23 marzo 2017

Death metal old-school sigue vivo, con nuevas adquisiciones en sus miembros, en discos 2017 de Obituary, Sinister y Lock-Up

Escuchar a los clásicos, más vivos, renovados y creativos es energizante. El homónimo de Obituary, lo nuevo de Lock Up (con guitarrista y vocalista nuevos) y otro disco de los holandeses Sinister me han alegrado marzo con su música oscura, musculosa e impecable. Aunque he escuchado mucho avantgarde y progresivo, los riffs que lo originaron todo y brindaron escuela, siguen marcando un camino sobre la música extrema.

Empecemos por Lock Up. Después de seis años y la pérdida física de Jesse Pintado (¡Terrorizer!) y la salida de Tomas Lindberg, el dúo malvado de Shane Embury y Nicholas Baker se unió con el guitarrista de los chilenos Criminal, Anton Reisenegger, para componer un disco de grind y death que necesitaba un vocalista de altura, que también llenaría el espacio que antes dejó Peter Tagtgren, y elegido es la leyenda de Brutal Truth, Kevin Sharp. El resultado es una arrolladora maquinaria de 17 canciones en poco más de 40 minutos que apela a sonidos clásicos en composiciones feroces, bien sea rápidas y agresivas como lentas y oscuras. Imprescindible para recordar mientras adquieres un repertorio obligatorio. Por supuesto, suena mucho a Brujeria, con quienes harán una gira junto a Napalm Death. El sonido mezcla guitarras degolladoras con baterías muy rápidas y creativas, pero también sonidos profundos (y no tan rápidos) en un deathgrind que no deja ningún arma nuclear del arsenal de ambos géneros sin modificar para amplificar su capacidad destructora.


Obituary. La voz de Tardy no es lo que era, pero aún así sigue siendo filosa, corrosiva y distintiva. Incluso suena menos potente que en el anterior Ten Thousands Way To Day. Por otro lado, la la música corrobora el estatus de legenda viviente de la banda. Me gustó especialmente el tema "A Lesson in vengeance" que me recordó a sus primeros discos, con tempos lentos, riffs melódicos y una potente base rítmica. Una canción que se pudre lentamente, definitivamente. Esta producción 2017 se puede entender como una continuación del Inked In Blood, pero apelando a sus primeros discos como "The End Complete" con algunas claras reminiscencias a sus héroes: Judas Priest y Celtic Frost. Esto como resultado de la combinación de Trevor Peres con los "nuevos": el bajista Terry Butler (que ya dejó el ahora también renovado y ¡por fin! interesante Six Feet Under) y al hasta entonces poco conocido guitarrista Kenny Andrews, que agrega densidad a las guitarras en los pasajes lentos y dinamismo cuando se atreven a ir más rápido. Sin muchos riesgos, hacen la tarea y salen muy bien.


Sinister. ¡Viva Holanda! Después de un montón de cambios, tantos que se pierden de vista, llegan al 2017 recordando esa visión bizarra del death metal de riffs sucios con efectos especiales, voz desgarradora y batería veloz junto a solos espaciales, como Asphyx y Pestilence. Pero su cantante y líder no le tiene miedo a las multitudes en un agrupación. Después de las más reciente reforma de 2012, Sinister cuenta con tres guitarristas e invita a otro más.

Bastiaan Brussaard, el brasilero Ricardo Falcón y el también bajista Dennis Hartog se encargan oficialmente de las cuerdas en una batalla bien librada de cuerdas a la vieja usanza que muestra legado, tradición y fuerza, pero para añadir esos elementos atmosféricos únicos, la banda invita al tecladista Carslen Atena, de Remember you will die (Black-Post Metal) y Monolith (Death con electrónica) para darle este sello "industrial" a su sonido profundamente análogo y crudo, mientras también tiene entre los invitados al guitarrista GertJan Vis de la banda de metal industrial 3rd Machine. La combinación es indiscutiblemente tan única como reconocible en la escuela holandesa del death metal, que bien resumen en el nombre del disco "Syncretism".


Tres discos estruendosos para reconciliarse, como si alguna vez lo extrañaste, con el death metal de los orígenes.




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