Tengo un vicio. Cada vez que escucho un álbum musical o conozco un artista nuevo, quiero saber todo sobre sus miembros, dónde han estado antes, qué más han hecho y qué quieren hacer. Algo así como el árbol genealógico musical. Como sospecharán, a veces eso lleva a interminables consultas en línea, muchísimas pestañas y a escuchar discos viejos y nuevos, que hubiese querido escuchar antes, joyas novedosas con un par de días en el mercado y a encontrarme que fueron también artífices de otros discos maravillosos que me gustan.
Así encontré a Augusto Bracho, del cual no sabía nada. En una entrevista que le hicieron a Jorge Drexler en El Estímulo por su concierto en Caracas a finales de septiembre de 2023 -diez años después de su última visita y a la que pude asistir- le preguntaron por el artista venezolano del que yo creía no saber nada. El uruguayo dijo que escuchó uno de sus discos muchísimo hace unos años, que había coincidido en alguna sala pero que a pesar de la admiración, nunca se habían conocido y que aspiraba a trabajar con él alguna vez.
Encontré su página web, que lo presenta como un “cancionista latinoamericano” que había nacido en Caracas en 1986 como Gustavo Guerrero y un especial sobre Augusto Bracho en Radio Nacional de Colombia. En principio no entendía bien si estaba ocultando su origen venezolano o si se presentaba de una forma más amplia. Luego entendí era su alter ego, bien construido, que se presenta como el “heterónimo” del artista Gustavo Guerrero.
Su disco Música Moderna (2022), consta de nueve canciones de bolero que el cantautor compuso entre 2020 y 2021 en Ciudad de México, en el cual asume en soledad con su guitarra, lo que da claras pistas sobre la admiración del autor de “Mi guitarra y vos”. El disco, que también se conoce como Boleros actuales sobre la fantasía de un migrante, tiene temas como “Yo te recuerdo, Caracas”, “En Chapellín” y “Cruz del Ávila” en que con sumo romanticismo venezolano, suena totalmente latinoamericano: arraigo, desarraigo, nostalgia, cosmovisión, placer y sufrimiento de nacer, vivir y moverse en el Nuevo Continente.
No sólo le declara su amor a la capital venezolana, que sabe que ha perdido como un amor que fue inmenso pero al que hay que dejar atrás, sino dice antes de cerrar el disco de 36 minutos:
“Se está formando una orquesta
que no tiene documentos:
es la música moderna
del gran baile curandero…”
El disco fue producido por Nacho Mastretta, aparece Laura Itandehui en la canción «Cruz del Ávila» y la ilustración fue realizada por Andreina Vallés.
También encontré que sus cuentas de redes sociales no se actualizan desde diciembre de 2022, justo cuando se notificó el asesinato de El Tigre de Mazatlán, Jorge Tirado, junto a su hermano y su tío abuelo. Tirado era el manager de Augusto.
En una entrevista de Juan Carlos Ballesta en la revista La Dosis en que noté que sí conocía a Augusto Bracho pero como Gustavo Guerrero. Fue el guitarrista de una de mis bandas favoritas, Bacalao Men, en el disco Sabaneando (2011) y había estado en agrupaciones que había leído, y aunque no recuerdo con exactitud, escuchado también: fundó el power trío Cunaguaro Soul y luego fue parte de Cabezon Key, además de ser guitarrista del disco Bichos de Raúl Monsalve y Los Forajidos, una joya de percusión afro-venezolana con Latin Jazz futurista que es obligatorio escuchar, y que yo apenas había disfrutado con el disco Volumen 2, por la participación del baterista de jazz venezolano Orestes Gómez.
De la entrevista lo que más me llenó de emoción fue saber que desde 2012 era el director de la orquesta de Natalia Lafourcade, que lo descubrió en Argentina -donde había migrado para estudiar música y diseño gráfico- para luego ser responsable para la traducción en vivo del disco homenaje a Agustín Lara para luego participar de lleno en la creación de Hasta La Raíz (2015) -en la que comparte con Augusto en la canción “Vámonos negrito”- y los dos Musas (2017 y 2018), donde Gustavo musicalizó la hermosa “Tú sí sabes quererme” junto a Los Macorinos.
Y aunque ya había publicado Primer Acercamiento Al Mito (2014) bajo el seudónimo, el nacimiento real de Augusto Bracho fue con El Mercado de Los Corotos (2018), justo cuando se separa de la apretadísima agenda laboral de la artista mexicana.
Antes había publicado Pajarera Vertical con José Ignacio Benítez (Domingo en Llamas), grabó las guitarras del disco Algo sucede de Julieta Venegas (quien además recomendó su disco Música Moderna) y un disco con el caprichoso título de “Antología 2” bajo el nombre El Conjunto con Martín Bruhn (que son versiones del cancionero latinoamericano con mucha percusión e instrumentos de cuerda latinoamericanos folclóricos) y que incluye la gaita zuliana “La Bella del Tamunangue”, el golpe tuyero “La ciudad de los siete templos”, el exito noventero “Un merengue sin letra” y hasta la cumbia “Cariñito” que más recientemente popularizado Lila Downs.
Este disco fue grabado en España en 2014, mezclado en México y publicado en 2016, aunque fue presentado cuando Gustavo/Augusto ya no trabajaba con Natalia para presentaciones en vivo.
¿Y el hilo detrás de los miembros de los distintos miembros de las bandas?
Raúl Monsalve, de Raúl Monsalve y Los Forajidos, donde tocó Gustavo Guerrero, había tocado el bajo en kRé, una banda de jazz rock que sólo pude ver una vez en vivo en Caracas, con dos discos de culto llamados “La radio está en la cocina” y “Ruido doméstico”.
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