La reducción al absurdo, tan mentada por Jorgito, es la premisa fundamental del discurso del madurismo. Está en tan buena salud la elefante de Caricuao y la democracia venezolana que votaron a la presidenta de Inparques y corrigieron las sentencias inapelables.
Pero eso es sólo la punta del iceberg. Se crea el Parque Indígena y Popular Caura, el "más grande del mundo" pero sin señales su ubicación ni régimen de uso exacto. Se decretan 200 guardaparques más (¿ya los formaron?) y una nueva Universidad de Ambiente (no de Ecosocialismo) sin profesores, pensum ni sede mientras los núcleos de la Bolivariana están llenos de monte y filtraciones, o inconclusos.
Lo mismo pasa con el TSJ, el cual se corrigió de forma "independiente" ante el llamado del recién conocido Consejo de Defensa Nacional (Codena) pero sentenció que la AN no podía derogar sus propios actos como la designación exprés de los magistrados en diciembre de 2015.
Y sí, la AN trató de destituirlos pero no se puede si el Poder Ciudadano no aprueba la falla grave. Es decir, si Contraloría no encuentra falta grave... es decir, círculo vicioso que se repetirá mañana en la sesión que intentará de nuevo hacerlo (rezando por la venia del Ministerio Público).
El TSJ también se autoexcluyó de cumplir el Código de Ética del Juez, pero le pide a la AN que cumpla con sus sentencias después que había decidido que los parlamentarios no tenían inmunidad parlamentaria porque estaban en desacato aunque éste nace de una decisión que tiene 15 meses de retraso en la Sala Electoral sobre si hubo o no fraude en Amazonas.
Porque como explicó Blyde, la inmunidad aparece con la proclamación por el CNE, mientras que cuando un diputado del PSUV ha sido nombrado ministros o secretario de gobierno (para convertirse en gobernador de Sucre), se han desincoporado legalmente mediante carta. Sin embargo, el TSJ (y el PSUV) dijeron que no bastaba sino con votación de cámara, pero luego que con directiva anterior (aunque la Constitución exige que cada 5 de enero se elija una nueva). Tanto así que antes se inventó un cuento chino con Chávez por no presentarse ese día para juramentarse porque estaba (¿?) en Cuba en un tratamiento por el resurgimiento del cáncer.
Es decir, que la AN o se compraban una máquina del tiempo o hacían todo un show con la directiva anterior, lo que daba pie a que la TSJ volviera a echar vaina. Y nada de las elecciones de Amazonas que resolverían todo.
Pero esta lógica al revés no es única. Los extremos se tocan y por eso, en búsqueda del equilibrio, me desagradan tanto quienes halan sólo para su conveniencia. Quienes critican al chavismo no por su exclusión, discriminación y sectarismo, sino porque son de izquierda. Entonces cometen exactamente lo mismo, porque lo malo es el comunismo.
Entonces dicen que La Salida es buena porque demostró que el régimen es violento y disparó contra manifestantes (¿y en 2007?) y al mismo tiempo le reclaman a Capriles que se dejó robar (él solo, no ellos ni nadie más) porque no llamó a la calle (con colectivos, militares y encendidos de por medio) con los sangrientos resultados.
Y mientras tanto acabamos de ver la horrorosa foto de un diputado con una herida abierta en la frente, un día después que colegas de su partido se fueran a perifonear en centro comerciales y que hayan impulsado microprotestas sorpresas aquí y allá.
Porque en política no sólo basta lo legal, sino lo simbólico. Como mantener la bandera en Sudáfrica por petición -y no decreto- de Mandela, la marcha de la sal de Gandhi o la hora zanahoria -voluntaria para bares y tascas- de Antanas Mockus. Porque la construcción de mensaje, para que sea acompañado, es parte de las ideas-fuerza del político. Y así fue lo que pasó el sábado, cuando la gente votó en Chacaíto para irse hasta la Defensoría, lo que trajo los épicos videos de Ramos Allup sacudiéndose con la gente a la GN que trató de apresarlo, el paso sin permiso por el municipio Libertador y la violencia contra la caminata.
Por sus actos los reconocerás. Los que hablan, hacen y acompañan, y los que sólo se quedan en palabras.
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