02 abril 2019

La costumbre de preguntar: ¿tienes luz? - Crónica de otro apagón

Se nos va la vida en decir y saber cuándo hay o no luz. Si contamos las horas, la mayoría del tiempo estamos en la oscuridad. La "normalidad" de hoy extraña con rabia la de 2014 y 2017, cuando muchos se quejaron de las protestas porque no se podía trabajar ni enviar a los chamos a la escuela. Hoy cargamos agua para evitar un desastre sanitario en nuestros baños y cocinas. Me he bañado en chorritos, cargado botellones por escaleras, exprimido grifos. Cumplimos una semana sin que entre agua por la tubería. Estamos sobreviviendo con un inmenso tanque comunitario que ya va por la mitad.

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Anoche la rebelión se veía, se escuchaba y olía. Desde mi casa se divisaba el humo rojo y negro de cauchos quemados cerca de La Encrucijada de Palo Negro. Pitazos, cacerolas, golpes a los postes de luz. En la avenida apenas vimos pasar una moto así que supusimos que habían cerrado la avenida Los Aviadores, donde ya se normalizó la toma informal de agua en varios puntos de la tubería, con compañía policial para evitar pranes y reventa de puestos.

El centro comercial estaba repleto, llenísimo, explotado. Me encontré a mucha gente bajo la misma tónica: tratando de respirar, huir del apagón, distraer a los chamos, escalar en la Pirámide de Maslow. Lo mismo vi en Estambul en medio de la primavera árabe en 2012. Casi no se da el viaje pero pudimos ir a la plaza Taksim, donde en las noches había protestas, tiros, arrestos y durante el día la ciudad caminaba normal, llenos los restaurantes y los bares. En los bares de la costa de la capital turca se celebraba cada noche. La rebelión es nunca en el 100% de los espacios ni de las personas.

Hoy amanezco con la noticia de la derrota del partido de Erdogan en Ankhara y retroceso en Estambul. Un respirito.

También confirmé el cierre de la avenida Los Aviadores esta mañana con tristeza y horror. Desviaron los carros hacia Río Blanco, lanzaron piedras, escombros, palos. Mi mamá aterrorizada tardó un par de horas en llegar a Los Samanes. Vio un hombre sin zapatos tirado en el suelo cerca de Don Genaro, y otros tratando de saquear la panadería y supermercado San Onofre de La Mulera.

Hubo dos mujeres heridas de bala en la Avenida Aragua. Lo que pasó en los barrios populosos de Caracas también sucedió en Cagua, Maracay, Caña de Azúcar y El Limón: represión asesina, desorden, caos, rabia, arrechera, indignación, cansancio.

No es política, ya ni siquiera es economía. Sin agua ni luz no se puede vivir.

Una ráfaga de tiros y explosiones cerca de la medianoche. Media hora después llegó la luz, al menos donde yo vivo, lo que no te termina de dar calma. Sigo con temor de abrir la nevera para que no se descongele aunque haya electricidad. Dejo de prender luces. Me niego a acostumbrarme pero los instintos a veces fallan.

Escribí esto a las 8 AM, no se envió. Se acaba de ir la luz de nuevo a las 10:30 AM. También de inmediato la señala de mi celular y el internet. Así que sospecho que de nuevo es nacional. Mi suegra estuvo repartiendo entre la familia los vegetales y verduras que eran para los chamos de la escuelita de San Vicente antes que se pudrieran. Seguimos sin clases, sólo hubo ocho días durante marzo y empezamos con suspensión indefinida. Apenas hemos podido hablar con algunas maestras. En la escuela, a la que le llega el agua poquísimas veces, está gravísima.

Pd. La luz volvió a las 9 PM pero no lo pude publicar hasta ahora, 4:40 AM del día siguiente.

