Entré al progresivo por bandas como Death y Cynic pero más tarde por monstruos como Gorguts, es decir, desde su lado extremo, intrincado, laberíntico, influenciado por el jazz en estructuras tanto como por el death y el doom europeos. Es decir, oscuridad y acordes menores, atmósferas densas que evocaran emociones tristes con temáticas filosóficas existencialistas depresivas.
Así me encontré con el quinto disco de los suizos Stortregn (lluvia tormentosa en alemán) que se despacharon un enrevesado disco de black metal melódico, aderezado de death metal y con las estructuras propias de bandas como Pestilence o Sadus).
Para este disco 2023, que titularon Finitude (finitud), apuntaron a usar tres guitarras para darle más profundidad a sus composiciones sin alterar el claroscuro de tocar música extrema con arreglos minuciosos, que adornaron con importantes influencias del flamenco, no sólo con un par de puentes de guitarras acústicas como en Xeno Chaos sino en momentos en que los tremolo picking, con guitarras afiladas apocalípticas y shrieks punzantes estuvieran acompañadas (gracias al trío de cuerdas distorsionadas) de sonidos del folclor español al unísono.
Los suizos abundan en elementos brillantes como solos imposibles, combinados con arreglos milimétricos pero brutales de bajo y batería, riffs melódicos en ráfagas majestuosas que siempre están presentados de forma avasallante con shrieks o guturales en alta ganancia, cambios drásticos que llevan a solos aún más espectaculares o tiempos extraños en que todo ajusta mecánicamente con gracia y poderío, como una maquinaria mutante que reutiliza cada recurso para volver a impactar.
El tema "De Inferno Solis" no sólo tiene rasgados flamencos sino también oscuras voces de guturales cavernarias (de mano de su cantante y guitarrista Romain Negro), blast beats arrolladores sino también los variados colores de un bajo que logra hacer estos cambios repentinos y veloces con pericia artística. El sonido denso y atmosférico de las seis cuerdas es permanente, variando entre el prog-jazz y el progresivo, bien alemán, a lo Obscura, pero añadiendo una textura muy propia, casi doom, que parece una tercera voz, que termina de propiciar una experiencia de riqueza sónica. También tiene flamenco, incluyendo la intervención de la cantante Rebeca Castilla, algo de coros litúrgicos y órganos para darle aires de oscuridad mística.
Cierran el disco de una manera explosiva, usando todos los elementos como si se tratara de la locura de un pintor abstracto armado de una ametralladora, aterrorizando a los oyentes. Hay un delta de arpegios, que abundaron durante todo el disco, concentrados en un intro en que el baterista ya no sólo muestra su velocidad, precisión y brutalidad sino capacidad de producir un fill único.
Entonces se desbordan en nuevas distorsiones vocales, en más arreglos percusivos que no habían usado, otra metralla de solos de guitarras y combinaciones de thrash con death metal melódico, combinando de forma majestuosa los riffs con el acompañamiento de bajo y batería, para terminar agotados, como cuando sales de una pelea que casi duró demasiado pero terminó justo a tiempo. Este finale está adornado además de un solo de Manuel Barrios, su bajista y la invitación de Merlín Bogado, guitarrista de Dyssebeia, banda de death metal progresivo en la también participan su guitarrista Duan Bathija y su baterista Sam Jakubec, quien también es compositor y músico de jazz.
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