29 marzo 2020

Mi primer virus me dolió mucho

Creo que tenía como siete años la primera vez que leí sobre los virus informáticos. Había aprendido hace un par de años a leer de forma autodidacta, así que devoraba con los ojos y la mente todo lo que había en mi casa. Gracias al amor por los libros de mi papá, comprador compulsivo primero, tuve a mi disposición cientos de tomos.

Debo admitir que aún no había desarrollado totalmente mi comprensión lectora, así que estaba un poco literal en mi captación intelectual.

Aún así, con lo obtenido por medio de la absorción obsesiva de niño nerd, le daba rienda suelta a la imaginación y la interpretación. No me interesaba tanto saber sino tener tener los insumos necesarios para especular de forma creíble. Quería ser escritor, no periodista. 

Recuerdo que daba explicaciones inventadas, bajo deducción, basado en lo que había leído en alguna de las varias enciclopedias hogareñas. Hice varias exposiciones en el colegio, muy mal planificadas y repasadas, hablando del inventor de los Rayos X o los primeros filósofos griegos, no sólo porque sabía sino porque estaba seguro que lo demás no sabían. 

También le contaba mis teorías como si fuesen verdad a cualquier familiar adulto que quisiera escuchar, aunque su mirada me revelara que admiraba más mi elocuencia que mi veracidad. Así explicaba porqué los árboles estaban ordenados de cierta manera en una montaña o el comportamiento de las gotas de lluvia sobre el vidrio.

Me deleité sólo de imaginar lo que vendría cuando posé mis ojos sobre ese reportaje sobre los peligros de la infección de las computadoras que encontré en un suplemento infantil dominical que venía con el periódico local.

Leí que los virus informáticos se transmitían por el descuido humano y que estas patógenos digitales podrían producir verdaderos dolores de cabeza.

Entendí, con gusto de no corregirme, que los virus informáticos eran una genialidad casi sacada de la ciencia ficción que permitía no sólo infectar a similares cibernéticos sino también a sus despistados usuarios.

Estos virus, creados en laboratorios de computadoras, pasaban de uno a otro en la comodidad insospechada de diskettes infectados en una prehistoria digital sin memorias USB o correos electrónicos, sin descargas ni sitios webs malignos o sospechosos. La proto-pornografía de gifs animados y Larry Larry era el vector ideal.

Imaginé que en una consecuencia inesperada, estos virus pasaban al humano por medio del contacto con el ratón y el teclado. La educación sexual basada en el terror para infundir abstinencia que uno recibía de padres y escuela sostenían la creencia que tocar era peligroso.

Supuse que estos virus digitales aprendían a comportarse como pulgas binarias que saltarían hacia la piel, alojándose allí temporalmente. Y era durante ese tránsito en la vida orgánica, en la se alojaban mientras esperaban invadir otro terminal de fosforescente luz verde en un nuevo escondite orgánico, cuando llegarían a causar dolencias por alguna interferencia entre este nuevo invasor y nuestro cerebro humano.

Allí estaban los dolores de cabeza que leí en el reportaje. En mi mente, no en el papel. En mi falta de una mayor comprensión de las analogías, que apenas descubría leyendo poesía.

La ilustración con el niño triste por las consecuencias de tener un virus en su amada amiga electrónica me reforzaba mi primera y propia teoría de conspiración. Era una advertencia de salud, pero que era fácilmente curable: un programa antivirus que funcionaría de doctor que diagnostica, antibiótico curativo y vacuna preventiva.

Necesitaba que alguien me salvara de estos símiles.

En mi infantil orgullo intelectual, después de escuchar tantas veces que "no mojaba sino empapaba" porque era un ávido lector de historia, geografía, literatura y ciencia enciclopédica, periódicos, revistas, suplementos y cuentos, fui corriendo a contarle mi primer resumen periodístico a mi mamá, antecedente premonitorio de mi dedicación laboral, para encontrarme con las impredecibles consecuencias de mi desinformación involuntaria.

"Qué malo, yo que pensaba comprarte una computadora". 

Me dolió. 

Mi primer virus me dolió mucho.

25 enero 2020

Doblete avantgarde: black metal - trip hop - folk húngaro de Thy Catafalque / Black metal hipster con arpa, vibráfono y oboe japonés de Liturgy

Describir la música rara, experimental y de vanguardia puede requerir mucha poesía o amplios conocimientos de teoría musical. Y como me encontré con tres obras realmente extraordinarias como retadoras, las voy a resumir para ustedes, porque si aman explorar nuevos horizontes y conocer artistas que se ríen de los géneros, este post los va a iluminar.