28 marzo 2019

Billetes de 50, 100, 200 y 500 bolívares acumulan 94% del valor del efectivo siendo sólo 38,6% de piezas


Con un valor total de 211 mil 991 millones de bolívares soberanos, para el cierre de febrero de 2019 habían 3.718,1 millones de billetes y 33 millones de monedas emitidas por el Banco Central de Venezuela, según su informe mensual. De estos, el 61,4% son de las de menor valor, es decir, de 2, 5, 10 y 20 bolívares, acumulando apenas un 6,5% del valor del efectivo.

El billete de 20 bolívares sigue siendo el más escaso desde que en agosto de 2018 se introdujo esta nueva familia monetaria. Para el segundo mes del año equivalía sólo al 4% de las piezas existentes pero apenas 1,41% del valor. El más popular es el billete de 2 bolívares, con más 941 millones de piezas. Su valor total equivale apenas al 0,88% del efectivo.

Por otro lado, el BCV introdujo 326 millones de billetes de alta denominación, es decir, de 50, 100, 200 y 500 bolívares. En total, hay 1.437 millones de piezas de este tipo, que equivale a 38,6% de las piezas, pero que acumulan cerca del 93,5% del valor del efectivo.

Esto significa que continúa la política de muchísimos billetes de baja denominación con poco valor, a pesar de una desaceleración de la inflación para el mismo mes, cuando la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional encontró una tasa de 57%, a diferencia del 191% de enero.

Como ha pasado anteriormente, en la práctica implica que los billetes de baja denominación, a pesar de inmensa mayoría de circulante son poco o raramente aceptados, entregados por los bancos y sin utilidad individual en la economía.

Al valor de 3.294,48 bolívares por dólar, todo el efectivo del país equivale a 64 millones 347 mil 400 dólares.

27 marzo 2019

Tabula: la mejor herramienta para extraer tablas de un PDF para llevarlas a Excel o Google Sheets


Tener tablas insertadas dentro de un documento PDF puede ser una pesadilla. Puede estar protegido o si lo copias y lo pegas en tu hoja de cálculo, sale un desastre mal copiado o simplemente no es posible. Con Tabula instalada en tu computadora, la extracción se hace sumamente fácil, limpia y rápida, incluso a veces automatizada.
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Fue creada por el ingeniero de software argentino Manuel Aristarán junto a Mike Tigas y Jeremy B. Merrill con el apoyo de ProPublica, La Nación DATA, Knight-Mozilla OpenNews y The New York Times sobre software libre, puede descargarse para Windows, Mac y Linux en su página web https://tabula.technology/, donde además hay más datos sobre su código en GitHub.
¿Cómo usar Tabula?
  1. Una vez instalado, se abre una ventana de MS-Dos y después un cliente local en el que subes un archivo PDF
  2. Se abre el PDF en la plataforma de Tabula. Allí puedes seleccionar la o las tablas arrastrando el ratón para rodearlas en una caja o decirle al programa que busque y seleccione automáticamente las tablas dentro de un documento (muy útil para los muy grandes)
  3. Haz click en "Preview & Export Extracted Data" para que Tabula las extraiga y te las muestre en previsualización, lo que te permite revisar si todos los datos están completos o regresar para seleccionar mejor. Esta selección permite incluso dejar una columna o un titular por fuera.
  4. Puedes copiar y pegar en tu hoja de cálculo o darle al botón "Export" para enviarlo a Google Drive
Aunque no funciona con escaneos de fotos en PDF, los favoritos de los ministros, sí me ha funcionado con tablas que no son dibujadas sino una imagen.
Así que no más copiar dato a dato ni usar OCR con resultados espantosos, con Tabula tendrás las tablas limpias y listas para analizar.

