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05 junio 2024

Luchar contras las narrativas: el gran reto periodístico y ciudadano

Uno de los retos más arduos para quienes trabajamos como periodistas y verificadores es luchar contra las "narrativas". Estas estrategias, que no se basan sólo en piezas informativas o contenidos en línea, apelan también a prejuicios y creencias. Y en el caso de Venezuela, hay que decirlo, se apela a un clasismo y lucha de clases, que está bastante arraigada en nuestra cultura.

Pensemos en la más reciente narrativa exitosa -porque muchas fracasan por los voceros, por las formas o los tiempos- que se implementó: "Venezuela se arregló". 

Esta fue especialmente exitosa para la diáspora venezolana, aunque no tuvo casi ninguna repercusión dentro del país. Esa narrativa de una nueva prosperidad que dejaba atrás el año horrible del 2017, cuando se dio el mayo pico de migración, de escasez, represión política y caminantes por las vías de Latinoamérica.

Esta narrativa expandía la evidencia de un aumento de nuevos negocios y emprendimientos, el regreso del abastecimiento de alimentos y medicinas e incluso mostraba que la pobreza había bajado y el PIB volvía a crecer. Incluso el estudio ENCOVI habló de esta recuperación.

Una allí una sub-narrativa: que la gente se estaba devolviendo masivamente. El gobierno habló de 4 millones de retornados en la ONU, luego Maduro dijo que "casi un millón" desde 2020 y más tarde el Canciller dijo el único dato que ha sido sostenible con otros estudios: 300 mil personas.

Incluso hubo quienes vieron fotos de mucha gente cruzando el Puente Simón Bolívar, que une a Cúcuta y Villa del Rosario en Colombia con San Antonio en el Táchira, como evidencia de este regreso "masivo".

Pero este puente, que fue reabierto en 2022 con la llegada de Petro a la presidencia de Colombia, está en la frontera más activa del mundo, en la que se mueven cientos de miles de personas a diarios de ida y vuelta, por quienes viven en un lado pero estudian, trabajan o compran en el otro, cruzando hasta varias veces al día. Y antes lo hacían por trochas. 

No eran miles devolviéndose, era haciendo lo que siempre ha funcionado en esa frontera: ir y venir para comprar y vender. Incluso hay un documento que permite este "tránsito pendular" y que se hizo muy popular en Venezuela, la vendían en locales cercanos al SAIME cuando uno iba a sacarse el pasaporte.

"Yo conozco varios panas que se devolvieron, ahora la pasan bien allá". Fue una narrativa de TikTok, de anécdota, de fotos indignadas de la desigualdad, por los Ferraris y los locales hermosos, por la gente paseando en Margarita, Gran Sabana y la nostalgia, pero que también tuvo su ángulo clasista.

Es el mismo dilema, una y otra vez, de las colas de Zara, de la gente en una playa o de las presuntas señales de recuperación económica que puede costear, una pequeña porción de la gente, pero se obvió de ese cálculo los cientos de presos políticos, las personas muriendo por falta de medicamentos para trasplantados o que hay comida y dolarización, pero la gente no gana lo suficiente.

Otro estudio lo definió mejor: la gente volvió a probar suerte porque le fue muy mal en los países de acogida por falta de acceso a documentos, servicios o buenos salarios, porque extrañaban mucho a su familia o por diversas razones emocionales, profesionales o económicas, pero mientras creíamos en que "Venezuela ya no está tan mal", el Tren de Aragua desarrollaba una red de contrabando y trata de personas por toda Latinoamérica para expandir sus actividades mientras que al norte de Colombia otra red, el Clan del Golfo, hacía lo mismo para aprovechar la remigración: el paso por el Darién.

Y se rompe la burbuja de la narrativa: medio millón de venezolanos al año están pasando por el Tapón del Darién, una selva inhóspita, llena de delincuentes y abusos, por el que hasta hace pocos años la mayoría de venezolanos no sabía que existían o que no era tan difícil. Narrativas, Tiktok, cuentos de Whatsapp. Un amigo me dijo.

Estas narrativas, con base en el clasismo: que se concentró en quienes se devolvieron a vivir en la playa o quienes abrieron negocios exitosos, ignoró de nuevo a la gran mayoría: las familias con tres hijos que se devolvieron por la xenofobia de Perú, porque pasaron hambre en Colombia, porque nunca lograron vivir bien en Chile. Porque se les enfermó la mamá en Caracas, se les murió un hijo en Maturín, porque la pandemia los dejó en la calle y volvieron "donde no pagamos arriendo".

Estas narrativas, con base clasista, me recuerdan a cuando culpamos a los raspacupos de la crisis, en lugar de a los corruptos. Y antes cuando eran los bachaqueros, y no el control de precios, las expropiaciones. Incluso fue popular eso de "venezolano jode a venezolano" al principio de la migración masiva.

Lo peor es que las narrativas se basan en creencias, en memes, en miedos, en un instinto de protección, pero no en evidencia. Así en Venezuela -y acá me voy a arriesgar duro- son populares otras narrativas desinformantes como la "ideología de género" e incluso he visto cómo varios contactos están felices de encontrar "problemas ecológicos" en los automóviles eléctricos, como si producir carros de gasolina no implicara minería, explotar petróleo, gastar energía y además, emitir gases contaminantes. La narrativa hacer creer que estamos cambiando bosques por carros eléctricos, en vez de petróleo por energía solar.

Y sí, es difícil encontrar el origen de estas narrativas.

Por ejemplo, es difícil pensar cómo Rusia ha sido suspendido de distintos eventos deportivos, por su actuación contra la población LGBTIQ+ en las Olimpiadas y en Mundial de Fútbol, incluyendo sus propios atletas. O cómo es ser homosexual en China, Irán o Bielorrusia. Puros "panas" conocidos. 

Más fácil es juzgar a mujeres trans (¿por qué nunca a hombres trans?) por memes de Canadá, de España, de Irlanda, por TikTok, por lo que "leo" de otros, por tradición, por respeto a "lo normal". Y nos olvidamos del chamo que quemaron vivo en Santa Rita, Aragua. O de Shirley, la mujer trans que vive en una plaza en Maracay, de los femicidios, de los asesinatos por razones de género y que ser lesbiana u homosexual en Venezuela es un infierno de prejuicios, de burlas, de no tener acceso a lo más básico, que estamos perjudicando a gente, otra vez, pobre o muy pobre, porque en redes sociales vimos que son "víctimas del lobby gay" con videos de Austria, EEUU o Irlanda.