Naiv

Empezamos por Thy Catafalque, la obra de Tamás Kátai, quien desde hace 15 años ha combinado magistralmente el black metal, el trip hop, el folk de su natal Hungría y la música industrial para elaborar una especie de metal progresivo muy retador. Con "Naiv" publicado el 24 de enero de 2020 este compositor y arreglista parece haber llegado a un nuevo nivel en la producción, mezcla y presentación de sus ideas.

Su resultado es combinar sin estridencias los arreglos de instrumentos orquestales con las capas de electrónica y el metal extremo sin sonar como un collage, a pesar de la colaboración de siete músicos, nueve instrumentos y cuatro cantantes invitadas: Martina Veronika HorváthGyula Vasvári, Zoltán Kónya y alguien bajo el seudónimo P.W. Hermann. Muchos de ellos anteriores colaboradores de su proyecto Gire.

Así logra un hilo conductor en cada tema que permite sumergirse en la música sin esperar o sobresaltarse porque viene la distorsión, la paz acústica, el arreglo orquestal o la atmósfera electrónica a pesar de la incursión del violín, la viola, el violonchelo, el oud, la citera, el trombón, el saxofón, la quena y el bajo sin trastes.

Aunque el disco empieza con una furiosa descarga de black metal que es suavizada con tonos de soprano, hay sorpresas como los tonos funk y slaps del bajo, los momentos de metales jazzísticos, el dominio de los sintetizadores e incluso algunos grasps de black metal. Y aunque Tamás dice que el disco hace honor al temperamento infantil, informal e improvisado del arte naive, lo que alcanza es de una genialidad sónica.

Mi tema favorito es Vëto, una épica de ocho minutos que inicia con disonantes riffs de metal pero que evoluciona hacia una melodía de electrónica/rock progresivo/medio oriente que puede ir entre Vagabond de Subterranean Masquerade y temas menos metaleros de Orphaned Land para pasar a elucubraciones industriales atmosféricas a lo Samael para luego volver a la percusión, los riffs pesados y cacofónicos, los coros femeninos y la disonancia.

La combinación es aún más compacta que lo logrado por Thank You Scientist, siendo Naiv el disco menos pesado de su carrera, no alcanza las estrindencias de Solefald o The Hirsch Effekt, sino es un viaje extraordinario que incluye sonoridades de Medio Oriente y gitanas con momentos de oscuridad como en el tema Vëto, sobre una poderosa base de industrial europeo que deja una suculenta sensación.

Lo puedes escuchar aquí: https://thycatafalqueuk.bandcamp.com/album/naiv

H.A.Q.Q.


A tu computadora no le falta memoria. Bueno, quizás sí, pero no es por eso que suena así este disco. Liturgy es una banda que podría presentarse como black metal 2.0, si uno hace la analogía con el trap y el rap de Soundcloud o el underground experimental de Bandcamp. Pero en este caso es porque partiendo desde el black metal experimental claustrofóbico y asfixiante que se puede escuchar en bandas como Imperial Triumphant y Car Bomb o cualquier cosa donde toque o produzca Colin Marston, le agregan arreglos electrónicos y sinfónicos desconcertantes.

Esos terribles sonidos que arroja tu computadora cuando falla la memoria, murmullos en forma de ópera de vanguardia como Lingua Ignota y muy raros sonidos de cuerdas, vibraciones asiáticas y teclados son introducidas en el fondo del caótico ruido de avantgarde progresivo que cesa, se interrumpe y alimenta con estas externalidades.

Así vibráfonos, pianos, arpas, hichiriki (oboe japonés), ryūteki ("flauta dragón" japonesa) y un ensamble de cuerdas comparten protagonismo con las guitarras, batería y bajos de pura maldad para juntos hacer sonidos muy brillantes, como un black metal asoleado, a lo Sunbather de Deafhaven e irremediablemente comparable con Sigh, progresivos y vanguardistas, pero niuyorquinos en vez de japoneses.

No son pequeños arreglos de instrumentos exóticos, es que el metal es por momentos una parte accesoria, circundante y casi periférica para el concepto que incluye completos interludios con estos instrumentos "no metaleros", así como principal apoyo en melodías, siendo un ingrediente homogéneo de las agudísimas armonías. Así los arreglos de arpa suenan al mismo volumen que la batería, por ejemplo.