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Aprende también: Cómo buscar en Cadivi Abierta, una base de datos de los beneficiados y  Aprendamos Microsoft Excel: básicos necesarios (tipos de valores en las celdas)

21 marzo 2019

Todo está iluminado: lo más bello para los más pobres

El jueves 7 de marzo fuimos a "la escuela más bonita del mundo" a llevar alimentos y alegría. Volvimos a recurrir a las madres colaboradoras para hacer un inmenso almuerzo de pasta con salsa de carne molida ¡y ahora sí las tajadas! que brindara porciones mucho más grandes a los niños.
Nadie sospechaba que desde esa misma tarde pasaríamos 60 horas sin luz y casi una semana sin agua en Maracay. En la UE Padre Juan José Zugarramurdi II de San Vicente, como en el resto del país, fue un día normal. Alegres por la jornada de alimentos, los niños de primer grado tenían una exposición sobre los animales en peligro de extinción, en la que me coleé emocionado para escucharlos habalr de tortugas, tigres y aves.
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Gracias a la colaboración de muchísima gente dentro del país, ese día pudimos entregar personalmente franelas, pantalones, uniformes y zapatos para los niños más vulnerables. "Yo también necesito", nos dijeron unos pocos más osados. Y es cierto, por eso vamos entregando a quienes parecen más urgentes. Eso incluía a una niña de 2do grado, hija de una las señoras de limpieza, que ese día se había quedado fuera del salón por no tener zapatos.
Sueño con cumplir la frase de Sergio Fajardo: "lo más bello para los más pobres". Por ahora en sus ojos vemos la fascinación de obtener donaciones de segunda mano que los ayudan mucho. "Ya no voy a tener que traer esta franela que no me queda", dijo otro niño que ya no podía meterla por su pantalón.
Todos quieren, todos necesitan. Pero también hay cosas para todos: desde las nutritivas galletas que nos envió Karla Alzuro hasta el nuevo tablero y piezas de ajedrez que entusiasmaron a los alumnos del profesor Jesús, que retomarán su club. Y está lo inmenso, lo intangible: la sonrisa, la esperanza, el cariño.
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Los abrazos son para todos, para Diomar Castellanos, Luis Cataño, Enrique Garcia y Aruska Hernández, quien manda en la cocina y pone orden con amor. "Casi todos repitieron", nos cuenta sobre los niños que pudieron comer hasta saciarse. También hubo besitos y cariño para Alejandro Ledezma y su esposa Reina.
Ahora que hemos incrementado la frecuencia de las visitas, en nuestra vía a
asistir semanalmente, también nos quedamos para el turno de la tarde. Son unos 75 niños, más vulnerables que los de la tarde. Para ellos también hay ropa, galletas, ganas de escucharlos decir qué quieren ser cuando sean grandes y chistes. "¿Qué se pone Superman antes de salir?", les pregunto. "Su-perfume" les arranca risotadas.
Todo está iluminado en esa escuela, la más bonita del mundo, en El Viñedo de San Vicente. Porque los sueños están intactos.
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¿Quieres ayudarnos a seguir brindándoles almuerzos estos 300 niños del futuro?
Tenemos un crowdfunding aquí https://www.facebook.com/donate/376123683223900/378704802965788/, pero también https://paypal.me/invitaloacomer y cuenta Zelle(BofA).

18 marzo 2019

Con "Multiplicity" el Richmond Avant-Improv Collective (RAIC) va del jazz intrincado al noise/doom fantasmal con una banda distinta en cada canción

Los colectivos musicales, especialmente cuando se mezclan instrumentos que no suelen mezclarse entre sí, suelen reunir en sus integrantes a personas de tan distintas contextos musicales, orígenes geográficos y experiencias que permiten la existencia del mariachi punk, del flamenco hip hop y el rapcore. Y también discos donde lo que importa es mostrar la pericia de combinarse para recrear distintos sonidos, no por los géneros a combinar, sino de la alquimia entre músicos, olvidando incluso a los instrumentos.
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Así es Multiplicity, un disco de más de 74 minutos en tan sólo ocho temas de Richmond Avant-Improv Collective (RAIC), conformado por los músicos Samuel Goff, Abdul Hakim Bilal, Erik Schroeder, Zoe Olivia Kinney y Laura Marina, que lucen tan diversos como los géneros que abordan en cada disco. Oriundos de Richmond, Estados Unidos, este line-up incluye tres bateristas/percusionistas (uno de ellos guitarrista), una cellista y un saxofonista.