Y así vamos similarmente el Cambio Climático (y Greta Thundberg) o alabando a ultranacionalistas, ultra derechistas o extremistas, porque hablan mal del socialismo. Me recuerda a la película La Ola, en que un profesor trata de demostrarle a sus alumnos que el regreso del nazismo es más fácil de lo que ellos creen, hasta caer en una espiral en que él mismo se vuelve neonazi, se lo cree hasta el final y funda un movimiento.

Cuidado con las narrativas, no son la realidad. 

02 junio 2024

"¿Ya somos como Venezuela?"

 ¿No se asombran cuando lees o te dicen si tal país "ya es Venezuela" o "así empezó Chávez"?

Sí, sabemos que es un comodín político para atacar candidatos o presidentes, nadie quiere ser "el próximo Chávez". Es una frase usada para darle fuerza a una opinión política o incluso para configurarla como una alarma de acción urgente. 

Pero siempre que la leo creo que subestiman que Venezuela vive "la segunda crisis migratoria más grande del mundo" por una Crisis Humanitaria Compleja, que lleva a que medio millón de personas, incluyendo niños, ancianos y personas con discapacidad, crucen cada año el Tapón del Darién, que hace unos pocos años, era atravesado por cientos o un par de miles. Antes fuimos caminantes por las carreteras de Latinoamérica.

Creo que -de nuevo- están subestimando lo que nos pasó. Como cuando cuentas que la gente perdió 40 kilos en un año, hicimos filas de 20 horas para surtir gasolina o que el agua te lleva cada 8 días, cada tres semanas o quién sabe cuándo. Tú sabes, los venezolanos somos exagerados. Es imposible comer de la basura, no comer, no tener luz por una semana.

Creo que también se subestima, y se desconoce, el proceso largo, múltiple y complejo, pero también particular que llevó a lo que estamos viviendo. Nadie va a exonerar a Chávez, pero la migración masiva de 2017 fue 18 años después de su llegada. No fue una cosa que hizo.

No es fácil de comparar con otras circunstancias nacionales. Venezuela era un PetroEstado que desde 1958 subsidiaba casi todo, para bien o mal, no solo la gasolina sino la educación pública, no solo los servicios sino la salud pública, con más brillo en las universidades que en los hospitales, aunque de ambos salieron médicos que aún añoramos y buscamos.

Es un país caribeño, altamente mestizo, con millones de migrantes de todo el mundo que han llegado durante varias generaciones, gobernado mayoritariamente por socialdemócratas. Perdonen el resumen.

Claro, la democracia no está en su mejor momento. Populistas de izquierda y derecha llegan al poder usando herramientas constitucionales para luego tomar el camino la deriva autocrática, que puede ir de unos meses a unos años, pero a pesar de las muchas medidas impopulares, estúpidas, inconstitucionales o pseudo-legales, es muy alegre decir "ya estamos como Venezuela", porque justamente son pocos los casos: antes, Cuba y después, Nicaragua.

Porque aunque hubo o hay aún gobiernos socialistas, "progresistas", pro-izquierda en México, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina, no se reprodujo la migración de 25% de su población, no tienen una investigación abierta en la Corte Penal Internacional, no tienen cientos de presos políticos en centros de tortura, no arruinaron su economía al nivel de combinar hiperinflación, desasbastecimiento y destrucción del 80% del PIB por haber expropiado, nacionalizado y estatizado cientos de empresas e industrias. Todo, al mismo tiempo, de forma continua, por 25 años.

La intención no es aminorar, ni rebajar los problemas de desigualdad, represión, abusos policiales, corrupción, nepotismo, ataque a los DDHH, medios de comunicación, ineficiencia, ilegalidad, narcotráfico, minería ilegal, cooptación y pobreza. Estamos en Latinoamérica, amigos.

Pero es "estar como en Venezuela" implica ahora vernos desde y hacia afuera. Es leer todos los días ese collage noticioso conformado por nuevos detenidos del Tren de Aragua, otra actuación emocionante en una niña o un joven en La Voz Kid, Got Talent, La Casa de los Famosos o un reality de repostería en Australia, Portugal o Chile.

Es leer sobre otro niño ahogado en el Darién, otro deportado o asesinado en la frontera con Texas, otro caso de feminicidio contra una venezolana, una familia secuestrada en México, pero también la alumna que sacó el mejor promedio escolar en Chile, el chamo que vende quesillos en Dubai, el youtuber que enseña a reparar computadoras en Perú mediante desechos. Todos los días, durante los últimos 7 años.

La arepera en Malasia, el chef que se ganó otra estrella Michelín, el alemán que todos los días se come las empanadas de caraota en Falcón. Otro caso de xenofobia en Colombia, en Chile, en Ecuador.  ¡GRACIAS, ARGENTINA, NOS QUEREMOS MUCHO!

Es la dosis diaria de lloraíta porque vemos a María Corina en algún pueblito rural de Trujillo, Portuguesa o Falcón, que implica explicarle a cualquier amigo extranjero * tomemos respiración profunda * que el candidato es Edmundo, porque no dejaron que fuera Corina Yoris, ya que inhabilitaron a María Corina, que ganó unas primarias, que se consideraron ilegales por un CNE que renovaron de forma misteriosa un mes antes de esas elecciones, y que por fin la oposición está toda unida, no pisa peines, no cae en intrigas y pareciera que quizás, ahora que nos entusiasmamos de nuevo, podría ser que quepa la posibilidad de que talvez, ahora sí, ganemos. 

Como dijo Nanutria: dejen de preguntar si ya están "como Venezuela" porque nosotros no queremos estar "como Venezuela". O como diría el colombiano El Turner: "¿Ya estás vendiendo caramelos en el Transmilenio de Ecuador?".

Que además, significa una cosa hoy, pero mañana hay una nueva ley, disposición, trampa, moneda, mecanismo bancario, impuesto, regulación o truco, y que explica cómo el país de la escasez se convirtió en el de los bodegones, de la hiperinflación al de las decenas de emprendimientos y de las "burbujas" a la desigualdad. Mañana, quizás otra cosa.

La total incertidumbre.