Y si lo que hace Paladin o Stormlord al combinar black metal con power metal o lo que hace Aetheria Conscientia con su black metal jazz cósmico es señal de una nueva época, definitivamente hay un nuevo género exploratorio en lo que hace Liturgy, con su nombre tradicional y su rareza absoluta para presentar su concepto artístico en la prolífica y bizarra escena de Nueva York, donde también podemos ubicar a Pyrrhon, Woe y Dead Empires.

Por supuesto que hay un genio central, Hunter Hunt-Hendrix. Olvídate de Zeal & Ardor, aquí está la verdadera vanguardia con el black metal deconstruido, con la visión hipster, con el sol de verano pegándote en los ojos para hacer riffs que derritan tu cara añadiendo luminiscentes sonidos que hacen realmente estridente, confuso y horriblemente que también tenga hermosas melodías.

16 enero 2020

Nijimusi de los japoneses de OOIOO: rock psicodélico experimental para surfear galaxias

El nombre de la banda puede ser un gran adelanto de lo rara o experimental que puede ser. Así pasa con xöxö öxxö y su ópera gótica electrónica metal. En el caso de OOIOO, de la baterista y trompetista YoshimiO de la banda Boredoms es similar.

Con una carrera de seis discos en el que cada uno deconstruyen el rock -me perdonan el posmodernismo- para jugar analógica y digitalmente con sus formas, partes y sonidos. Vale apuntar que Yoshimi fue la artista invitada del disco "Yoshimi battles the pink robots" de los extraños rockeros psicodélicos de The Flaming Lips.



El nuevo disco "Nijimusi" viene después de un silencio de siete años desde Gamel, cuando hicieron música javanesa gameliana usando dos metalófonos, un instrumento folclórico que podríamos comparar con un xilófono, en que el sonido se consigue haciendo percusión sobre una serie de piezas metales. Piensa en las orquestas que acompañaron al Unplugged de Björk para hacerte una idea. Y así hicieron jazz rock.

Volviendo a la configuración básica de dos guitarras, bajo, teclados y batería, crean un repertorio que va desde el post-rock al surf con capas de mucha psicodelia guitarrera pero siempre lo-fi con su filosofía de "sacarle sonidos a los instrumentos" desde un enfoque primitivista. Sin obligarse a ninguna técnica.

Gracias a su nueva batería también tienen una gran sabor a jazz en cada tema mientras tienen momentos de pura experimentación incidental (como el disco raro instrumental de Revés de Café Tacuba) en que los ruidos blancos, sonidos aislados, gritos, murmullos y atmósferas electrónicas toman poder mental del oyente.

Siempre con una estética lo-fi y vintage, con distorsión mínima y sin estridencias sino manteniendo las cosas simples, piensa en la banda The 5.6.7.8 en la película Kill Bill o el trío también japonés Tricot, se pasean por el electrorock y el rock progresivo dentro de una misma canción junto a los elementos ya citados.

Con ocho temas para llenar de sonoridades desquiciadas, con base en el indie rock y lo experimental, OOIOO llega a lo mejor de su disco en los tres últimos temas con una visión más épica: temas de 8 a 11 minutos, uno de ellos con el largo nombre de "Walk For “345” Minutes, While Saying “Ah Yeah!” With A “Mountain Book” In One Hand, Until A Shower Of Light Pours Down" con sonoridades más cerca del surf rock, el post-punk y el pop-jazz vocal sin dejar de agregar raros e incidentales sonidos de funk cósmico, vientos sintéticos y alucinantes arreglos de guitarra y bajo.

¿Quieres más? El disco termina con una gran sección de instrumentos de viento que inicia suave, apenas como un agregado para terminar en solos vocales similares a lo que hizo Björk en Medulla.

En Deezer lo escuchas aquí https://www.deezer.com/es/album/121899362

14 enero 2020

Circus of fools: violas y clarinetes góticos sobre potente groove metal alemán en su nuevo EP, Contracult

Descubrí Circus Of Fools en un afiche de un festival con muchísimas bandas que tocarían con Haggard como cabeza de cartel. Su disco Rex de 2018, segundo de su carrera, me impresionó con su mezcla de metal gótico alemán, música académica y groove metal. Tienen apenas dos discos y un EP hasta la salida de Contracult, su EP de 2020 de apenas 29 minutos.

