Hace un par de años hacía una columna web llamada Rock Sancochao. Para entonces, escribía sobre música basado en los anuncios gubernamentales. Una vez resalté el combate del SENIAT contra el contrabando y el cumplimiento de la Ley de Protección al Derecho de Autor, que parecían revelar esperanzas para los músicos nacionales y la lucha contra la piratería. Incluso entonces se habló del CENDIS y los discos que editaría el gobierno para todo artista en cualquier género que le hiciera falta. Parecía todo positivo. Pero ahora se agregan un par de cosas que revelan para dónde vamos. Todo está tan clarito y a la vista, allá en Cuba, y nosotros seguimos adivinando.
Centro Nacional del Disco
Según el
MINCI, el
Cendis aportará más de 500 títulos y 15 millones de copias al año, y en
ABN se revela que: "
Un impactante edificio blanco de seis pisos, con un área de más de 2 mil metros cuadrados de construcción y aproximadamente 15 millardos de bolívares en inversión, dará vida a este complejo único en Latinoamérica que tendrá, inicialmente, capacidad para producir 28 mil discos diarios". Tienen además dos estudios móviles para registrar música indígena y aceptarán poetas y declamadores para sacarles su disco.
Según ambas notas, todos los artistas que desean pueden asistir para todo tipo de servicios: replicación si ya tienes tu disco, impresión del arte o portada e incluso entrar en el catálogo y cadena de distribución del Centro Nacional del Disco, el cual pagaría regalías más altas que cualquier disquera porque su interés no es mercantil, según declaraciones de su presidente, Xulio Formoso.
Si no tienes tu maqueta (sic) lista, haces una solicitud y un Comité de Catálogo decidirá según tu curriculum y género, quienes podrán grabar, editar y replicar sus discos con apoyo del nuevo instituto. En datos oficiales, ya hay más de 300 solicitudes hechas por distintos tipos de artistas, desde el joropo hasta el rock, pues se pretende alentar todo tipo de manifestaciones artísticas, aunque las primeras producciones apuntarán hacia materiales didácticos y educativos para apoyar las ideas del bolivarianismo.
Por tanto, las películas que salgan de la
Villa del Cine, también serán replicadas y distribuidas en las librerías
Kuaimare -ahora se llama
Librería del Sur-, aunque algunos se regalarán entre los
consejos comunales de los lugares más pobres (suponen que tendrán reproductores de CD y DVD). Así podremos ver
Postales de Leningrado en casa aunque los gafos de Cines Unidos la hayan quitado ya de la cartelera en Maracay.
Otras cifras apuntan que ya han replicado 50 títulos, pero la capacidad de las máquinas y técnicos traídos de Holanda, será de 28 mil discos y DVD diarios. ¿Tantos? Eso mismo me han dicho amigos músicos. Eso significaría que cada artista saldrá de allí con -por lo menos- 28 mil discos listos para regalarlos, venderlos a 2.000 bolos o entrar en distribución nacional en lugares dónde la gente normalmente no va a comprar discos.
Suena promisorio pero para esto haría falta un esfuerzo de los poco especializados medios de comunicación, dándole más espacio a estos artistas, relevando a segundo plano a los internacionales y a los más locales que sean más tradicionales o comerciales, y crear incluso nuevos medios -el CENDIS tendrá su propia radio- para sonarlos, y así seríamos el país alternativo que todos creen en Europa que somos. No es sacar discos por sacarlos, es que la gente sepa que existan y se inserten en el gusto local. Porque si tengo que sintonizar una radio única e ir a una tienda que nunca voy, mi disco tendrá la misma oportunidad de difusión que un programa de TVes.
Poliedro y Teresa
Si consideramos que
Alejandro Sanz no podrá tocar en
El Poliedro, "porque no", según uno de los funcionarios públicos, que
Manu Chao y Cultura Profética -que me gustan mucho- pueden venir cada vez que quieran porque son de izquierda no crítica al gobierno venezolano y que ahora en el
Teresa Carreño no te podrás presentar a menos que firmes una declaración de no crítica al gobierno de ninguna forma, como
revela Pedro Lastra, nos preguntamos ¿hacía dónde vamos con todo esto?
