Pecados musicales: todos tenemos uno (Volví, volví, volví)

¡Irresponsables del mundo, ya tú sabes! Volví, volví, volví, al 3er día. No falté por depresión, por trabajo y mucho menos la típica excusita de la falta de tiempo, sino que estaba como Bukowski recomienda: siempre borracho.

El sábado empecé con el JeanFest, como no fui al GillmanFest, en mi casa unas 20 personas comimos parrilla y tomamos cerveza tirados en el suelo y comentando un poquitico los resultados del Festival Nuevas Bandas Aragua 2007. El domingo vi por segunda vez el monólogo del colombiano Andrés López, llamado Pelota de Letras, donde analiza las generaciones familiares, desde los abuelos hasta los niños más pequeños, haciendo énfasis en las frases típicas que nos criaron como: Cuídate del sereno, mientras tú vivas bajo mi techo y similares. Búsquenlo, eduquen a sus padres y ríanse de sí mismos y sus hermanos.

Finalmente, luego de un lunes de trabajo responsable y bien pagado, me tomé un vinito Merlot y me cayó como que hubiese tomado gasolina de tractor, así que hoy desperté pensando que hay una misión que cumplir, ¡hip!, dar malos consejos, informar lo que ya VV no dice y jalarle las patas al Comandante. Recordar que en la blogósfera hay gente dando otro lado de la realidad, como la Reseña del GillmanFest de Cleo, la reflexión sobre realidad, literatura y blogging de Maguita Caldera y los estudios de campos sobre conspiración religiosa de Jésús A. González.

Bueno, me toca: Pecados musicales. Todos tenemos un artista que seguimos y no solemos confesar, una manchita en nuestra colección de metal noruego, de nuestros LP de rock progresivo de los 70, de los mp3 de triphop, drum n bass y jazz. Uno que escucha bandas que nadie conoce, que descubrió Rammstein, Sum 41 o Atari Teenage Riot antes que todo el mundo, también se ha parado a ver videos en HTV, a asomarse a un noticiero de farándula y a leer revistas innombrables para seguirle la pista a su artista oscuro. Un pecado musical es tan grave como confesar que uno sufre de estreñimiento, repitió un año escolar o tener pelo dónde no se debe.

En mi caso es Thalía. Ella está bueníiiisima, es chiquita como me gustan, es latina (no al imperialismo) y hasta versiona una canción ochentera vestida de punketa: A quién le importa. Me vi las 3 novelas en que ella hizo de María, sufrí cuándo se casó con Mottola, sobre todo luego de leer en una entrevista que a ella le gustaban los tipos exóticos, poco convencionales. Lo confiese, es mi pecado musical.

Sin embargo, también debo confesar que yo escucho cosas que me parecen geniales aunque otros me pateen, como rock latino al estilo Café Tacuba, IKV y Natalia Lafourcade, además, me parece que Tiziano Ferro es un gran cantante aunque no lo sigo, y me gusta Fat Boy Slim y The Chemical Brothers, pero Thalía también le gusta a mi mamá, y el metal sigue siendo: música de locos, báaaajale a esa vaaaaaina, chico, que atormenta! Y cada vez que digo: es que Ricky Martin es aburrido porque es un bailarín más que un cantante, me dicen siempre con ceño fruncido: es que a tí te gusta es el wa, wa, wa, wa. Y eso que ellos saben que mi artista favorita es Björk, siempre me tratarán como si me hubiese hecho un tatuaje de Slayer en el pecho.

Estos pecados musicales son más comunes en las mujeres, no por ser machista (momento para el eructo y rascado de bolas, ahora sí), pero casi todas las chicas alternativas que conozco gritaron por Servando y Florentino, les encantan los cantantes ochenteros de balada tipo Juanga o Rocío Durcal, siempre saben bailar salsa y merengue y definitivamente, no pelan la canción de moda, el pasito de la disco y actualmente, el .... ¿cómo decirlo?, el sandungeo gangbang del reggeaton.

Lo sabemos, las mujeres son más propensas a escuchar Guaco, a bailar con los tíos el ritmo juvenil del momento y dejarse aguar el guarapo por gentuza como Backstreet Boys, Vicente Fernandez, e incluso, Oh Dios, Ricardo Arjona, asegurando que son bellos y tienen buenas canciones. Al menos yo estoy claro, que sin Thalía, por más músicos y productores que contraten, sus discos no engrosarán el legado universal de clásicos musicales de la música.

Nota importante: Odio a Alejandro Sanz, sí, sí, él es arrechísimo en no sé qué y no sé que tal, pero lo odio, ¿cómo hago?.

Cuéntanos tu pecado musical, confiésate, no puede ser tan malo, ¿o sí?

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