La elegante voz de Carolin Saia se combina con las de Tim Strouken, quien se encarga de las masculinas limpias y las cavernosas guturales del doom y shrieks de black. Sus dobles armonías vocales, usando ambas técnicas al unísono, son el eje discursivo de un disco de una especie de metal circense gótico: guitarras industriales de riffs melódicos junto a instrumentación clásica: viola, hurdy gurdy y clarinete además de teclados atmosféricos. Con baterías marciales, sonidos electrónicos y ambiente vampiresco.



En el tema "Eris (to the fairest one)" se escucha lo mejor de la agrupación: solos y descargas de viola (cortesía de Le Comte Caspar, colaborar habitual), profundas voces extremas, coros con voz femenina, potentes riffs metaleros y arreglos de bajo.

En "Daughters of the Occult" está el tema más metal pero al mismo tiempo el que usa mayor instrumentación acústica con sonidos orientales que recuerdan a Orphaned Land.

Sumamente refrescante una banda de groove metal que ha cultivado su propio híbrido, conquistando un público más amplio sin perder su potencia metalera siendo melódico, alternativo, gótico y académico al mismo tiempo.

La gran sorpresa del EP es la versión "Sunstorm" de su tema promocional "Marching among the dead" junto a otros tres vocalistas: Fabian Fink de la banda de deathcore Necrotted, Jan Weitzenbürger de la banda groove Killing Age y Daniel Loeprecht de los melodeath Acrimonia. 

Finalizan con "Until the world ends", una marcha metalera con voces extremas y violines con un coro femenino que nos hace, como en un buen tema de dark cabaret, bailar en la oscuridad, hacer headbanging y emocionarnos con los arreglos orquestales mientras hacemos batería de aire.

Lo escuchas en Deezer aquí https://www.deezer.com/es/album/120767852

Lee también: Sin vocalista, agregando doom, wah-wah y oscuridad, Apocalyptica le hace un tributo al cello repasando sus sonoridades

12 enero 2020

Mezcla Deftones, Radiohead, black y postmetal para encontrar la fórmula de Oceans en "The Sun And The Cold"

Me encanta The Encyclopedia Metallum. Ese inmenso archivo de lo que es "metal" según un inmenso grupo de foristas tiene como ventaja un montón de detalles sobre la trayectoria de las bandas, sus portadas y discografía al detalle, y para mí lo más valioso, la historia y recorrido de sus integrantes, ex-integrantes y demás involucrados en la producción y grabación de sus temas. Así voy enlazando con muchas otras bandas y artistas que desconocía.

Pero su gran defecto es la estrechez para aceptar algo para el concepto de ser "muy djent", "muy core" o "no tan metal". En nuestra imperfección humana puedes ver unas bandas similares a otras que han sido desechadas o no aceptadas. Así que el filtro es complejo. Y es una lástima porque entonces nos perdemos de ese conocimiento enciclopédico, detallado y grupal que tanto disfruto.

Una de las -tantas- bandas que no están incluidas son los debutantes de Oceans, una mezcla de death metal melódico, postmetal, influencias black, voces limpias espectrales, profundos gritos doom y, según ellos mismos, algo de nu-metal de los 90 que percibí poco o nada que emergió desde Berlín.

En su début "The Sun and The Cold", distribuyen en 62 minutos once canciones más tres remixes en una amalgama que reinterpreta texturas de oscuridad y desespero del metal con sonidos más contemporáneos pero también con algo del revival del grunge, que es la sonoridad que percibe en voces limpias y algunos arreglos.



Es decir, puedes encontrar desde blastbeats hasta coros y puentes con melodías pegadizos, distorsión a raudales con gritos cavernosos, algo de lentitud doom, una cuidada producción, así como gritos de desesperación y susurros que pueden recordar a Nirvana o Stone Temple Pilots y ya que insisten, en los cambios nu-metal de los 90 es pasar de atmósferas tranquilas y pausadas, atmosféricas a melodeath veloz.

Después de dos EP, el primero con cuatro versiones bastante doom/sludge/postmetal en las que aún estaban descubriendo su estilo, hacen tributo a Alessia Cara, Alice In Chains (Would?, algo obvio), Radiohead (Creep y la menos lograda) y My Own Summer (Shove It) de Deftones, la menos usual, muestran parte de sus influencias que desarrollarán en este primer larga duración, en el cual parecen tener más clara la identidad aunque no completamente completado su estilo.

