tercer y cuarto disco, y un horizonte abierto, ¿qué va a pasar ahora? Por ahora, a disfrutar de esta versión retrotraída, siempre divertida y potente de los enmascarados de Des Moines.

Puede escucharlo aquí
https://www.deezer.com/en/album/110601572

13 septiembre 2019

Fit To Kill de Blood Red Throne: sonido noventero con riffs ochentosos de death / doom

Blood Red Throne ha traído otro discazo para la segunda mitad de 2019. Invocando las oscuras alimañas del infierno para provocar la inspiración necesaria para producir un licencioso y pútrido disco que bebe igualmente de los cuellos de varios ancestros del death como de influencias más contemporáneas pero no más allá del año 2000.

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Así que arrancan con un tema de más de seis minutos que mezcla death/doom de medio tiempo y vieja escuela con black/death melódico de mayor velocidad, aderezado con un interludio atmosférico rematado por un buen solo de heavy metal. Dinámico, pero siempre maligno, el tema se acompaña de vocalización death/grind noventera así como riffs de tremolo picking ochentosos y shrieks a lo Benton o Barnes.

Con letras enfocadas en la muerte, lo sangriento y los homicidios, los noruegos dan una buena cucharada de la filosofía y la metodología de quienes abrieron los primeros cavernosos yacimientos del metal extremo, con una ingeniería actual, así como pinceladas de lo hecho por la segunda generación.

Con ocho discos anteriores en 21 años de carrera la agrupación nació cuando Tchort y Dod, quienes entonces estaban en Satyricon, decidieron iniciar la banda, tocando ambos la guitarra. El primero pasó además por Emperor y Carpethian Forest, pero había iniciado en el death metal con Green Carnation. Dejó la banda en 2010 y siguió Dod, quien también comparte sus dotes de guitarrista con bandas de otros géneros del metal como Cobolt 60, Scariot y Zerozonic.

La banda ha tenido una muy larga lista de vocalistas, bateristas y bajistas, con el más reciente bajista Stian Gundersen (The Dark Nebula) apenas con ellos desde 2018. Después de la salida de Tchort, solo han tenido un segundo guitarrista, Ivan Gujic, siendo el núcleo más estable de la banda.

Con esta premisa de death metal de vieja escuela, con voz profunda pero con distorsiones más pulidas que las usadas hace 30 años a pesar de usar técnicas similares, se destaca el cantante Yngve "Bolt" Christiansen (Grimfist).

Así que puedes esperar giros, arreglos, armonías y estructuras conocidas pero bien cultivadas mediante la experiencia, una superposición de dos épocas y una devastadora experiencia que se regocija en la existencia demoníaca de la música extrema por excelencia, la primigenia, la original.

Mi tema favorito, el más old school, Skyggemannen. Tanto que tiene claras influencias del thrash metal. Y es que el disco no es purista, más bien es una buena recolección de momentos en que todo era exploración y explotación de nuevos recursos. Y que ahora se pulen con herramientas novedosas que permiten darle más brillo a la tradición histórica.

Lo escuchas aquí: https://www.deezer.com/es/album/99452862

09 septiembre 2019

Howling Sycamore presenta su segundo disco experimentando entre el metal extremo y el heavy épico

El segundo disco de Howling Sycamore me dejó de nuevo sin palabras. Después de un primer disco donde retó el concepto de heavy metal, el de metal progresivo e incluso el de una banda que hace música extrema o no, al mezclar incluso un demencial saxofón barítono del mítico Burce Lamont (Yakuza) a la mezcla.
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Su extraordinario cantante, Jason McMaster (Watchtower), quien en el primer disco hizo vocales más cercanos al thrash metal de vieja escuela, se explaya en sus habilidades para darle un toque más místico y dramático con voces más al estilo del heavy/power, que puede recordar al finado Ronnie James Dio.

Si lo analizamos en teoría, esta banda no tendría porqué funcionario, porque está completada por Davide Tiso, la mente maestra detrás de la extinta Ephel Duath (black metal / jazz / avantgarde), en bajo y guirra y Hannes Grossman (Alkaloid, Bottled Science, Eternity´s End y muchos otros más).

En Seven Paths of Annihilation, un disco con temas en primera persona sobre la destrucción del yo en la búsqueda del autoconocimiento, lo que es coherente con el enfoque vocal, se escuchan composiciones que rompen con las estructuras, retando y halagando al oído, con temas que no tienen coros, incluso prescindiendo de riffs, para hacer largas -de más de seis minutos en cada uno de los 7 temas- elucubraciones desde la guitarra, dándole un máximo protagonismo a los solos y sin un núcleo sónico.

La calidad del sonido es altísima, lo que permite repasar el disco varias veces para impregnarse de ese viaje caledoiscopico, menos brutal que el primer disco aunque aún con un par de blastbeats en su penúltimo disco, así como enredarse en las atmósferas y capas creadas por Tiso.

Entre los invitados que repiten está el propio Lamont, quien en lugar de llenar el disco con demencial caos, ahora solo participa con dos solos en el último tema, "Sorcerer", donde también toca Otrebor (Botanist, donde ahora también toca Davide) para agregar el dulcimer, un instrumento percusivo con cuerdas que usa en su banda principal. El tema finaliza suavemente, con un finale de pianos.

