¿No se asombran cuando lees o te dicen si tal país "ya es Venezuela" o "así empezó Chávez"?
Sí, sabemos que es un comodín político para atacar candidatos o presidentes, nadie quiere ser "el próximo Chávez". Es una frase usada para darle fuerza a una opinión política o incluso para configurarla como una alarma de acción urgente.
Pero siempre que la leo creo que subestiman que Venezuela vive "la segunda crisis migratoria más grande del mundo" por una Crisis Humanitaria Compleja, que lleva a que medio millón de personas, incluyendo niños, ancianos y personas con discapacidad, crucen cada año el Tapón del Darién, que hace unos pocos años, era atravesado por cientos o un par de miles. Antes fuimos caminantes por las carreteras de Latinoamérica.
Creo que -de nuevo- están subestimando lo que nos pasó. Como cuando cuentas que la gente perdió 40 kilos en un año, hicimos filas de 20 horas para surtir gasolina o que el agua te lleva cada 8 días, cada tres semanas o quién sabe cuándo. Tú sabes, los venezolanos somos exagerados. Es imposible comer de la basura, no comer, no tener luz por una semana.
Creo que también se subestima, y se desconoce, el proceso largo, múltiple y complejo, pero también particular que llevó a lo que estamos viviendo. Nadie va a exonerar a Chávez, pero la migración masiva de 2017 fue 18 años después de su llegada. No fue una cosa que hizo.
No es fácil de comparar con otras circunstancias nacionales. Venezuela era un PetroEstado que desde 1958 subsidiaba casi todo, para bien o mal, no solo la gasolina sino la educación pública, no solo los servicios sino la salud pública, con más brillo en las universidades que en los hospitales, aunque de ambos salieron médicos que aún añoramos y buscamos.
Es un país caribeño, altamente mestizo, con millones de migrantes de todo el mundo que han llegado durante varias generaciones, gobernado mayoritariamente por socialdemócratas. Perdonen el resumen.
Claro, la democracia no está en su mejor momento. Populistas de izquierda y derecha llegan al poder usando herramientas constitucionales para luego tomar el camino la deriva autocrática, que puede ir de unos meses a unos años, pero a pesar de las muchas medidas impopulares, estúpidas, inconstitucionales o pseudo-legales, es muy alegre decir "ya estamos como Venezuela", porque justamente son pocos los casos: antes, Cuba y después, Nicaragua.
Porque aunque hubo o hay aún gobiernos socialistas, "progresistas", pro-izquierda en México, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina, no se reprodujo la migración de 25% de su población, no tienen una investigación abierta en la Corte Penal Internacional, no tienen cientos de presos políticos en centros de tortura, no arruinaron su economía al nivel de combinar hiperinflación, desasbastecimiento y destrucción del 80% del PIB por haber expropiado, nacionalizado y estatizado cientos de empresas e industrias. Todo, al mismo tiempo, de forma continua, por 25 años.
La intención no es aminorar, ni rebajar los problemas de desigualdad, represión, abusos policiales, corrupción, nepotismo, ataque a los DDHH, medios de comunicación, ineficiencia, ilegalidad, narcotráfico, minería ilegal, cooptación y pobreza. Estamos en Latinoamérica, amigos.
Pero es "estar como en Venezuela" implica ahora vernos desde y hacia afuera. Es leer todos los días ese collage noticioso conformado por nuevos detenidos del Tren de Aragua, otra actuación emocionante en una niña o un joven en La Voz Kid, Got Talent, La Casa de los Famosos o un reality de repostería en Australia, Portugal o Chile.
Es leer sobre otro niño ahogado en el Darién, otro deportado o asesinado en la frontera con Texas, otro caso de feminicidio contra una venezolana, una familia secuestrada en México, pero también la alumna que sacó el mejor promedio escolar en Chile, el chamo que vende quesillos en Dubai, el youtuber que enseña a reparar computadoras en Perú mediante desechos. Todos los días, durante los últimos 7 años.
La arepera en Malasia, el chef que se ganó otra estrella Michelín, el alemán que todos los días se come las empanadas de caraota en Falcón. Otro caso de xenofobia en Colombia, en Chile, en Ecuador. ¡GRACIAS, ARGENTINA, NOS QUEREMOS MUCHO!
Es la dosis diaria de lloraíta porque vemos a María Corina en algún pueblito rural de Trujillo, Portuguesa o Falcón, que implica explicarle a cualquier amigo extranjero * tomemos respiración profunda * que el candidato es Edmundo, porque no dejaron que fuera Corina Yoris, ya que inhabilitaron a María Corina, que ganó unas primarias, que se consideraron ilegales por un CNE que renovaron de forma misteriosa un mes antes de esas elecciones, y que por fin la oposición está toda unida, no pisa peines, no cae en intrigas y pareciera que quizás, ahora que nos entusiasmamos de nuevo, podría ser que quepa la posibilidad de que talvez, ahora sí, ganemos.
Como dijo Nanutria: dejen de preguntar si ya están "como Venezuela" porque nosotros no queremos estar "como Venezuela". O como diría el colombiano El Turner: "¿Ya estás vendiendo caramelos en el Transmilenio de Ecuador?".
Que además, significa una cosa hoy, pero mañana hay una nueva ley, disposición, trampa, moneda, mecanismo bancario, impuesto, regulación o truco, y que explica cómo el país de la escasez se convirtió en el de los bodegones, de la hiperinflación al de las decenas de emprendimientos y de las "burbujas" a la desigualdad. Mañana, quizás otra cosa.
La total incertidumbre.
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