21 abril 2024

Cifras y datos del aporte fiscal de los migrantes venezolanos en Colombia durante 2022

Extraje algunas parte del Estudio de Impacto Fiscal de la Migración Venezolana en Colombia: realidad vs. potencial [realizado por Equilibrium SDC - OIM - KAS -FIP] a Noviembre de 2023, aunque se ha socializado en abril de 2024.

Esto fue basado en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) 2022 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de Colombia, que encontró que el promedio de ingreso de un migrante venezolano, incluyendo niños, adolescente y adultos que no trabajan: es 86,4 dólares americanos mensuales (345.600 pesos aprox, calculando a 4 mil pesos colombianos por dólar).


Un gasto de 1.037 dólares al año, principalmente en arriendo / alquiler de vivienda, comida y vestido. Como he comentado antes en Twitter, en todos los casos, inyectar 3 millones de personas en un país dispara la demanda de bienes y servicios, lo que siempre es bueno para la economía.

Pagos por concepto de IVA de migrantes venezolanos en Colombia (estimación basada en GEIH 2022):
* USD $311.696.979 en impuesto a la renta, contribuciones a salud y aportes a pensiones (esto especialmente para quienes tienen un trabajo formal, que es apenas cerca del 20% de la población migrante venezolana).
* USD $217.457.681 por IVA, impuesto al consumo y gasolina, acumulando (lo que puede aumentar si puedes consumir más).
Total: USD $529.154.660

Eso equivale al 1,97% de toda la recaudación fiscal, y considerando 4 mil pesos por dólar: 2.116.618.640.000 pesos, que es algo como 2,11 billones (millones de millones) de pesos.

Destaca que el aporte a pensiones es el 3,95% de lo recaudado.


¿Cuánto gastó el Estado colombiano en atención a migrantes en 2022?

Salud USD $175.752.485

Educación USD $318.375.427 en 561.547 estudiantes

Total: 494.127.912 es decir, USD $35 millones menos que el aporte fiscal: es ganancia para Colombia tener migrantes. 

Además, por cooperación internacional ingresaron USD $494.180.388, que se suman al superávit o ganancia para un total de USD $529.154.660. Un buen negocio tener migrantes para cualquier país. Digamos qué fue costosa la implementación del PPT, que vista las cifras, es una inversión a largo plazo en capital humano, impuestos, demanda de bienes y servicios y dinamización de la economía.

El informe dice que aunque hoy en promedio cada migrante (incluyendo niños y personas que por su edad ya no trabajan, no consiguen empleo o les pagan 20%, 30% o 40% menos que a ciudadanos colombianos) podrían pasar de gastar 1.037 a 1.928 dólares al año en bienes y servicios. Es decir, un aumento de 54% más. Es decir, 2.775 millones de dólares al año o 7,6 millones de dólares diarios.

Con mejores empleos y salarios (venidos de mejor aceptación del PPT, reconocimiento de títulos técnicos y universitarios y otros) implicaría también aumentar 28,3% en pago de impuesto a la renta, aporte a salud y pensiones y 85,9% en IVA, gasolina e impuesto al consumo.

04 abril 2024

Cifras y datos de los venezolanos en Colombia al 31 de enero de 2024

¿Cuántos venezolanos hay en Colombia? Al 31 de enero de 2024 según el Observatorio de Migraciones, Migrantes y Movilidad Humana de Migración Colombia (OM3): 2.857.528

* 15.293 con Cédula de Extranjería (Visa de algún tipo, puede ser M -temporal-, R -residencia- o incluso diplomáticos)

* 1.908.694 con Permiso de Protección Temporal (PPT) y 384.312 en proceso (derivado del Estatuto de Protección Temporal para Migrantes Venezolanos creado por el presidente Juan Manuel Santos, implementado por Iván Duque y ralentizado durante el gobierno de Gustavo Petro)

* 488.974 venezolanos en Colombia de manera irregular. De estos: 

a) 226.901 con Permiso Especial de Protección, el primer documento de regularización creado en Colombia, que no llenaron el Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV) para acceder al PPT, antes del 30 de abril de 2023.

b) 191.490 ingresaron regularmente pero superaron el tiempo de permanencia (se podría suponer que gente que vino de vacaciones, a "probar suerte" o que llegaron cuando ya no existía el PEP ni el PPT y/o nunca lo solicitaron)

c) 70.583 ingresaron sin autorización (ingreso por trocha después de enero de 2021, por tanto, no podrían pedir el PPT)

El OM3 no dice nada sobre la promesa de reabrir el RUMV en octubre de 2023, ni tampoco a las peticiones de activistas y académicos de abrirlo también para quienes entraron irregularmente, considerando que más del 80% de venezolanos tiene vocación de permanencia, como ha encontrado estudios estadísticos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Llama la atención además que el primer informe del OM3, publicado el 14 de marzo de 2023 con datos del 31 de enero de 2024, aún hable de cifras de PPT menores a las reportadas el 10 de noviembre por Migración Colombia, que presentó el hito de 2 millones de PPT aprobados (pero cuyas cifras no actualiza desde entonces, es decir, 18 semanas antes de este informe).

¿Dónde viven los venezolanos en Colombia?

Bogotá, con 600 mil ciudadanos venezolanos, sigue siendo la ciudad con mayor presencia de venezolanos, pero no hay departamento sin migrantes. Hasta Vaupés, fronterizo con Brasil y con una población local que apenas supera las 50 mil personas y una densidad de población de menos de un habitante por kilómetro cuadrado, tiene 13 personas de Venezuela.


Por otro lado, las otras ciudades con más venezolanos son aquellas del origen de la mayoría de los colombianos que migraron a Venezuela, así como las más cercanas a las fronteras, lo que lleva a considerar un tema de herencia, conocimiento, mayor prosperidad, boca a boca y similitud, considerando que la Costa Caribe colombiana es muy similar geográfica, cultural y demográficamente a Venezuela.
El informe no sólo destaca que la demografía venezolana en Colombia sigue siendo juvenil, con el grupo etario de 18 a 29 años como el más grande sino que aumenta la proporción de mujeres con respecto a años anteriores. Esto tiene sentido considerando que las primeras migraciones fueron hombres solos, y ahora migran esposas, familias completas y el núcleo extendido.

Los venezolanos en Colombia nos estabilizamos, no nos estamos yendo ni regresando masivamente.
39.220 menos en los últimos 13 meses. 

A pesar de flujos hacia el Darién y Vuelta a La Patria.

