05 septiembre 2018

Historias de indignación y control de precios (de 2014)


Un texto que escribí para mi Facebook en 2014... y parece que no hemos avanzado mucho...
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Fuente

En el Terminal de Maracay, durante una inspección de la GN y la SUNDDE a buhoneros que vendían productos de higiene personal, obligándolos a venderlos a los precios regulados, una de las vendedoras decidió lanzar los productos al aire, regalándolos.
"Somos ganadores, mañana los venderemos al triple"
"Así no hacemos nada, señora", le dijo el GN
"No me vas a obligar a vender al precio que tú quieras".
Otra decidió gritar más duro: "¿Y por qué no van a buscar a los que se robaron los 20 mil millones de dólares? El gobierno lo que hace es joder al pobre. ¿Por qué no se van donde los chinos? Ah, porque ellos tienen plata para mover el poder. No hay ni un culpable por el peo de CADIVI y el pueblo que hace su cola para vender 4 desodorantes y 4 champús para mantener a sus muchachos, le cae la Guardia".
Las colas en cada puesto buhoneril eran larguísimas y el que vendía parecía un colector, con ese montón de sencillo cuando vendía ahora todo a 11, 15 y 22, en vez de 100, 150 y 200. Una usuaria pasó y les dijo: "Sí, hacen la cola pero para especular cómo les da la gana, abusando del que necesita".
"Cállate, mamagueva, haz tú la cola si quieres comprar barato".

En la parada de autobús, por costumbre como sabemos, entre la Avenida Bermúdez y la Constitución, dirección norte-sur, para ir hacia Campo Alegre y Los Samanes, se atravesó un camión de pollo que estaba despachando, botando sangre en el piso y causando un enredo cuando llegaron tres autobuses al mismo tiempo.
"Coño, sabes que vivimos en Venezuela, aquí nadie respeta nada y hacen lo que le des la gana", dijo una señora.
Una vez en el autobús, cerca de la Zona Industrial Campo Alegre, un señor en la calle pide la parada. Cuando trata de subir con la unidad aún moviéndose pero lentamente, tarda varios segundo en hacerlo. Su sobrepeso y andar en sandalias de plástico no lo ayudaron a lo que parecería una hazaña a quien no conozca nuestra idiosincracia. Un camión de carga que iba atrás tocó la corneta durante los laaaaaargos segundos que tardó en subirse, y al cruzar gritó: El coooooooño e tu maaaaaaaadre.
A los minutos pasamos por delante de una extensísima cola para comprar leche en polvo en Súper Líder Los Samanes. "Cuando venga el captahuellas no va a haber nada, nada, un coño", dice el señor que se subió.
"Esto es terrible, la captahuellas va a empeorar la escasez. Este gobierno no sirve para nada".
"Todo va a ser peor cuando venga la captahuellas".

Parado en la esquina, tengo a cinco motorizados al lado esperando también que cambie el semáforo. Están todos sobre el rayado peatonal: dos motorizados con chalecos naranjas.
En la otra esquina, un TransAragua arranca lentamente cuando de repente, desde el canal del medio se le atraviesan para cruzar a la derecha dos Policías Nacionales Bolivarianos, que ni tocan corneta ni avisan y a la velocidad de la urgencia.
Los motorizados miraron indignados, se miran entre sí y ponen cara de reprobación. Uno de ellos dijo en voz alta: "y después nos quieren venir a martillar".