19 noviembre 2025

Mi viaje a Bangkok, Tailandia, segunda parte: templos y comida callejera, ¿qué conocí y probé?

Lo primero que piensas sobre Bangkok es su fama como “capital de la comida callejera” y ciertamente lo es. Lo segundo, es embarcarte en la oportunidad única de visitar decenas de templos budistas, conocer su antigua historia y su vida monástica, la religiosidad diaria y su sentido de la espiritualidad.

Así que, por un lado, puedes ver puestos de comida en aceras, incluso frente a centro comerciales (incluso en sus escalinatas y alrededores), restaurantes y negocios de todo tipo, con los más variados colores, formas y presentaciones, aunque suele haber el mismo olor, un vapor que con los días se hace característico. Sí, hay sushi incluso, aunque la mayoría de las veces se ofrecen platos típicos con base en ingredientes del mar, especialmente mariscos.

Tailandia es un país asiático y tropical, por tanto, la gran mayoría de sus comidas están basados en leche de coco, arroz (o fideos de arroz) y una combinación de hierbas e ingredientes que incluyen algunos que reconocí como ajo, limoncillo y claro, pescado. Sin embargo, pude notar que en muchas preparaciones: desde jugos hasta la ensalada de papaya verde (lechosa), pad thai o curries, vierten una cucharada de lo que parecía algo como azúcar derretida, miel o melao de caña.

Vale decir que nunca ví que usaran sal de ningún tipo, aunque sí montones de especias en cada preparación, en que siempre había una combinación de sabores, entre dulzón y agrio por momentos, salado y amargo por otro. La verdad, a pesar de lo que vi en Netflix, los distintos lugares que probé, desde franquicias y buffets de hoteles, decenas de lugares en la calle, dentro de templos y en esquinas cualquieras, me pareció más raro que sabroso, por lo que sospeché que la “comida thai” que comemos en nuestros países son meras adaptaciones internacionales.

De mis preferidos: helado de coco (en la concha, con mucha pulpa en el fondo), las gyozas de camarones en el Chinatown (en un lugar que según tenía una estrella Michelín), el hot pot (una olla caliente donde pones a hervir y cocinar decenas de ingredientes que pides a gusto), las bebidas que combinan sabores (Matcha latte, Mandarina Coffee Tonic o el Orange Coffee) y que venden en casi cualquier lado.

Mi recomendación: buscar lugares buffet en que puedas elegir libremente, probar y descubrir qué te puede gustar, más que un platillo específico que pueda parecerte demasiado insípido, picante, inesperado o raro (más que sabroso), probar todas las bebidas frías que puedas en la calle (suelen costar 0,5 dólar y son necesarias ante el calor, aunque en todas partes también venden o regalan agua mineral, que suele ser aún más barata) y tratar de pedir recomendaciones a locales, porque el inglés es básico o muy pobre para entenderse en detalle, y muchas veces te preparan algo que no es lo que los locales prefieren pero tampoco algo demasiado internacionalizado.

Eso sí, los precios son ridículamente baratos, así que probar, intentar y experimentar es aconsejable. Tanto como comprar lo que necesites para tu estómago en un Seven Eleven. Al lado de mi hotel había un lugar donde vendían diversos tipos de cerdo hervido, y cada plato costaba 12 bahts (menos de media dólar) y comí hasta reventar.

Templos

En Bangkok hay decenas de templos y tuve la suerte de ir a muchos, especialmente porque tenía uno al lado de la universidad donde di la conferencia. Lo primero que debo decir es que los hay de todos tamaños, pero también uno detrás de otro. Son el centro cultural y social de los tailandeses, por tanto, no es tan ceremonial ni protocolar entrar, aunque veas a gente rezando, también es un lugar de encuentro e incluso ves gente cruzando los jardines o espacios comunes para ir y venir del almuerzo durante el día.

El que quedaba al lado de la universidad tenía muchos templos, pequeños y grandes, con lamas sentados plácida y tranquilamente sobre almohadones, otros vacíos con las fotos del monje encargado y algunas personas rezando, mirando al lama o incluso compartiendo tiempo hablando entre sí. Vale decir que al frente estaba el Grand Palace, sede de la monarquía tailandesa, por el funeral de la reina Sirikit, por lo que en casi todos los lugares: desde avenidas a hoteles, universidades, calles y restaurantes, a veces esquinas y negocios, había algún altar con la foto de la reina, flores amarillas y ofrendas, e incluso un libro para dejar recuerdos.