El disco arranca con varios minutos de improvisación jazz con trombones y saxo que van evolucionando hacia un ambiente más étnico, con flautas, percusión y batería alocada a lo The Mars Volta. Parece “Samba pa ti” con más influencia africana, sin la guitarra de Santana. Luego se pone más puramente jazz, baja la intensidad, hasta convertirse en lounge, para cerrar siendo más experimental, como rara música incidental. Y esto es apenas los 22 minutos de “Balance of the Three”.

Para mi sorpresa, en el segundo tema “Brugmansia”, los golpes de baterías abren a golpes de guitarra distorsionada con solos y arpegios al fondo. Es noise rock, algo drone incluso. Luego acelera el ritmo, hay voces fantasmagóricas. Escucho un post metal depresivo, frío y atonal. Por supuesto, no desde el punto de vista tradicional ni los sonidos más representativos del género, aquí hay primero experimentación antes que géneros, sonidos antes que una configuración instrumental.

Un poco más minimalista que la anterior, “Occlusion” prescinde del bajo para darle espacio solo a dos guitarras y batería. Sin embargo, los instrumentos apenas son usados de forma tradicional, sino volvemos como al final del primer tema: sonidos incidentales, casi de abstracto performance teatral. Hay toques de rock progresivo, jazz rock y noise en medio de los contratiempos, silencios y ruidos. Avant-garde sin estridencias.

La mitad del disco llega con un tema totalmente jazz. “Leaves continue to fall” de menos de cuatro minutos. Un saxo domina la escena, con apenas batería y percusión de fondo.

Sus presentaciones en vivo incluyen, además de músicos invitados, electrónica, a Abdul Hakim Bilial también colocando samples, e instrumentos como theremin y teclados. Para este disco han invitado guitarristas, bajistas, dos saxofonistas (uno también flautista) e increíblemente otro baterista y otro percusionista. No puedo dejar de pensar en la Masada de Zorn, Kayo Dot y Secret Chiefs 3 al verlos, conocerlos y escucharlos.

La segunda mitad del disco inicia con el primer tema sin invitados, “Agitato” que cierra con puntualidad a los diez minutos. Los protagonistas son la voz y cello de Zoe Olivia Kinney, quien además co-produce el tema con Samuel Goff, el único que toca y produce en todos los temas, quien la acompaña en batería, percusión y voz.

Cada canción de RAIC es una banda en sí misma, donde participan algunos de los integrantes del colectivo. Así como el primer tema recurre a los tres bateristas/percusionistas, el saxofonista y varios invitados, el disco en cada canción se va despojando de instrumentos y participantes hasta llegar a este tema, que incluye improvisaciones vocales similares a las colaboraciones de Rahzel y Patton con Björk.

El tiempo y el espacio juegan mucho en este disco. El sexto tema, llamado “Pinguina” de apenas 95 segundos, recurre de nuevo al jazz. Un bajo acústico gobierna ese microuniverso acompañado de saxofón, batería acústica y percusión. Un shot delicioso.

“Silene Udulata” de casi 11 minutos y medio, con una configuración más clásica: dos guitarras, bajo, batería, percusión y dos cantantes, incluyendo a Laura Marina, la tercera baterista/percusionista, quien participa también en el tema de apertura.

Similar al tercero y al quinto, con un juego numérico macabro, inicia como una especie de noise/drone sin estridencias, con fantasmales voces al fondo. Parece una versión metalera de Ellend. Un faro fantasmal, en medio de la niebla, parece guiarnos hacia un destino sórdido, gótico y desgarrador, un black / doom depresivo donde las guitarras dicen poco o nada. Hay que insistir, lo que RAIC hace es más una sensación, una extracción, que un género específico y puro.

Así que faltan las guitarras de distorsión profunda y opresiva, en primer plano de la mezcla, propias de la música extrema. Quedan las voces fantasmales, los gritos desgarrados del black, la batería veloz y compleja del death / thrash al fondo, una melodía oscura hecha con el bajo. Es como la huella paranormal de un quinteto del más allá.