Vale considerar que Migración Colombia no cuenta oficialmente -como pasa con el informe R4V de la Organización de Naciones Unidas- a los colombianos retornados (hayan llegado a Venezuela como bebés o adultos), sus parejas venezolanas colombianas por adopción, sus hijos y nietos, es decir, que aunque legalmente son colombianos y venezolanos, sólo son contados como ciudadanos colombianos por Colombia. Se estima que sean unos 900 mil más.


Lamentablemente, el director de Migración, Fernando García Manosalva, habla de "reducción" en lugar de estabilización, no aclara las causas y asoma que sería por un regreso a Venezuela, en alusión a la narrativa oficial del régimen de Nicolás Maduro.

Sin embargo, varias ONGs y mi visita a Cúcuta el 20 de diciembre de 2023 muestra otra cosa: han vuelto los caminantes al Norte de Santander, están entrando de nuevo muchas personas. Hubo un pequeño freno o revés durante noviembre de 2023 a enero de 2024, incluso en El Darién, pero esto obedeció a la época navideña y las medidas políticas desde EEUU. 

Sin embargo, hemos visto que Panamá advierte de nuevas cifras récords de migrantes cruzando la selva, con un 60% de venezolanos.

Sin embargo, el informe brinda datos sobre ese 1,35% de personas que se han ido en los últimos 13 meses. Habrá que estar atento a cómo se movió febrero y marzo, que volvió a tener un considerable aumento del éxodo venezolano.

El mayor descenso de población venezolana fue en Bogotá, con 14.046 migrantes menos, - 2,28%. Atlántico, con 7.609 (-3,58%) y La Guajira, 3.566 (-2,15%). Interesante, aparte de Bogotá, las otras dos son departamentos con problemas estructurales graves de falla de servicios públicos, oportunidades y criminalidad.

Incrementos en Amazonas, Caldas, Cundinamarca, Guaviare, Huila, Risaralda, San Andrés, Providencia y Santa Catalina y Vaupés con 1.677 más. Es decir, zonas más alejadas de las principales ciudades, parte de la frontera con los llanos y el Amazonas venezolano, las islas del Caribe e incluso la frontera de Colombia con Brasil.

Puedes ver el completo el Informe Migrantes venezolanas(os) en Colombia corte al 31 de enero de 2024 acá.

06 febrero 2024

¿Dónde hay consulados de Venezuela en Colombia y qué servicios prestan (Y cómo solicitar pasaporte en el exterior)

Para febrero de 2024 hay cinco consulados de Venezuela, de la administración de Nicolás Maduro, en Colombia. Estos están en Bogotá, Medellín, Cartagena, Barranquilla y Riohacha. La anterior embajada de Guaidó en Colombia, que por varios años prestó apoyo para apostillar títulos, entre otros servicios, dejó de funcionar en agosto de 2022 cuando Gustavo Petro como presidente de Colombia restableció relaciones diplomáticas con Venezuela.

Servicios consulares disponibles

Para venezolanos en Colombia:

* Registro consular (obligatorio para todos los trámites y eventualmente debería permitir, si el Consejo Nacional Electoral lo estipula, el Registro Electoral en el exterior).

* Registro de partida de nacimiento para hijos e hijas de venezolanos nacidos en Colombia para obtener nacionalidad venezolana.

* Registro de Matrimonio, si te casaste en Colombia con un ciudadano colombiano (La ley en Colombia no permite el matrimonio entre extranjeros salvo que sean residentes, es decir, que tengan Cédula de Extranjería que se obtiene con una visa o lo hagan en el consulado de su país).

* Registro de defunción: para familiares venezolanos fallecidos en Colombia.

* Registro de reconocimiento de maternidad o paternidad de venezolano o extranjero para hijo venezolano.

* Poderes / Registro fe de vida.

* Documentos y permisos de viaje para niñas, niños y adolescentes.

9.- Certificados y constancias

10.- Legalizaciones y apostillas por http://legalizacionve.mppre.gob.ve

Solicitud y renovación de pasaporte:

    En la página del SAIME en agendamiento de cita seleccionar una oficina en Colombia

        Costo: 216 dólares en línea, pero MUY IMPORTANTE, debes llevar 120 dólares en efectivo (sólo adultos) el día de la cita en el consulado. No aceptan pesos ni pagos en línea.

    La Embajada de Venezuela en Colombia explica las distintas formas de sacar el pasaporte en el exterior en este enlace.

- Ingresar a la página web SAIME: http://www.saime.gob.ve/

- Iniciar sesión con su usuario y contraseña (De no poseer usuario, el solicitante deberá realizar la creación del usuario). Acá un video de cómo hacerlo.

- Acceder a la pestaña “Pasaporte” y seleccionar la opción “Pasaporte en el extranjero”

- Seleccionar la opción pasaporte “Mayor de Edad”, “Menor de edad”, o la solicitud que desee realizar

Verifica tus datos y seguidamente, ve al botón en la parte inferior de la pantalla que dice Nueva solicitud y haz clic en el mismo. Deberás llenar los siguientes datos:

- Identidad, en la que verificas datos básicos personales: nombres, apellidos, número de documento de identidad, fecha de nacimiento, estado civil, edad, sexo, pero no pueden ser modificados.

- Nacionalidad, en esta parte debes llenar los datos de tu acta de nacimiento (estado, municipio, parroquia, registro civil, libro de registro, año de registro) y del centro de salud donde naciste.

- Dirección y contactos telefónicos.

- Revisión, además de los datos ya ingresados, te muestra los recaudos que debes llevar al momento de la cita: dos copias de la cédula de identidad y dos copias de la planilla de asignación de la cita firmadas, que se envían a tu correo electrónico.

- Agendado, en esta parte debes colocar Colombia y el consulado que te quede más cercano, así como el día y el horario de atención.

- Realizar el pago en línea al SAIME del importe correspondiente al trámite (216 dólares).

- Imprimir el comprobante de pago

- Recibirá un mensaje en su correo electrónico con la planilla de solicitud de pasaporte venezolano, que le indicará los datos de la tramitación: el consulado donde debe tramitar el pasaporte y la fecha en la que debe asistir a la cita.

Para colombianos o extranjeros en Colombia:

* Visa de Turismo

* Visa de transeúnte negocio / rentista / inversionista. 

