Ayer Maduro dijo que el plebiscito en Colombia resultó en "empate técnico" y estoy de acuerdo en los términos estadísticos. Pero la diferencia no es matemática sino política. Santos llamó a la oposición, a los que apoyaron el NO a debatir para insistir en un acuerdo que no parta el país en tres partes: 63% que no votó y los que votaron divididos por menos de un 1%.
La primera propuesta de Uribe es reveladora: amnistía para los rasos de las FARC. Es decir, un perdón necesario para quienes "seguían órdenes". ¿Pasará lo mismo con militares? Se abre un debate nuevo después de conversaciones por 4 años.
Por su parte, Maduro cuando ganó habló de "la mitad más grande" y le otorgó más importancia a quienes votaron por él -con o sin presión, remolque o abusos contra quienes no querían- que a quienes se le opusieron. Al contrario el mensaje oficial fue considerarlos engañados, confundidos y manipulados. Entonces no llamó a la oposición a integrar ministerios, ni a compartir decisiones, no como intentó hacerlo luego del 6D para tomar decisiones económicas impopulares y echarse el carro juntos.
Santos no llamó a Uribe traidor, ni dijo a los colombianos que él quería construir la paz pero no lo apoyaron. La pregunta también era tramposa: ¿usted apoya la paz duradera? te ponía a creer que el acuerdo era perfecto y bonito contra usted quiere la guerra y la violencia sin contemplación. La cuestión era demasiado vertical.
Ahora quienes dijeron y apoyaron NO llevarán las propuestas y debatirán, mientras las FARC llaman a reflexionar. Nueva lección: no es caerles a plomo ni mandarlos todos a la cárcel lo que proponen desde la oposición colombiana sino nuevos términos en que los de arriba no tengan lo que consideraron temerarios beneficios.
A ver si eso sirve para ver desde otra óptica al diálogo: porque ahora el expresidente colombiano que enfrentó a Chávez también quiere hablar, debatir y acordar, en vez de comprar más armas y tener mejores estrategias de batalla. Pide condiciones finales muy disímiles a las acordadas en La Habana, pero recurrirá a las palabras.
Mientras Maduro se sigue encerrando en sí mismo, se niega a cualquier elección y hasta tiene que aceptar que otros amenacen y digan que Diosdado -que fue el presidente encargado un ratico en abril de 2002- lo podría sustituir. Y eso es pura amenaza porque nadie lo querría. ¿Y del diálogo? Pues como en Colombia: unos de arriba que quieren salvar la cabeza y otros que no pueden permitirlo pero todos quieren llegar a un trato...
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