Seremos como Cuba
Mi hermano ha ido un par de veces a allá. Me dijo que las discotiendas son inmensas. Él preguntó por los discos de reggeaton y le indicaron toda una pare de unos 10 metros, con cientos de discos de artistas que jamás él había escuchado en su vida. Nada de 50cents, Daddy Yankee o similares pudo encontrar ni le pudieron vender. "Eso no existe", le dijeron.
En las películas
Habana Blues y
Arturo Sandoval: for love or country, podemos entender cómo el músico cubano debe tener un carnet del partido o estar de acuerdo con el gobierno para poder tocar, grabar un disco o acaso salir del país de gira. Y los artistas internacionales deben ser no críticos al régimen y se les muestra lo mejor de la isla, con festivales de jazz que duran sólo durante su visita y bandas underground sin el apoyo de ninguno de los viceministerios dedicados a los distintos géneros musicales en
Cuba.
¿Y entonces?
En Venezuela es fácil de intuir, sin tirárselas de adivino: los artistas internacionales que vendrán serán trovadores de izquierda y similares sin ningún tipo de peligro ideológico, las disqueras y discotiendas se verán rebasadas por la cantidad de discos y artistas nacionales ofrecidas por el Estado, y las radios se verán obligadas, presionadas o en la posición de promocionar más y más los talentos locales, prescindiendo de toda influencia extranjera.
Por cada Arjona habrá 10 cantautores, por cada Metallica habrá 10 bandas de metal venezolanas, por cada Daddy Yankee habrá 10 artistas de reggeaton comunitarios. ¿Esto es bueno, malo? Tendrá su ventaja indudablemente en muchos aspectos: culturales, económicos, artísticos y hasta sociales. Esto mientras el CENDIS evalúe verdaderamente el talento musical y no otras consideraciones políticas, si las discotiendas y disqueras no quiebren dejando de ofrecer discos internacionales, limitando la competencia y frustrando el mercado, y si aún es posible ver a artistas como Jorge Drexler, Slipknot, Alejandro Sanz o Black Eyed Peas en los grandes escenarios del país, sin necesidad de censura previa.
Me gusta mucho la idea que las bandas de rock, los cantantes de joropo y las orquestas de salsa menos conocidas puedan sacar sus discos, ser distribuidos y difundidos, eso dará oportunidad a talentos locales alternativos a triunfar, a hacerse conocidos y a aumentar el gusto por lo local en nuestro país, además de hacer crecer una industria dónde hay fotógrafos, diseñadores, productores, roadies, profesores, productores, ingenieros de sonido, músicos, managers, publicistas, periodistas y un largo étcetera, más bien lo aplaudo.
Pero como dicen cría fama y acuéstate a dormir, con la sucesión de listas negras y discriminiación que disfrazan de inclusión (quítate tú para ponerme yo, deja al pobre siendo pobre para que vote por mí), tengo que sospechar y decir que lo que no me gustaría es no poder comprarme el disco o la entrada a un concierto de un artista -de dónde sea que venga- porque el gobierno decida que "no es revolucionario".
No es por criticarlo todo cuándo yo mismo podría verme afectado positivamente por esto (podría crear una revista, podría ofrecérsela al MINCI, habrá más chance para los que se dedican al periodismo musical), sino que el gobierno te mal acostumbra.
Rock de la lista Tascón, Punk bolivariano, Hip hop del consejo comunal, Electrónica socialista, Metal soberano, Salsa endógena y Reggeaton indígena parecen ser los próximos géneros musicales de un país dónde ni Soda Stereo -por ahora- podrá venir por culpa de la Reforma Constitucional, el 2 de diciembre. Y ahora no tenemos ni PumaTV, nuestro MTV criollo.
¿Abrirá el CONAC un canal así ahora para apoyar los videos nacionales hechos en la Villa del Cine de los Productores Nacionales Independientes y los Comunicadores Socialistas de la UBV para los artistas firmados por el CENDIS en pro de la soberanía musical?