* Visa de transeúnte familiar /laboral / estudiante / religiosa

Direcciones físicas y webs de los consulados

- Bogotá: Consulado: Edificio Horizonte, Cra. 7 #89-10, Bogotá / Embajada: Diagonal 40A # 8-04, Teusaquillo, Bogotá. https://colombia.embajada.gob.ve

- Medellín: Calle 42 #79-06 Barrio Laureles https://medellin.consulado.gob.ve

- Cartagena: Bocagrande Cra. 3ra N° 8-129. Edificio Centro Ejecutivo. Piso 14 oficina 1402  https://cartagena.consulado.gob.ve

- Riohacha: Edificio Ejecutivo. Cra 7, #3-8, piso 2. Oficina N° 1  https://riohacha.consulado.gob.ve

- Barranquilla: Cra 52 #69-96 . Piso 3 https://barranquilla.consulado.gob.ve

Horarios de atención presencial

Lunes a viernes de 8:30 a. m.  a 3:30 p. m.

02 enero 2024

Un año de reapertura de la frontera colombo-venezolana: esperanzas mitigadas con posibilidades de puente aéreo

Ayer, 1° de enero de 2024 se cumplió el primer año de reanudación de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia. Hace un año un acto protocolar en el Puente Tienditas, rebautizado Atanasio Girardot, prócer colombiano de la Guerra de Independencia en Venezuela, vimos a Nicolás Maduro y a Gustavo Petro vestirse de blanco, encontrarse en el medio de la infraestructura y no cruzar la frontera. 

El puente, nunca inaugurado, se mantenía bloqueado por contenedores metálicos, en recuerdo ingrato de el intento de cruce de ayuda humanitaria durante el gobierno interino de Juan Guaidó que terminó en el incendio de gandolas con alimentos y medicamentos después de una represión brutal a pesar de la deserción de decenas de policías y militares. 

La refriega, que apareció como parte de la propaganda chavista, a pesar de la verificación del New York Times y Bellingcat que llevó a entender que fortuita e involuntariamente una bomba molotov de los jóvenes opositores cayó encima de uno de los camiones, sólo terminó en una gran sentimiento de decepción, después de un entusiasmo exacerbado por el concierto de días previos, así como la migración forzada de cientos de voluntarios que tomaron las calles de las ciudades de Villa del Rosario y Cúcuta, desbordando la capacidad operativa de todas las ONG y por supuesto, el eventual cierre de la frontera.

Esperanzas mitigadas

En perspectiva, un año después de la reapertura de la frontera, hay esperanzas mitigadas para los 3 millones de venezolanos sin origen colombiano y los otros 2 millones de colombo-venezolanos y colombianos retornados que vivimos en Colombia después de varios años de buenas noticias migratorias.

Desde el nombramiento de Armando Benedetti como embajador en Caracas, que junto al canciller Álvaro Leyva se plegaron a la narrativa de negación del éxodo venezolano y las razones de la misma, poniendo en duda las estadísticas de la ONU y la propia Migración Colombia, así como los cambios institucionales en esta última, incluyendo el cierre de la Gerencia de Fronteras -una oficina que hacía un trabajo con todas las instancias públicas y privadas de Colombia para la inserción e integración económica e institucional efectiva de los migrantes-, se notó el viraje narrativo y oficial sobre la migración venezolana en Colombia.

Petro, quien habló de tratarnos a todos como refugiados -lo que nos daría un estatus migratorio más alto que el actual-, no nombró el Estatuto de Protección Temporal para Venezolanos ni el Permiso de Protección Temporal en un año. Muy ideológicamente, ha hablado de migración como productos de las sanciones de Estados Unidos a Venezuela, como consecuencia del Cambio Climático y otros desvaríos políticos sin verdadera relación con las violaciones de Derechos Humanos, descalabro económico por decisiones absurdas o la persecución política extendida a toda la sociedad, lo que incluye la existencia de cientos de presos políticos y miles de heridos y muertos por represión violenta de las protestas y la disidencia.

Las luces al final del túnel, recuperar la conexión aérea, el comercio binacional, el paso migratorio legal y las relaciones consulares tardaron mucho más de lo esperado, se recuperó pobremente o apenas cambió. Tuvimos que esperar entre 8 y 11 meses para que varias líneas aéreas de ambos lados de la frontera obtuvieran los permisos en Bogotá y Caracas para volar frecuentemente, y aún está por verse si el aumento de la oferta y las alianzas entre gobiernos permitirán que los precios sean realmente competitivos. Y sin embargo, es el mayor de los avances, a pesar de haber tardado mucho más de lo deseable.

Ahora podemos solicitar el pasaporte en Colombia, pero entre los pagos por arreglar la situación migratoria en el sistema si saliste por trocha y/o sin sellar el pasaporte, si es que tenías uno, más los 120 dólares en efectivo que piden en la embajada como parte del trámite, aún hay quienes prefieren viajar a Venezuela a visitar a la familia para hacerse con el documento mientras en San Antonio tuvieron una pobre Navidad en contraste con una Cúcuta boyante, y aún Colombia le vende muchísimo más a Venezuela que lo contrario. La forma de equilibrarlo, mediante la venta de gas venezolano, está en medio de polémicas políticas y económicas, varios casos de corrupción y una infraestructura abandonada desde la época de Chávez-Uribe.

El 20 de diciembre estuve en Cúcuta, donde vi, hablé y almorcé con caminantes que aún llegan de Venezuela para llegar, al menos inicialmente, a Bogotá y Medellín, para irse a Estados Unidos por el Darién, devolviéndose de allá por no pudieron cubrir los elevados costos de migrar por la selva con el control del Clan del Golfo, volviendo de Perú y así, un millón de variantes de la recirculación migratoria.

¿Y ahora qué?

Por ahora, lo que se vislumbra es incertidumbre política en un entorno que parecía seguro, incluso a pesar de la confrontación con el gobierno de Maduro, así como la normal inestabilidad perenne que sentimos cuando nos vamos a país distinto al propio.

Migración Colombia cerró 2023 celebrando que entregó medio millón de PPT en 16 meses de gobierno, aunque el anterior entregó el triple en sólo 10 meses. El anuncio de "desvenezolanizar" la migración, que iba a llevar a abrir el compás del proceso de regularización a otras nacionalidades sólo ha llevado a llevar a los venezolanos a la oscuridad, sin traer a ninguna otra nacionalidad a la luz.