Así en temas como Take the Crown, Paralyzed o mi favorita We Are The Storm (cuyo riff no sale de mi cabeza), las voces varían entre los decadentes versos arrastrados del grunge, pueden verse acompañados de coros de shrieks de black metal, pasar a ser monstruosos como en el Penetralia de Hypocrisy y variar ampliamente de nuevo para parecer una especie de Chino Moreno que hubiese nacido en Europa en vez de California.

Mientras en Dark mezclan blackmetal crudo con metalcore de los 90 para dar una sensación distinta, nueva, casi como lo que dice su título, el sol y el frío, una mezcla invernal pero luminosa. También está el tema Polaris, enfocados en el post-metal se exhiben instrumentalmente, usan la voz limpia en casi todo y tratan de resumir todas sus influencias metal en al menos un trozo del tema.

Y allí salen los tres temas finales del disco, en que parecen de nuevo exhibir tanto sus habilidades técnicas como esa voluntad de mezclar géneros extremos con distintas referencias de los 90, pasando por electrónica, grunge, metalcore y nü-metal e invocando breakdowns y cambios de calma-destrucción. Hay extraordinario despliegue de batería y bajo, más de riffs nü-metal que van desde los más pegadizos hasta la agresividad noventera, algo de momentos góticos e incluso death metal.

Tres exintegrantes de Varg, otros alemanes mezclando metalcore, melodeath y black son el núcleo de la banda. El gran responsable de voces y guitarras, Timo "Rotten" Schwämmlein, quien fue bajista, guitarrista líder y vocalista de respaldo en sus producciones de 2016 y 2017; Patrick Zarske, el otro guitarrista de Varg de 2008 a 2018 y Thomas Winkelmann, el bajista de su disco debut. En la batería reclutaron al austríaco J.F. Grill.

Oceans no es una continuación ni una evolución de la anterior. Mientras Varg es industrial, germánica y cruda, Oceans es una visión más expansiva, cuidada y contemporánea. Estás más basada en el post-metal y las melodías sobre la que se monta la rudeza de las voces doom o las descargas de black metal. Irónicamente la Encyclopedia Metallum lo entiende, hasta ahora, al revés.

Están firmados con Nuclear Blast.

Los escuchas en Deezer aquí https://www.deezer.com/es/album/115956732

10 enero 2020

Sin vocalista, agregando doom, wah-wah y oscuridad, Apocalyptica le hace un tributo al cello repasando sus sonoridades

Cinco años después de Shadowmaker, la agrupación finlandesa Apocalyptica, la banda de "cello metal" más famosa del mundo, presentan su primer disco sin vocalistas en 17 años bajo el título "Cell-0" con nueve canciones y una duración de 53 minutos.


Para mí el primer acierto fue volver a ser instrumentales, por más que me gustasen algunos invitados, creo que el protagonismo -incluyendo la capacidad que han demostrado de también emular líneas vocales con las cuerdas del cello- deben ser la inusual instrumentación. Y el segundo esa atmósfera fría, profunda y oscura, sin la obviedad de sonar como una versión orquestal de alguna banda de metal o una rara vanguardia académica, sino un repaso desde su historia hasta probar nuevas cosas, con el cello como medio pero también como fin.

El disco, sin invitados y con el baterista Mikko Siren encargado además de usar por primera vez teclados y agregar un contrabajo, el cual no usaban desde su disco homónimo de 2005, recupera ese espíritu misterioso que alcanzaron cuando dejaron de emular las estructuras y sonidos de las guitarras eléctricas para cautivar al público con los sonidos propios de los cellos, agregar texturas electrónicas, distorsiones y solos de sus instrumentos.

El disco arranca con misterio, atmósferas y muchos sonidos académicos en una estructura que casi llega al post-metal o experimental con Ashes of the Modern World. Y continúa con una canción dinámica en Cell-0, aunque tiene parte que de nuevo asemejan a esas canciones "basadas en Metallica" con emulación de guitarras rockeras, también hay imponentes momentos de cellos acústicos que van desde los momentos sinfónicos hasta puentes con sonidos graves que se apoderan de la atmósfera al emular poderosos vientos wagnerianos o manipulaciones sónicas que se acercan a lo industrial y el lo-fi.

