Con letras enfocadas en la muerte, lo sangriento y los homicidios, los noruegos dan una buena cucharada de la filosofía y la metodología de quienes abrieron los primeros cavernosos yacimientos del metal extremo, con una ingeniería actual, así como pinceladas de lo hecho por la segunda generación.
Con ocho discos anteriores en 21 años de carrera la agrupación nació cuando Tchort y Dod, quienes entonces estaban en Satyricon, decidieron iniciar la banda, tocando ambos la guitarra. El primero pasó además por Emperor y Carpethian Forest, pero había iniciado en el death metal con Green Carnation. Dejó la banda en 2010 y siguió Dod, quien también comparte sus dotes de guitarrista con bandas de otros géneros del metal como Cobolt 60, Scariot y Zerozonic.
La banda ha tenido una muy larga lista de vocalistas, bateristas y bajistas, con el más reciente bajista Stian Gundersen (The Dark Nebula) apenas con ellos desde 2018. Después de la salida de Tchort, solo han tenido un segundo guitarrista, Ivan Gujic, siendo el núcleo más estable de la banda.
Con esta premisa de death metal de vieja escuela, con voz profunda pero con distorsiones más pulidas que las usadas hace 30 años a pesar de usar técnicas similares, se destaca el cantante Yngve "Bolt" Christiansen (Grimfist).
Así que puedes esperar giros, arreglos, armonías y estructuras conocidas pero bien cultivadas mediante la experiencia, una superposición de dos épocas y una devastadora experiencia que se regocija en la existencia demoníaca de la música extrema por excelencia, la primigenia, la original.
Mi tema favorito, el más old school, Skyggemannen. Tanto que tiene claras influencias del thrash metal. Y es que el disco no es purista, más bien es una buena recolección de momentos en que todo era exploración y explotación de nuevos recursos. Y que ahora se pulen con herramientas novedosas que permiten darle más brillo a la tradición histórica.
Lo escuchas aquí: https://www.deezer.com/es/album/99452862
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