Conozco tres gringos que no lograron extender sus visados y andan por allí, irregulares, mientras que varios venezolanos con visas rechazadas y solicitaron el PPT pero quedó la sombra de duda tras varios meses de rechazos de visas de traspaso y residencia que afectó a miles de extranjeros europeos, asiáticos y americanos que estuvieron en vilo por un tiempo, sin explicación ni disculpas, cuando volvieron a aceptarlos.

La entrega de Alex Saab a Venezuela podría o no abrir un nuevo camino en las relaciones diplomáticas entre ambos países. Mientras Petro se ha ufanado de ser la inspiración de los acuerdos de negociación, aunque sus propuestas e iniciativas apenas si han funcionado, tiene un mundo interno que atender con miles de nuevos alcaldes, gobernadores y legisladores locales mientras sus reformas siguen trabadas en un Congreso en que no queda demasiado claro quienes están usualmente a favor y quienes totalmente en contra. Mientras tanto, las negociaciones con el ELN, con apoyo de Maduro, están también en el terreno de las esperanzas mitigadas. Los malos entendidos que han llevado a polémicas sobre el secuestro, la financiación de la guerrilla y la lentitud de la toma de decisión es una raya más en el tigre de la "paz total" de Petro.

Con ese pendiente que requiere de Venezuela, desde donde la guerrilla aún trafica y se involucra en operaciones de minería ilegal, ¿querrá o podrá promover o evitar Petro llevar al barranquillero a la justicia colombiana? ¿Presionará a Maduro para que las elecciones presidenciales de 2024 sean lo suficientemente competitivas para que deje el poder de forma ordenada? ¿Seguirá con su tesis de rechazar las inhabilitaciones políticas recordando la decisión de la CIDH en su caso y el de Leopoldo López para defender la tesis del derecho a la participación de María Corina Machado? Hay más interrogantes, y muchas sólo pueden caer en el terreno de la especulación, porque ciertamente el mandatario colombiano no ha dado señales claras de coherencia discursiva ni política. 

Con Petro, mucho de lo que dijo ayer, es mentira mañana, mientras en otras que debería cambiar, no permite la posibilidad de ceder para el bien común. Aún así, desde un lado positivo, persiste en sus ideas de transformación ambiental, política, social y económica que pretende dar solución a viejas deudas históricas en Colombia, aunque en el plano internacional no ha tenido la incidencia democratizadora esperada. Su apoyo a Pedro Castillo en Perú y sus discusiones con Boric en Chile no dan luces claras, ni demasiadas esperanzas sobre cómo actuará sobre Venezuela en 2024. Por ahora, persisto en mis esperanzas mitigadas.

05 septiembre 2023

Desde 2018 se reducen las visas colombianas para venezolanos, especialmente trabajadores

Cada vez es más difícil obtener una visa de trabajo en Colombia. Después que la resolución 5.477 de 2022 entrara en vigor con un nuevo régimen de visas, los casos de solicitudes inadmitidas y rechazadas se volvió recurrente. Lamentablemente fue la última medida migratoria del gobierno de Iván Duque, después de varios años de bienvenida y medidas que fueron aplaudidas en el mundo.

Esta decisión, que tomó vigencia en 2023, incluso afectó a varias empresas de tecnología en Colombia porque varios empleados venezolanos no pudieron obtener su segunda o tercera emisión de visas porque los requisitos eran más duros que los anteriores. Esto afectó a extranjeros de todas las nacionalidades, pero considerando que los venezolanos son el 85% de la diáspora en Colombia, nos afectó especialmente.

La necesidad de certificarse localmente como ingenieros para trabajar como desarrolladores de software o una carta motivada de parte del empleador que señalara la idoneidad del extranjero por encima de otros posibles ciudadanos colombianos para el cargo se suma a varios cambios, además de la avalancha de inadmisiones, que llevaron a varios venezolanos a solicitar el Permiso de Protección Temporal (PPT) para poder quedarse en el país o buscar los servicios de abogados en un país con poquísima tradicional jurídica y cultural de recibir migrantes.

Solicitar y obtener una visa, así como la subsecuente Cédula de Extranjería, no sólo está atada exactamente al tiempo del contrato laboral, lo que te deja en un limbo si después de varios años, no consigues una renovación del contrato o si por un retraso pasas más de 15 días sin visa vigente, sino que es costosa. Si todo sale bien, pagarás 450 dólares por todo el proceso de estudio y emisión, más otros 60 dólares por cedulación. Pero si la inadmiten, deberás pagar otra vez los 55 dólares del estudio.

Un reciente libro de Maryluz Vallejo documenta cómo Colombia también persiguió a judíos que huyeron del nazismo o chilenos que fueron perseguidos por Pinochet. El propio censo de 2005 lo revela: poco más de 112.773 mil extranjeros vivían en Colombia antes que en 2017 se disparara el flujo migratorio de venezolanos que huían de una Crisis Humanitaria Compleja, que combinaba violación de derechos humanos, crisis económica, ruptura institucional, escasez, inflación y malos servicios públicos, incluyendo los de salud pública.

En ese año se estimaba que habían 50.033 venezolanos y que los extranjeros representaban 0,2% de la población general. Ahora, con 2,4 millones de migrantes -según datos 2022 de Migración Colombia- o casi 3 millones según números más recientes que la misma institución luego despublicó de su web, así como del repositorio R4V, estaríamos hablando de 6% de la población general.

Y no sólo afecta a ingenieros, aunque especialmente a ellos, pero la tendencia de aprobación de visados para venezolanos en Colombia va en franco declive, especialmente a partir de 2017, cuando tras la agudización de la escasez de medicamentos y medicinas, las violaciones de derechos humanos en la represión de las protestas ciudadanas y la inflación, aumentó drásticamente la gente que salía del país, muchos a veces caminando, sin más posesiones que las que tenían encima.

Al año siguiente el gobierno de Juan Manuel Santos instituyó el Permiso Especial de Permanencia (PEP), que ayudó a regularizar a cientos de miles de venezolanos que habían ingresado al país sin ningún tipo de visado. Y en mayo de 2021 arrancó el Registro Único de Migrantes Venezolanos (RUMV) como parte de la implementación del Estatuto de Protección Temporal para Venezolanos (ETPV) que creó el Permiso de Protección Temporal (PPT), documento único que sustituía al PEP y otros permisos similares, para darle a los venezolanos acceso a servicios de salud, educación, empleo y seguridad social como un ciudadano colombiano.

