Olvido
Me estoy cansando de su descuido. Hierve, arde, quema. Me siento inútil, atrapada. Y aunque una vez más estoy esperándolo con lo que le gusta y lo seduce, igual se olvidó otra vez de mí.
Su desprecio es obviamente doloroso, no sólo por sentirme ignorada sino porque le grito -hasta el desesperado- y trato de llamar su atención, lo que a veces funciona, pero me deja exhausta y triste. Así que incluso cuando me rescata, cuando evita que explote, me quedo frustrada. Pero no digo nada, jamás ha sabido de mi dolor.
Y hoy, otra vez, no hay nada que hacer.
Me dejó impunemente expuesta al fuego de la cocina, hasta que el café se evaporó y luego las llamas sólo me hicieron sufrir, dejándome las negras cicatrices del chamuscado. Tiempo después llegó corriendo. Se lamentó, se molestó consigo mismo y se reclamó, para darme un último zarpazo: ¡mi café!
---
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Habla, sé serio y organízate.