No pudimos entrar porque los primeros nueve días son para ciudadanos tailandeses, pero sí pudimos cruzar hasta las puertas del funeral, atravesando una estación del Metro subterráneo (tiene también otro aéreo) e incluso hablar con un monje, que nos dijo al lado de una larga mesa con mujeres que preparaban envases con comida, que era para los peregrinos que venían a presentarle respetos a la reina. Comimos de esos postres, una especie de panqueca de banana con granos de maíz, y cuando visitamos el funeral también nos dieron agua, almuerzos y frutas, además de torta de banano, que estaba deliciosa.

Ahora sí, templos

Recomiendo ir a dos en particular: Wat Arun (Templo del Amanecer) y Wat Pho (Templo del Buda Acostado), aunque la experiencia es similar en todos, hay detalles diferenciadores en cada uno.

Lo primero que debes saber es que no todos los templos son gratuitos pero en todos puedes entrar sin que medie algún tipo de intermediación moral o eclesiástica especial. Es decir, con quitarse los zapatos basta, pero no hay que cubrirse la cabeza, decir o hacer algo especial o dejar de actuar de cierta forma. Eso sí, en algunos edificios hay unas faldas y chales para cubrir piernas y hombros, especialmente para las mujeres, pero no es demasiado estricto ni en todos lados.

En Wat Arun (Templo del Amanecer), que tiene unos 450 años de fundado, te puedes impresionar con las estructuras altísimas, llenas de conchas marinas, figuras de demonios, animales y larguísimas escaleras, algunas varias decenas de metros de alto. Es un lugar impresionante para observar, aunque lo malo fue que vi demasiados turistas, locales y extranjeros, tomándose fotos en trajes típicos que suelen alquilar para hacerse fotos y que además de estar por todos lados, suelen estar con fotógrafos profesionales que venden horas de sesiones. Del resto, de verdad es un lugar para observar un lugar histórico y devocional. Además, dependiendo de dónde te estés alojando, quizás necesites tomar un viaje sencillo en los muchos barcos de pasajeros (ferry) que atraviesan el río principal de la ciudad.

Por otro lado, Wat Pho (al que pagamos algo así como 15 dólares para entrar) tiene el impresionante Buda Acostado o Reclinado, de unos 40 metros de longitud. Además de los muchos edificios, con decenas de estatuas de Buda, hay una riqueza histórica en el lugar, porque fue la primera universidad de la nación, así que hay exposiciones sobre masaje tradicional tailandés, medicina ancestral, pintura y literatura, incluyendo cómo la monarquía y el ejército respondieron al COVID-19.

Acá probé la ensalada de papaya verde, la que no me encantó, por sentirla demasiado agria y amarga, además que sin proteínas pero hay muchos puestos de comida de todo tipo.

Ciudad Vieja o Antigua

Hay decenas de templos en Bangkok e incluso cientos en todo el país, los hay del budismo Theravada (el mayoritario) y de ramas chinas del budismo (por los muchísimos migrantes chinos), los hay reales y comunes, los hay de primera clase (como los descritos arriba), segunda, tercera o cuarta clase, muchos visibles desde distintas partes de la ciudad.

Pero al sur de la ciudad, casi en la costa, hay un parque temático (y es importante saber esto) llamado Ancient City o Ciudad Vieja, una especie de Disney budista con réplicas, reproducción o reconstrucciones de diversos templos que hay en toda Tailandia.

Algunos de los edificios son realmente inmensos y otros son extraordinarias réplicas de construcciones antiguas, muchas en las zonas rurales de Tailandia, pero no son templos en sí mismo. El lugar es inmenso, por lo que rentan bicicletas o vehículos de golf para recorrerlo. Necesitarías todo el día para recorrerlo todo, mirar cada edificio y descubrir sus esquinas, pero vale la pena recorrerlo desde tu vehículo y caminar un poco, pero ver toda la diversidad arquitectónica e histórica del país. Sin embargo, es un poco caro (800 bahts o unos 27 dólares, pero vale la mitad si los compras por Internet) y no son templos verdaderos, aunque el nivel de detalle y la diversidad de estatuas, formas y colores bien merece la pena, es bueno saber con anterioridad este detalle.

























Templos en la ciudad y un poco de la Ciudad Vieja (réplicas)

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