Después que durante los últimos diez meses del gobierno de Iván Duque se aprobaran, imprimieran y entregaran cerca de 1,5 millones de PPT, esta cifra se redujo muchísimo. Apenas 400 mil PPT durante los primeros 13 meses de Petro, bajo la premisa del nuevo director de Migración Colombia, Carlos Fernando García Manosalva, que el sistema estaba colapsado, que no los técnicos no tenían explicaciones y que la mayoría estaba esperando cerca de dos años por el documento, con verdades a medias, exageradas o totalmente erradas, sino insistiendo que los venezolanos migramos por razones económicas debido a las sanciones de Estados Unidos sobre Venezuela, eximiendo de responsabilidad al gobierno de Maduro.

Una revisión de las estadísticas, actualizadas mensualmente en el Portal de Datos de Colombia, sobre el otorgamiento de visas colombianas a ciudadanos venezolanos, revela las tendencias de este trámite. Por ejemplo, en 2022 se aprobaron un promedio de 473 visas al mes. Durante este 2023, con datos hasta el 3 de septiembre de 2023, se han otorgado un total de 3.567 visas. Restando las 53 que la base de datos arroja para septiembre, se estima un promedio mensual de 439 visas.

Dentro de este contexto podemos ver cómo desde 2018 hay una caída importante de visados otorgados. Encontrar las causas no es evidente, tampoco lo arroja la base de datos de inmediato. Puede ser que menos profesionales venezolanos consiguen o son buscados por empleadores colombianos o que menos eligen Colombia para ejercer independientemente (esa visa pide que certifiques ganancias actuales por unos 2.500 dólares mensuales), pero otra razón puede ser la documentada desde 2022 y 2023 con una política migratoria que cambió con el nuevo gobierno de Gustavo Petro, en que se redujo la aprobación de PPT, aumentaron las redadas policiales contra migrantes y hasta se rechazaron permisos por decenas de miles, a veces por haber cometido una infracción leve como pasar una luz roja o usar mal la mascarilla en el transporte público.

En las siguientes infografías muestro cómo han bajado desde 2013, cómo en 2018 esta reducción se hizo más aguda y la evolución de quienes vienen a trabajar a Colombia -o sus visas son aprobadas-, enfocado especialmente en los profesionales de la ingeniería.

Puedes verla acá también: https://infogram.com/visas-colombianas-para-venezolanos-1h984woyw9d7d6p?live

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19 marzo 2023

Dos años en Bogotá: con contrato y visa también hay duelo migratorio

 Llegué a Bogotá el domingo 21 de marzo de 2021 después de dormir en casa de un amigo en Ciudad de México, donde aterricé desde Cancún saliendo desde Caracas. Un periplo necesario por el aislamiento aéreo y político de Venezuela que impedía viajar directo entre capitales o no pagar una millonada por hacer escala en Panamá.

Al día siguiente fue festivo como dicen en Colombia, un lunes feriado por el Día de San José. Más tarde supe que Colombia, el país con más feriados del mundo, tenía este sitial porque los días que se pierden por caer en fin de semana o los que caen en días de semana, se ruedan para el lunes, lo que permite que la gente haga "puentes".

Llegaba ansioso por mi nuevo trabajo como Director de Colombiacheck y tenía que quedarme el lunes en casa, con todos de descanso.

Había llegado tras horas tensas en el Aeropuerto de Valencia, porque supuestamente no podía viajar a Colombia sin vuelo de retorno sin una visa de Estados Unidos, aunque tenía un contrato de trabajo y carta de invitación de Consejo de Redacción, de mi amigo José Álvaro Fernández para recibirme en su casa y otros documentos. Me exigían una reservación de hotel pagada, no sólo apartada. Idas y vueltas, Aruska, mi mamá y el tío Mario afuera nerviosos, tratando de hablar con mi hermano Joel en Miami, que me había comprado el pasaje de avión.

Y no era conmigo nada más. Incluso una ciudadana mexicana estaba indignada, reclamando a gritos cómo le pedían una carta de invitación para irse a su casa en México por tener doble nacionalidad. Otra media docena de personas estaban reclamando atropellos similares. Se me ocurrió mostrarle mi pasaje a otra persona en un counter distinto y listo, me hicieron check-in con los mismos requisitos que antes rechazaron.

Revisión con Rayos X que fue lenta, una revisión de equipaje más lento aún y luego vi a todos los demás pasajeros "varados" adentro. Jamás supe si querían plata, sólo joder o necesitaban tiempo.

Me deslumbró Cancún, donde me vi con Darlene Hernández, mi chica soñada del colegio que en ese momento nunca supo de mis sentimientos. Almorzamos comida mexicana, unas buenas cervezas y me fui ebrio a Ciudad de México, donde me esperaba Martín López, un amigo mexicano que conocí en el Global Fact de Sudáfrica. Me quedé en su casa, hablamos un largo rato con sus papás, tomamos el subterráneo y tratamos de cenar afuera, pero las restricciones de la pandemia lo impidieron.

Al volver y al día siguiente el duelo me pegó durísimo. No podía comer, tenía un nudo en la garganta y sólo comí algo de fruta. Lloré delante de todos diciendo que aunque migraba en avión y con contrato de trabajo me había ido de Venezuela sin querer hacerlo, porque las circunstancias eran cada vez más duras de resistir. Y sí, teníamos Internet, incluso Netflix, posibilidades económicas para comer bien, incluso salir, pagar por conseguir agua o gas doméstico mejor que muchos otros, pero había penurias más universales como los apagones, las reducidas posibilidades de entretenimiento e incluso la evolución profesional.

Tuve un buen trabajo en El Nacional, cuando en su sala de redacción apenas quedaban personas y atravesaba su últimas etapa de supervivencia. Un perfil profesional reconocido por mi carrera en periodismo de datos, factchecking, Excel, ambiente, desde Maracay, con oportunidades para tener ingresos diversos dando clases, escribiendo reportajes dentro y fuera del país e incluso para seguir viajando, pero también había un estancamiento propio de organizaciones que sobreviven en vez de crecer, que permanecen por esfuerzo en vez de reconocimiento. 

Desde 2012 casi todos los años había salido a Argentina, Costa Rica, México, Turquía, Sudáfrica, Madrid, París. Sabía que había un mundo que siguió adelante mientras nosotros no teníamos Spotify ni Uber. Estábamos con amigos, salíamos a la playa, no estábamos en lo peor pero se dio una oportunidad y la tomamos.

