En el locus de control externo, las responsabilidades siempre están afuera: el profesor / jefe / vecinos te tienen rabia, envidia y conspiran contra ti. Tú no tienes la culpa, cuando has hecho esfuerzos extraordinarios por echar adelante en circunstancias adversas y sin embargo has logrado cosas. Tú los has leído, en los comunicados de Delcy Eloína y algunos estados cortavenas del Facebook, en las indirectas del Twitter, en los textos que acompañan las fotos de las bendecidas y afortunadas en IG. No nacieron con la tecnología, antes eran "Tu envidia me fortalece" de las camioneticas, que ya venían del saber popular.
Ahora, el gobierno que ha culpado a la CIA, al FBI, al imperialismo, a zamuros, chiguires e iguanas (uno quisiera que esto fuese un chiste y no sorprendente realidad), a la derecha apátrida, a los empresarios e incluso a traidores de sus propias filas, y que usó en 2016 la gran excusa de El Niño evita hacer referencia a La Niña, el fenómeno meteorólogico contrario y complementario, especialmente tras tres años de sequía.
Ha dicho "el clima". Así es, para explicar porqué no hay buques que traigan gasolina (en vez de producirla aquí con la capacidad instalada de 1,3 millones de litros, según el diputado José Guerra, lo que permitiría exportar).
Lo mismo para decir porqué los soldados venezolanos están en la otra ribera del Arauca vibrador. Ni pío sobre otros incidentes como los CICPC que entraron echando tiros a Colombia por una persecución. De nuevo es el clima, que por tanto es por el capitalismo salvaje, la depredación del ambiente y el consumismo, pero no aquí, en la patria ecosocialista de la minería ecológica y el fracking calladito, el primer parque nacional indígena y popular, y la Universidad Popular del Ambiente con vertederos, agua contaminada y parques eólicos majestuosos aunque no generen electricidad.
Pronto las inundaciones por la falta de previsión, políticas de mitigación de riesgos y deforestación también serán culpa de "el clima". Y está pasando ahora con los apagones: ya no es que no llueve, es que entre los saboteos internos y externos, y las condiciones atmosféricas, ¡qué grande es Motta Domínguez!
Y no dicen La Niña, porque eso sería admitir que no hay salida. Que cuando no es uno es la otra, y que como siempre habrá un fenómeno así, previsible y esperado, habría que estar preparado y asumir responsabilidades.
Y eso, mis niños, ¡nunca!
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