02 marzo 2017

Mal liderazgo y peor "seguirazgo"

La coba de los movimientos sin líderes, a punta de pura voluntad, valentía y unión, ha sido alimentado por el hiperpresidencialismo, el pranato, los malos ejemplos sociales y las viejas caras nuevas de la política, el sindicalismo y el gremialismo en Venezuela. Se insiste en que muchas personas juntas, al mismo tiempo y sin que nadie que los lleve actúan juntos, se producirá el ansiado cambio. Como el cuento de todos los chinos pegando un brinco al mismo tiempo para hacer temblar la tierra.

Ya de esto he reflexionado antes en "el largo aliento". Si usted lucha contra el Cambio Climático, por la búsqueda de la verdad o en la lucha de derechos de algún grupo, esos reclamos (y el ejercicio de derechos) es progresivo, variable y va cambiando con el tiempo. Ayer fue la esclavitud o el voto de la mujer, pero hoy son derechos de la sexodiversidad y la neutralidad de la red. Además, se emprenden varios frentes porque igual es importante el acceso sanitario que cuidar los bosques, mejorar el acceso a la tecnología que mejorar etiqueta de alimentos para personas con discapacidad. Esto no se acaba, sino evoluciona y se va logrando poco a poco, con conquistas que quizás no terminan con tu vida.

Pero la historia ha sido manipulada por unos y otros para hacer creer esto: se evita hablar del papel de los movimientos de izquierda en El Caracazo para primar la versión de la arrechera espontánea que duró 10 días. Igual con la Primavera Árabe o los Indignados, que en España insistieron que no tenía caras visibles y mira lo lejos que ha llegado Podemos. "Todo es tan repentino que no sé qué pensar", casi dice Pablo Iglesias al mejor estilo Hollywood.

En Venezuela también se habla al respecto. Ha habido movimientos similares, que insisten en que no hacen falta líderes y se señala tal cosa como positiva. En serio. Como si los logros deportivos, académicos, culturales, sociales, tecnológicos y económicos del mundo y la historia no hayan tenido pioneros, emprendedores, organizadores. Es decir, El Sistema sin el Maestro Abreu, la independencia sin los próceres, Apple sin Jobs, los derechos civiles sin Malcolm X o Rosa Parks y así.

Sin liderazgos -y eso también se duda- es el linchamiento, la turba, el saqueo, la cayapa. Y aún así, como vi en el Mercado de Mayoristas de Maracay, ves que no puede abrir a patadas o con herramientas una santamaría, abrir una reja o brincar una pared, una señora, un niño, un abuelo. No, en estas locuras colectivas el más malo, el más fuerte, el prospecto de pran se luce, impulsa, azota.

El gran problema es el liderazgo negativo, confundido con liderazgo positivo, necesario, efectivo. El pran, el narco, confundido con el activista y el innovador, el buhonero y el bachaquero confundido con el emprendedor, con el vendedor. El facilismo tramposo que personifica a la viveza. Así surge un ecosistema donde el pana te dice: "dale, protesta tú primero y me llamas", "organízalo y yo me uno", "¿pero quienes van?" y entonces las decenas o miles de protestas diarias por agua, gas o Internet de las comunidades están más solas que el tercer llamado del condominio.

De eso va el libro y película "El señor de las moscas". El grupo de niños naúfragos se divide en dos: los justos y débiles por un lado, los fuertes y malos por el otro. Unos tratan de crear y los otros de robar. Los segundos inventan "monstruos" invisibles y externos, lo que causa una muerte trágica. Así como combatir al imperialismo y la guerra económica causa estragos sociales y detenciones injustas. Lo podemos ver en The Walking Dead: están las comunidades que siembran, usan energía solar, se unen, pero están The Saviours y su atroz Negan, pero también los tipos del vertedero que esperan que los demás hagan. "No nos molestamos", es su motto. Usted ubique a cada uno en su entorno.

Y está el problema de seguirazgo como aprendí en Lidera. Esos que te dejan solo cuando formas el rollo, sin sindicato, en el trabajo. Los que te dejan mal cuando pides ir a limpiar una playa, hacer una colecta y un proyecto comunitario. El que echa el carro en la exposición y llega a último minuto (con el extremo del caso de la embarazada asesinada a golpes por esto en Caricuao). La viveza llevada al máximo, a la locura de Negan, del bate con alambre de púas, del pran que manda a matar al tipo que le falló en el secuestro, al jefe de los sicarios, a la prisión injusta de quienes se oponen.

No sabemos seguir, no acompañamos, no damos voto de confianza, lo que termina en un archipiélago de iniciativas: no sabemos que hay otros porque creemos que no hay nada así en tu ciudad, región, estado o te cansas de cambiar desde adentro, de que no sean las cosas como te gustan. Y eso a veces es bueno, pero cuando el deporte nacional es la crítica vacía, entonces lo que tenemos es otra vez la señora del condominio, que tiene mil años allí porque nadie se postula, frustrada porque nadie llegó al tercer llamado de la tercera reunión para decidir qué se va a hacer con el ascensor dañado. Y aquella voz desde PB y primer piso: es que yo no uso esa vaina.

El líder nace, pero como son tan poquitos, hay que hacer más. Por eso me formé en el mismo programa del que salió también Gilber Caro: porque en el país no hace falta un Mesías, sino muchos nuevos líderes, pequeños y diversos, en ONGs, universidades, iglesias, comunidades, empresas, partidos políticos y equipos deportivos, que inspiren, acompañen y creen nuevos líderes para formar red de redes e impulsar desde abajo, en conjunto y con la combinación del brillo individual que sobresale con el trabajo en equipo en un mejor país.

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