Amor en tiempos del Messenger

Tener una memoria selectiva -mala y desvergonzada- es una gran virtud. No recuerdo el planísimo pasado de una orgullosa mujer operadita, y no sabría hacer un orden exacto de cuando estuve con cada ex, los regresos, los últimos polvos y demás, así que no tengo ese drama dibujado como árbol genealógico de los fracasos amorosos. Yo vivo el presente, y con fervor.

Por eso, no me acuerdo cómo era levantarse una chica sin decir la frase: ¿me das tu correo para agregarte?, ni recuerdo otra forma de sobrevivir a esas noches solitarias de pasión sin que uno se alargue pasional y eróticamente a punta de mensajitos de texto. ¿Cómo es posible empezar a conocer a alguien sin revisarle el Facebook, el Hi5, sin seguirlo por el Twitter, o leerle su blog?

Uno estaba restringido a las nenas que vivieran por tu casa, a las vecinas de ese familiar que siempre visitabas, las compañeras del salón y el pool al que siempre ibas. Las oportunidades eran mucho menores, y ser fiel más probable. Aunque uno socializara más, lo hacía de forma más superficial. Ahora, bien la/o conozcas por el Facebook, en un concierto o en un viaje a la playa, la red te abre el abanico de posibles parejas/conquistas.

Ahora es más fácil ser interesante incluso con personas que nunca has visto, porque muchísimas personas ven tu perfil en Facebook, leen tu blog, o siguen tu Twitter. Te agregan sin preguntarte y charlan contigo hasta altas horas del messengerseo, y te dejan comentarios en tu Myspace. Te piden tu número de celular para avisarte cuando se conecten y no te vean en su lista.

Ya nadie puede acusar a otro de vivir la vida virtualmente, de no saber levantarse a una mujer cara a cara, o no ser más que un nerd de computadoras. Todos enviamos mensajitos de texto, y quien no está en el MSN, será que no estudia, no trabaja y tiene un novio talibán, porque ni los evangélicos prohiben el Internet.

Así que cuando conoces una chica, le pides el celular para conquistarla vía mensajitos de texto. Primero, porque te da el chance de contar lo que haces, preguntar lo que ella va haciendo durante el día y concentrar lo interesante en 144 caracteres, mucho más barato y práctico que una llamada, que no puedes hacer en todo momento y en la que no siempre controlas el flujo de información, porque una mujer al teléfono es una amenaza de cadena nacional, y siempre te cuenta de tíos, perritos y primas. Con un SMS, arrinconas el diálogo a lo que te conviene.

Un mensajito siempre encuentra destino -cuando llegan, pero ese es otro conflicto entre Movistar y Digitel- aúnque la chica esté durmiendo, peleando con el ex, bañándose o muy ocupada. Algún día te responde, y casi siempre en la línea de lo que tú escribiste. Una vez decía un chamo de la Universidad que le gustaba una chica, pero no usaba MSN y su celular no recibía mensajes, y que la olvidó porque era imposible de conquistar. Nada de llamarla para ir al cine, o enviarle flores, ni visitarla.

El MSN es la cita imposible. Hablas con tu chica a las 9 am, a las 3 am, cuando llega del trabajo, en el trabajo, mientras hace un trabajo para la Universidad, mientras habla con su ex que ahora vive en España, y su tía de Boston, su primo de Valencia, y con el plato del almuerzo frente al teclado. Es la omnipresencia del amor emergente, y la oportunidad para ser el más bello, atento y amable de todos. Además, la posibilidad explosiva de ponerse erótico, inteligente o decir las cosas que escritas salen mejor que dichas.

Por mensajitos de texto y por la pantalla de la computadora, todos somos más atrevidos, más poéticos, más dialécticos y graciosos, proporcionalmente a nuestra capacidad para escribir rápido y bien. La ortografía es sensualidad, la gramática un arma más poderosa que cualquier perfume y el link a youtube, el soundtrack amoroso de una relación incipiente. De la misma forma, las que no escriben bien o seguido o están siempre conectadas, no hay forma de alcanzarlas, no para el tipo de personas que estamos conectados de 12 a 16 horas al día.

Una relación no se mantiene con mensajitos, chats con cámara e emails, dirán muchos, pero ¿cómo han nacido relaciones con personas que viven a kilómetros de ti, cómo han nacido relaciones con gente cercana pero que empiezas a conocer mucho más por las coincidencias en el MSN, qué sería de una relación nueva sin los buenos días, buenas noches y cómo estás de los mensajitos de texto? Así es el amor en los tiempos del Messenger.

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