A dos años fuera, ha habido altas y bajas. Con fortuna la mayoría han sido muy positivas e incluso siento que ya estoy entrando en el ciclo de oportunidades y reconocimiento que tenía en Venezuela, a pesar de haber cambiado de trabajo y de aún no tener un círculo profesional más cercano a más colegas colombianos. Y sí, desde que Gustavo Petro llegó al poder, un ambiente menos amable que con Iván Duque en materia institucional, legal y cultural, sin que debamos hablar de la gravedad de los episodios de xenofobia de Chile y Perú, aunque ha desmejorado con el acercamiento al gobierno de Maduro y sus narrativas anti-EEUU, de negación de la migración y el supuesto regreso a Venezuela.

Y tenemos duelo. Porque ahora ya no vivimos en un lugar con la red de apoyo familiar, de amigos y conocidos de antes. Porque tenemos que tomar avión para ir a la playa. Porque hay nostalgia por lo pasado aunque también alegría por lo nuevo. Porque nos gustan cosas y nos desagradan otras, porque el cambio es bueno pero no siempre un paseo. Por muchas razones más, pequeñas y grandes, pero con Cédula de Extranjería, trabajo y mejor vida, también tenemos un duelo que nos duró muchos meses. E incluso a veces todavía se me "agua el guarapo" cuando leo o veo algunas cosas de Maracay, noticias de allá o recuerdos.

Y sí, a pesar de tener una Cédula de Extranjería que me da -por ahora- un estatus legal más cómodo. A pesar de un contrato con un buen sueldo que me abrió al mundo laboral, profesional y social por una puerta inmensa. A pesar de mi visa de trabajo (que no me dejaron sacar en Venezuela) pero ese es tema para otra publicación. Porque también somos, Aruska y yo, venezolanos que nos vimos forzados a buscar y aceptar oportunidades que de otra manera, sin el desastre político, económico y las amenazas personales que sufrí en Venezuela, no hubiese considerado ni tomado de otra forma. También huimos. 

22 octubre 2018

Cuando yo emigré de Venezuela

El 21 de junio de 1999 yo emigré. Llegué en un avión de KML al aeropuerto de Schipol, Holanda, con escala en Frankfurt, Alemania, desde Maiquetía. Tenía escasos 21 años, cabello largo, uñas pintas de negro y sueños de rockstar tropical frustrado. Suena elegante y acomodado, pero no lo fue tanto. Me fui de un país que creía mal y en crisis, que no había dado todo lo que se esperaba, y con la esperanza mesiánica de nuevo en puertas.

Nos fuimos con la idea de ser famosos haciendo blackmetal con mi banda, Mystical Darkness. Nos fuimos tres adelante, esperando otros tres después. Uno decidió no viajar, pero fue varios años más tarde.

Vivimos en un ático alquilado, lo que era ilegal, en un suburbio de inmigrantes árabes en las afueras de Ámsterdam. Trabajamos armando tiendas en una especie de mercado de antiguedades, ropa de segunda mano, pipas y semillas de marihuana y recuerdos al aire libre, llamado Waterlooplein. Allí también trabajaban los colegas músicos de Agresión y muy algunas veces los de Laberinto.

Habían pasado años después de su venida, y eso me asustó un poco. No era tan fácil legalizarse o salir de esos empleos. Era realmente muy difícil conseguir un trabajo que no fuese el que nadie más quiere hacer si eres ilegal. Entonces quienes salían de Venezuela eran muy pocos. Quienes no éramos adinerados que se iban a EEUU éramos una clarísima mayoría. Nadie en Holanda sabía nada de Venezuela. Unos pocos les sonaban algunas pequeñas cosas: Margarita, un presidente locuaz y exótico, mujeres lindas. Poco más.

Con el tiempo dejamos el ático, pudimos mudarnos a mejores lugares. Yo logré vivir solo y a veces me quedaba en la habitación de mi novia quien vivía en el mero centro, trabajando como "au pair" (cuidando niños de forma permanente, más elegante) de niños de familias ricas. Entré en varias mansiones donde otras amigas de ella trabajaban. Shhhh, que los vecinos no se enteren. Una vez cuando me quedé sin casa, un amigo holandés pintor, Hans, me dejó quedarme en su casa mientras estaba de vacaciones.

Pudimos dar pequeños pasos hacia el sueño pero sin el baterista, todo se complicó. Conseguimos un chamo curazoleño muy bueno, y más tarde llegaron dos muy destacados músicos caraqueños. Uno de ellos, el baterista, no se adaptó y se regresó. Luego, me fui a España, y el sueño del metal pasó.

Yo tuve varias bicicletas. Era muy fácil comprar una robada a un "junkie" (drogadicto que vive en la calle y que usa drogas duras como cocaína) a tan sólo 20 florines que luego eran unos 9 euros. Era un círculo vicioso. Una vez me compré una legal, 400 florines más o menos. Bella, pero también me la robaron como solía pasar con todas tus biciletas. Compras un seguro, más o menos bueno, pero es la fuenta principal de ingresos de los que viven en la calle, así que algún día pasará.

Holanda fue una experiencia genial para mí. Fui a muchísimos conciertos, viví en una ciudad genial, vi espectáculos libres públicos extraordinarios, disfruté de parques y espacios públicos, hice angelitos en la nieve, tuve buenas épocas de comer en la calle y darme pequeños lujos, pero nunca pude establecerme. Regresé a Venezuela en 2002, a reempezar. No fue fácil, pero como podrán imaginar, fue posible. Crecí.

Algunos de mis amigos con quienes viví en Holanda regresaron, la mayoría no. Los que se qeudaron han logrado muchísimo: mejores trabajos, nacionalizarse, mudarse a otros países donde les ha ido mejor, comprar casas, carro, tener familia, salir de vacaciones a lugares extraordinarios, emprender negocio propio.

Escribo esto después de verme con 11 amigos en Buenos Aires, en distintas posiciones, tiempos, ideas y expectativas. Lo cuento como alguien que pasó 48 horas preso en Barcelona, España, por ilegal, pero también como alguien que ha sido invitado a encuentros en Turquía, México, Costa Rica y ahora Argentina, por mi trabajo como periodista y ambientalista, a veces por ambos. Lo escribo como un ánimo, para lo que se fueron y los que nos quedamos, para los que regresen y los que no lo harán. Como testimonio de lo posible.