El guitarrista Kevin Hufnagel (Byla, Dystrhytmia, Gorguts, Vaura) repite como invitado en un par de temas, mientras que debutan Fabian Vestod (baterista de Skinlab) y Matt Bladwinson, guitarrista de Dream Tröll (heavy/power), lo que ofrece un adelanto de la bizarra oscilación entre géneros épicos y extremos en que se sumergen sin comprometerse realmente con ninguno. Y para rematar, en el cuarto tema está de invitado Martin Friedman.

Lo escuchas aquí https://howlingsycamore.bandcamp.com/album/seven-pathways-to-annihilation

06 septiembre 2019

Blasphemy de Kayo Dot: refrescante regreso al rock abandonado el synth experimental pero aún indefinibles

 Bravo por Toby Driver. Después de dos discos que detesté o me aburrieron con Kayo Dot, el Blasphemy de 2019 es refrescante. Sin llegar a la mezcla de post-rock, doom metal y música experimental tan bien balanceada de Hubardo y lejos del metal experimental de sus comienzos, el disco tampoco es gobernado por las atmósferas sintéticas y relajadas más recientes.

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Manteniendo la vibra electrónica de Coffins y Plastic House, así como su trabajo solista, el ahora cuarteto parece tratar de hacer su disco más rockero o basado en guitarras en muchos años, permaneciendo difíciles de clasificar o definir. Con interesantes percusiones, varias capas de guitarras y un elaborado trabajo vocal que muestra el amplísimo rango de Driver para rememorar lo salvaje y lo suave, el disco se queda en términos medios.

Me escasean las ideas y las palabras para explicarlo. Es indefinible y aún así digerible. Hay gran experimentación sónica, canciones basadas en guitarras, técnicas que toman prestadas de otros géneros, orquestaciones a medio camino con riffs rockeros y una forma extraña de pop experimental que atrae.

En un terreno entre el space rock y lo psicodélico, me recuerda tanto a Porcupine Tree como al War of Roses de Ulver. Acompañado del guitarrista Ron Varod (Sabbath Assembly) y los bateristas Leonardo Didkovsky y Philip Price, parecen marcar un nuevo camino más que una llegada.

Claramente es una forma perversa de músicos con experiencia en el metal extremo experimental de entrar a producir, de forma muy pulida, otros estilos, para usar tanto las trumpetas como el tremolo picking para describir al universo bajo una nueva mecánica.

Mi tema favorito, con gruñidos vocales incluidos, Vanishing Act in Blinding Gray.

Lo puedes escuchar aquí https://kayodot.bandcamp.com/album/blasphemy

04 septiembre 2019

Mestís, un proyecto de jazz / metal suave y atmosférico de Javier Pérez, el "otro" guitarrista de Animals As Leaders con músicos de Intronaut

Gracias a un intro de guitarra acústico de Javier Reyes (Animals As Leaders) en el Berseker (2019) de Amon Amarth pude llegar a la maravilla musical de Mestís, un proyecto creado en 2012 por este músico en que en cada producción ha juntado un pool extraordinario de músicos para un proyecto de rock progresivo / jazz, por ponerle alguna etiqueta, que realmente une lo emocional y lo técnico de una manera muy suave y acoplada para generar una extraordinaria experiencia auditiva, distinta a lo acostumbrado en géneros con tantos virtuosos.
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Mestís es un trío completado por dos músicos de la banda de post-metal progresivo Intronaut: Joe Lester en el bajo y Dave Timnick en la batería pero en cada disco ha tenido invitados que le dan un matiz extraordinario.

Para el debut fueron Matt Garstka, su compañero en Animals As Leaders, en batería programada, así como el percusionista de Calle 13, Héctor Barez, y el trombonista David Stout (Marvin Gaye, Juan Gabriel, Smokey Robinson). Y para el primer disco repitió Garstka, así como Mario Camarena y Erick Hansel de la banda de math rock progresivo CHON.

Suave, delicado, con arreglos poderosos pero muy digerible para el público general y usando la guitarra de ocho cuerdas, en su segunda larga duración Eikasia (2018), después de Polysemy (2015) y el EP debut Basal Ganglia (2012), se inclina por un sonido casi pop / smooth jazz, que provee de una nueva experiencia al ser tan escuchable pero que también tiene bemoles al ser un disco conceptualmente algo menos logrado que los anteriores.

Podría compararse un poco con Our Oceans, en esa reencarnación mucho más light y menos metalera de Exivious y está bastante alejado de las intrincadas y ambiciosas interpretaciones del venezolano Félix Martin.

En Eikasia, con apenas siete temas, se aleja de las estructuras más jazz/metal de Polysemy aunque conserva, especialmente en su primer tema, "El Mestizo", mi preferido, un poco de esa fusión con ritmos / folclore latinos que desarrolló en Basal Ganglia. El baterista Eric Moore, en la banda de doom experimental Lillake y conocido por su trabajo con Suicidal Tendencies e Infectuos Groove y también en su compañero en la banda T.R.A.M, se encarga del instrumento en esa canción.

Lo escuchas aquí https://www.deezer.com/es/artist/4373325