La voz del pueblo es la voz de Dios, reza un eslogan político manoseado por tiros y troyanos. Durante muchos años uno tenía contacto con ésta por medio de los taxistas, una variopinta raza de ingenieros jubilados, jóvenes tunning emprendedores, profesionales desempleados y hasta antiguas amas de casas. Sin embargo, la situación económica nos ha llevado a usar mucho más transporte público, público y privado, por lo que el ágora se ha ampliado para escuchar la opinión pública popular.
Hoy un cantor con cuatro en la mano se subió al autobús, con el rostro de Alí Primera bordado en su camisa para cantar e improvisar. Con buena voz y buen rasgado recitó que aunque culpamos de la inseguridad a "los gringos, los marcianos y el gobierno" son los padres quienes se han olvidado de valores "patrióticos, humanos, sociales y espirituales" por lo que aunque todos dicen querer cambiar "ponen a los niños a vibrar la chapa en los cumpleaños". Remató diciendo que la corrupción era el gran mal del país, con "chavistas corruptos y una oposición que no sirve para nada" mientras el bachaquero tan señalado es Josefina y Gustavo, tus vecinos, que te revendan la harina y el arroz que compraron en 1.500 y 2.500 en 4.800 y 5.700, según recitó creativamente.
Poco antes el colector me contó, ante mi protesta de pagar 150 por recorrer un par de paradas en vez de 150 si llegase al Terminal que "legalmente" el pasaje es Bs. 65 pero el costo de la vida los ha llevado a aumentar, pero que "ya los jefes de las uniones están reunidos en Caracas con el ministro" para cumplir con su deseo de llegar a Bs. 300 como "pasaje mínimo legal en todo el país" según el trabajador, de acento colombiano. "Allí sí va a haber problemas", predijo. Un círculo vicioso sobre el monopolio del transporte público, la inseguridad, el costo de los repuestos, el pésimo servicio y estado de las unidades, las mafias de los dueños, la pelazón del chófer y volvemos a empezar al entender que la inflación es bárbara.
Hace pocos días también escuché una señora, que como muchas otras personas, recita que "ahora uno come y como pero no se llena, la comida ahora como que no nutre, yo he perdido 25 kilos. Ayer me desmayé en el Terminal, eso es el mal comer". Sin ser experto en nutrición, uno se sorprende con un gobierno que dice que "sólo 33%" de venezolanos son pobres, mientras otros estudios señalan que 94% de venezolanos no consiguen comida ni medicinas, 88% de jóvenes de la UCAB, UCV y Metropolitana se quieren ir y hasta los policías están renunciando/emigrando.
Incluso en transporte público uno escucha las quejas diarias de gastar todo el presupuesto familiar en comida, críticas contra el gobierno y hartazgo. "El desacato lo inventó el TSJ", "Señor, esa es la derecha que hizo fraude". "¿Para cuándo van a hacer las elecciones de gobernadores?". Siempre se remata con: "todos son unos ladrones", "dijeron que en enero se acababan las colas" y rechazo al carnet de la patria.
Y tú en medio, en la incertidumbre, del diálogo que va y no con el Vaticano, de las elecciones que no llegan nunca, de la expropiación de partidos que rechaza la MUD y el GPP, de la renuncia que nunca llegó pero dicen que ahora sí, del papel de los militares y cada día el sueldo tampoco llena, tampoco nutre y que sigues viendo el billete de 500 como una rareza.
Y ahí va el suspiro más largo de mi vida.
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