1. Memory Of A Day de Phantogram. Sexto disco del dúo de Trip Hop / Synthpop compuesto por Josh Carter y Sarah Barthel de Saratoga Springs, Nueva York. Me gustó de inmediato porque a pesar de ser música electrónica, con teclados y samples, con tonalidades noventeras, hay una base de guitarras circundantes que lo acerca al trip hop más orgánico e incluso al rock alternativo en varias canciones. Moloko, Portishead y Cassius son probables influencias. 3,8 de 5. Lo mejor está en sus canciones más guitarreras. En Spotify.
2. Primordial Sky de Oryx: trío de death / black / sludge, con temas largos y de cocción lenta, de Denver, Colorado. Parece un hermano de otra madre de Black Curse, una versión más lenta y ligeramente menos opresiva. Buenos riffs disonantes y agudos, aunque se pierden un poco en la propuesta atmosférica, entran en modo melódico y sucio, que siempre refresca aunque la voz cavernosa es un poco monótona.
De califican como "blackened sludge" aunque hay momentos más bien death/doom aunque con distorsiones y riffs alternativos. Los arreglos electro-acústicos junto a la doble armonía entre guitarras stoner y doom a medio tiempo, sonidos brillantes haciendo doble armonía mediante feedbacks, solos y distintos pedales, logran junto a la batería potente y atmosférica, una épica hipnótica y envolvente. En Spotify.
3. Inifine Circuitry EP de Krosis, black / death progresivo de Raleight, North Carolina, con unas voces extremas súper procesadas, el shriek tiene un pitch tan alto y distorsionado que a veces pasa evoluciona a estática noise mientras el growl apela al deathcore más pesado, pero sin pig squeal, siempre acompañado de un fondo ambient.
Los arreglos de jazz death y progresivo, los riffs djent y los teclados de fondo apelan al deathcorem que en los temas finales del EP combinan muy interesantemente con meditativas capas de sonidos electrónicos, excentricidades progresivas y una más cuidada producción vocal, sin dejar de ser extrema. Los escuché el 11 de octubre y no me gustaron demasiado. Una segunda oída los sube de 2,8 a 3,8 de 5.
4. The Voluptuous Fire Of Sin de Deathless Void: black / death metal de Ámsterdam, Holanda. Súper rápido y con momentos disonantes pero impecable, furioso, veloz y ocultista, con un buen balance entre lo opresivo y lo ruidoso. Hay que resaltar el uso frecuente de ruidos electrónicos, samples y efectos sonoros para adornar una oscuridad que no es ritualista ni ceremonial sino avasallante, aunque tiene una clara influencia industrial. En su lugar, es estridencia y algo de desvaríos experimentales que conforman un concepto masivo y expansivo de oscuridad, que sin usar teclados ni orquestaciones, aprende de sus técnicas de superposición e intercambio de protagonismo melódico e instrumental.
Un discazo que parece Ulcerate pero sin elementos progresivos, una reinvención del Nemesis Divina de Satyricon, tocado de forma atmosférica a la usanza de Mgla o Deathspell Omega. La influencia de este último, con sus riffs gélidos y sus composición de evocación ritualista son primordiales acá, pero también se escuchan la propuesta hiper veloz del Emperor de mediados de los noventa, cuando el black metal moderno podía o no utilizar teclados pero su atmósfera e influencias de la música clásica, orquestal o sinfónica eran incorporadas en los riffs.
Al respecto, mención aparte merece el baterista (también en Bodyfarm) quien además de agregar potencia percusiva, acompañando las estridentes capas de guitarras, feedbacks, efectos y extraños cambios, tenía sus propios momentos para hacer lucir sus habilidades interpretativas, usando muchísimos repiques, golpes con platillos y un uso increíble de los platillos para adornar, lo que inevitablemente te hace pensar en Frost. Le pongo un sólido 4,7 de 5.
En el tema Crossing The Threshold la velocidad es mid-tempo, para la construcción paciente del clímax, mediante la yuxtaposición de la guitarra brillante e industrialosa, que va derivando en feebacks y ruidos, navega plácidamente sobre un fondo opresivo ligeramente melódico, que nos hace pensar en un triángulo perverso entre el noise, nuevas referencias al Satyricon noventero y el atmosférico melódico a lo Gaerea. En Spotify.
5. Sequence de We Fog, banda italiana de Verona, que hace rock alternativo/noise/post rock, según Sputnikmusic y que vuelve tras su anterior disco de 2017. Gran amalgama de estos géneros, detalladamente usados como herramientas de ebanistería para esta cuidada obra artesanal de rock experimental, algo psicodélicos. Muy bueno, 4,2 de 5. En Spotify.
6. Predator Of Fear EP de Upior, death metal sinfónico de Francia. Aunque en el primer tema se escuchan influencias del death / thrash gringo junto al death/doom melódico europeo, con un pronunciado enfoque en que un sonido percusivo apretujado, lleno de brillos y adornos, muchos solos de guitarras y riffs melódicos que vuelven repetidamente, los dos temas finales, que son reversiones, están más inclinados a uan especie de death progresivo, con toques jazz, influenciado de cierta manera por Fleshgod Apocalypse pero con una versión orquestal menos ostentosa, pero permanente, a medio camino entre el ambient y la banda sonora, mientras los arreglos son tan experimentales que se ubican entre lo avantgarde y experimental, con algunas influencias jazz.
En este disco además hacen dos versiones, Dead Embryonic Cells de Sepultura y Symbolic de Death. La banda tiene miembros destacados como el baterista, el fertilísimo, Kevin Paradis en la batería, y Benoit Claus, bajsita de Gorod y The Great Old Ones, que además son los únicos franceses de la agrupación, completada por un británico y dos polacos. Interesante pero algo irregular, 3,7 de 5. En Spotify.
7. Kinship de Iotunn: death metal melódico progresivo extraordinario de Dinamarca, que se transformó de power progresivo de su disco debut a un género que aunque usa algunos shrieks de black metal, se destaca por la aterciopelada y emocional voz operística de mucha calidad de Jón Aldará, cantante nacido en las Islas Faroe y también cantante principal de Barren Earth y Hamferd e invitado en el disco 2024 de Beyond the Aeons de Octoploid.
Tienen es belleza oscura del death progresivo dramático, de sonido compacto, de In Mourning, In Vain e Insomnium, pero que también aprendió de Borknagar y Arcturus para algunas estructuras en que todos los instrumentos se unen a la melodía para trascender la brutalidad extrema, que crearon los suecos a principios de los 90.
El uso de distorsiones alternativas en las guitarras, con mucha influencia del folk metal, el metal sinfónico y el death técnico, así como del rock progresivo, devuelve bellas óperas extremas a lo Enslaved, Borknagar o Ne Obliviscaris. Sus riffs circulares, con distorsiones entrelazadas y presentados como directores de canciones largas y épicas, llenas de arreglos progresivos, con solos de guitarras, teclados omnipresente y una batería poderosa son el marco perfecto para la voz maravillosa de Jón, que vuelve a los shrieks en los dos últimos temas, imprimiéndole diversidad a los temas que también usan arreglos acústicos. Compitiendo a disco del año, con un 4,8 de 5. En Spotify.
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