El opositor clase media promedio se molestaba con los resultados electorales porque apenas conocía chavistas. Sus amigos, familiares y conocidos del trabajo decían que votaban por la oposición. De allí a denunciar y quejarse por los mitos electrónicos, medias verdades del fraude y el ventajismo abusivo del Estado solo fue un saltico.
Pero hoy, con menos afiches de la MUD pero con el normal despliegue en actos de gobiernos, gigantografías y medios que hacen propaganda, la campaña de descontento, rechazo y cambio se ha hecho por mensajería, boca a boca y en la calle. Donde Maduro amenaza que se irá, aunque uno supondría que como presidente "del Gobierno de calle", ya estaba allí.
Lo escuché entre motorizados del Terminal de La Bandera, entre vendedores de frutas en la Avenida Aragua y en el Metro que va hacia Zoológico-Las Adjuntas. Lo he visto en autobuses de regreso a Caracas y en raperos que piden votar, cambiar y no ser inertes a lo que sucede.
"Abajo, a la izquierda, en la esquina, la de la manito", se ha vuelto un meme, un chiste, una bola. Tanto que el PSUV, quizás por primera vez, es quien responde y no quien propone. Usa la campaña del miedo como la propaganda de la pesadilla en que te cobran la Canaimita, el Barrio Tricolor (que es nueva versión a la pintada de ranchos de blanco que hacía AD) y el CDI (metafísica pura porque están cerrados o desabastecidos).
Un chamo hoy en el autobús hablaba de la indignación del engaño de MIN con la foto de Ismael García. Se quejó de los precios, de ir a muchas colas, de usar su día libre para eso, de las medicinas que dan los médicos cubanos desde esta semana y de la escasez. "Hasta un chamo con la gorra del PSUV sabe que el concierto de Olga Tañón fue gratis para el público pero tuvimos que pagar en dólares para que vinieran. Y además dicen que le caerán a los buhoneros para que todo el mundo se vista en Navidad. Es un chantaje, un engaño", en ese tono tan nuestro en que nos reímos de la desgracia, criticamos pero queremos algo más, siempre aspiracionales.
Una señora me dijo: "Pero un verdadero cambio no es votar por los mismos, ambos están fritos. Yo voté muchas veces por el gobierno pero se jodieron conmigo. Hay muchos independientes. A mí me gusta esa del MIN y el MAS". Le dije sobre el engaño del MIN. "Entonces votaré por el MAS", y se bajó en el Luxor a hacer su cola con una bolsa de compras.
No sé si las encuestas o los partidos han subestimado al chavista o pro-chavista que pueda irse con independientes o si el cambio que se aspira es más grande que lo que se puede lograr en la AN. Freddy Guevara le dijo a Prodavinci que es era el comienzo de lo que vendrá, pero que no sería fuerza electoral para ganar gobernaciones sino cambiar el modelo, más allá de nombres, pero que eventualmente implicaría alguien distinto en Miraflores. Que no era un tema electoral, de voltear tortilla. Que lo que espera el pueblo no es cambiar rostros.
Le he dicho a mis alumnos que aunque siempre hay rumores post-electorales. Esta vez había una "certidumbre de la incertidumbre". Es decir, ahora sí que estamos "seguros de que quién sabe". Por eso escuchas que todo el mundo quiere tener comida, efectivo, pilas y velas en su casa, pero además ahora sí parece que lo harán.
Más allá de posibles consecuencias mediatas o inmediatas, lo que se aspira es reducción de colas, combate a la inflación y mejoras económicas de todo tipo. Y creo que la gente espera pragmatismo pero el voto dirá si cree que lo puede hacer el gobierno o si lo deben hacer otros actores.
Nadie quiere conflicto político, sino acciones. Y la MUD ha dicho que no aprobará créditos adicionales sin hacer contraloría. Mientras, el PSUV volvió a aprobar un presupuesto de fantasía, con el mismo modelo que nos trajo hasta aquí: dólar a 6,30, inflación a 60% y petróleo a 40 dólares. Y nada de dejar el rentismo, el cadivismo y la impresión de billetes de monopolio.
Lo que queda para el cierre de campaña: el boca a boca. Enseñar a votar y acompañar a los panas, abuelos y vecinos.
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