Me encanta esta banda. Como Austin TV o Porter, esta banda mexicana es audaz, ruidosa y altamente osada. Claramente inyectados con las dosis ruidosas de Sonic Youth pero con ingredientes de The Avalanches, Descartes a Kant lanza su tercer disco en 15 años de carrera con una visión corrosiva sobre las relaciones amorosas a punta de noise, surf y electrónica, con un giro divertido al usar instrumentos de viento y arreglos de cuerdas.
Lo han llamado un "álbum pornográfico emocional" porque realmente es una montaña rusa de emociones. A gritos punk como harían los argentinos de El Otro Yo y luego lentos, con bajos y baterías como Territorial Pissings de Nirvana para luego ponerse circenses, para bailar y reír, como si bailaras a lo loco bajo la luna. Y es directo: 37 minutos, 10 canciones.
Todo con ese toque de metralla rosa, riot girl y desenfado que en discos anteriores mezclaron algo de gótico. Y no son nostálgicos de los 90, sino hijos malvados de esa época que se adaptan, le meten samplers y electrónica para rebelarse para ofrecer un paquete que incluye arreglos de teclados, saxofones, violines y susurros junto a descargas de guitarras abruptas, que golpean el cerebro con riffs simples, puros, duros. Entonces el caos, la calma y el silencio, otro grito, ¿suena un acordión? y arpegios y punteos que cuentan otra historia, corta y precisa, siempre adornada de ruiditos y sintetizadores.
Con una estética que rememora a Moloko o Portishead en versión industrial o post-apocalíptica, su verdadera guerra, librada con letras en inglés, está en presentar una versión alternativa del amor desde la perspectiva de la ficción, lo femenino y lo caótico, llenándonos de música inesperada, sorprendente y nada monótona aunque fiel.
Escúchalos tú misma/o en Bandcamp.
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