Se escucha refrescante e inspirador, pero apenas estamos comenzando. Hay que decir que para lograr el trío identificó el papel de cada uno durante todo el disco. Paavo se encargaría del "bajo" mientras Perttu y Eicca de la "guitarra líder y rítmica". Este último además también con teclados. Y se acercaron a géneros como el doom o el rock psicodélico, agregaron marchas militares, sonidos atmosféricos y wah-wah. Muchas veces pensé, otra vez, después de tantos años, veinte desde su début: eso no puede ser un violonchelo.

Añadir contrabajo y sonidos sintetizados ha sido acertadísimo. Al poder de la acústica de los magníficos cellos ahora se le añaden otras capas. Un sincretismo que percibo mejor que añadir una poderosa batería o mucha distorsión a los cellos.

En el tema "Rise" hay drama, belleza y delicadeza. Los finlandeses se liberan entonces de varios paradigmas, en este caso, que habían creado sobre sí mismos.

A la mitad del disco llega su tema promocional "En route to mayhem", el cual hace honor a su nombre progresando desde su enfoque original de tributo metalero a la descarga rockera simulando ser guitarras más estridente, propio de su disco "Cult" para un final que combina el fondo electrónico con sonidos alterados del cello.

El tributo es ahora al instrumento de su pasión, bien sea el eléctrico o el acústico. En cada canción, durante todo el disco, el trío muestra con sus interpretaciones más clásicas, sus devaneos por la experimentación que podría recordar ligeramente a Ellend, sus partes orquestales de metal sinfónico y sus distorsiones a toda velocidad con solos y ráfagas de batería, lo que les ha permitido interpretar Slayer, Pantera Sepultura, que su enfoque es justamente sacar lo máximo de las cuerdas, reinterpretar sus sonidos y alimentarlas.

Mi tema favorito es "Fire & Ice" con una batería poderosa y bien presente por momentos, un crudo sonido acústico de los cellos, con pizzicatos y vibratos de los primeros discos pero para tocar al estilo de sus composiciones propias más maduras, como un imposible viaje en el tiempo, que luego rematan con sus electrizantes ráfagas de solos y distorsión thrashosa.

Por cierto, aquí los dejo con una entrevista que le hicieron hace algunos años para comprender sus técnicas de interpretación en Cello.org, en la que comentan los cambios en mano izquierda y derecha para tocar tan rápido y fuerte durante una hora y media, los arcos y resinas de contrabajo que usan y otros temas desde la curiosidad de los músicos clásicos.

Su tema final "Beyond the stars" incluye una narración un minuto antes de terminar después de una épica con pianos cósmicos, baterías modificadas, combinando de nuevo la vanguardia sónica con las técnicas más inusuales para distorsionar el sonido original de un cello, lo que lo hace un final perfecto.

Aquí lo escuchas en Deezer https://www.deezer.com/es/album/125662642


03 enero 2020

Dead & Gone, el regreso tibio de los rockeros industriales Stabbing Westward

Un título irónico. Después de tener varios años reunidos y girando, la noventera banda de rock industrial de Illinois, Stabbing Westward inicia el 2020 con el EP Dead & Gone con tres temas y dos remezclas de éstos.

Con el tema homónimo Dead & Gone el regreso es brillante. Rock industrial poderoso que alegra con sus baterías fuertes y guitarras afiladas. El tema se remata con un aumento de tensión y velocidad que espero marque la mayoría de su estilo.

La segunda, Cold, apunta más hacia influencias darkwave y rock gótico, puede recordar a los arreglos electrónicos de Rammstein de los 90 o algo de Nine Inch Nails. Un poco vintage.

Finalmente, Crawl es una especie de dark pop con sonidos incidentales y unas guitarras genéricas de fondo para que Christopher Hall se explaye con su característica voz en sus tristezas. De nuevo, quizás muy Nine Inch Nails perero aligerado.

La banda está ahora conformada por los originales Christopher Hall en las voces y Walter Flakus en los teclados, junto al actual bajista de The Orgy, Carlton Bost y ex baterista de Orgy, Bobby Amaro. Lo que parece una reversión de la banda The Dreaming, conformada por Hall, Flakus y Bost, quien allí toca guitarra y teclados, después del fin de Stabbing Westward.

Los escuchas en Deezer aquí https://www.deezer.com/es/album/122378322

Eso sí, la portada es brillante