El octavo tema, el de cierre, "Peering into the grave", es el segundo sin invitados y apenas una continuación del tema anterior, donde las voces parecen despedirse, en paz, entre vientos y suavidad. Lo que deja, de nuevo, esa sensación teatral y extraña, de sonidos incidentales.

Escúchalo aquí
https://raic.bandcamp.com/album/multiplicity

14 marzo 2019

Equipoise: death metal progresivo y técnico, grandilocuente y todopoderoso

Fui un gran fanático de The End Records, que fue el hogar para las bandas más osadas, vanguardistas y extrañas de la música extrema para inicios del año 2000. De las que más lamenté que no siguieran fue Scholomance, que aseguraban tener incluso a Björk entre sus influencias. Su tecladista, Jimmy Pits, ha sido muy prolífico y en bandas extraordinarias. Una de ellas es Equipoise, una banda de death metal técnico y progresivo alucinante.
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Después de su debut de 2016, el EP "Birthing Homunculi", publican su primer larga duración bajo el nombre "Demiurgus", una extraordiaria muestra de virtuosismo, brutalidad, rápidez, jazz metal, orquestaciones y muchísimas guitarras españolas, lo que le el elemento diferenciador. Un bajo siempre presente y con poder a lo Cynic, Atheist o Sadus acompaña una batería poderosa, rápida y brutal, voces desgarradoras, comlejos riffs llenos de armónicos y cambios de tiempos, envueltos en atmósferas, pianos, cuerdas y efectos especiales.

Es una especie de Gorguts u Obscura pero con arreglos orquestales, con guitarras formando un muy denso tejido y sin respiros. El bajo fretless está en manos de Hugo Doyon-Karout (Beyond Creation, Brought By Pain, Unbeing y Conflux). La banda cuenta además con tres guitarristas: Nick Padovani (Kossuth y Virulent Depravity), Phil Tougas (Chthe'ilist, Cosmic Atrophy, First Fragment, Serocs, Zealotry ) y Sanjay Kumar (Perihelion y Wormhole), lo que brinda una amplia gama de experiencias, sonidos y aproximaciones que terminan en este compendio ultra nutrido de influencias.

El combo se cierra con el baterista Chason Westmoreland, quien ha tocado con The Faceless, Abigail Williams, Hate Eternal, Fallujah y Whitechapel, y el cantante Stevie Boiser (Infero y ex Vale of Pnath). En un largo disco de 14 temas, hay cuatro interludios instrumentales en las que junto a las cuerdas de nylon, hay percusión de tabla flamenca, piano y bajo jazzeados.

Además de 10 invitados de sesión, incluyendo a Christian Münzner, además de músicos de Gorod, Enfold Darkness y The Ritual Aura, entre otros. Incluyendo tres solos en la última canción del disco.

Porque así es el disco, algo excesivo, con muchísimo inventario y gran performance. En el tema "Dualis Flamel" hay algo de Scholomance: arpegios de pianos con blastbeats, algo de lo que más me gusta del black metal gótico. Increíblemente era un arreglo con guitarras y bajo persistente.

Para escucharlo: https://equipoiseofficial.bandcamp.com/

13 marzo 2019

Todo el efectivo en bolívares en Venezuela equivale a 45 millones de dólares: 2,2 por cada votante del país

En la oscuridad nació una nueva cara de la economía de guerra a la que se ha sumido Venezuela ante la crisis humanitaria compleja. Ante la falta de suficiente efectivo y plataformas bancarias, por el megaapagón que inició el jueves 7 de marzo a las 5 de la tarde en Venezuela, los pagos en dólares se hicieron la norma. Hielo, recargas de celulares y alimentos se tasaron en la moneda estadounidense en mercados municipales, licorerías y comerciantes informales.

Según datos del Banco Central de Venezuela, para el 22 de febrero de 2019, había en circulación el equivalente a 149 mil 711 millones de bolívares soberanos en billetes y monedas. Esta cantidad representa solo el 5,6% de toda la liquidez bancaria, que es complementada con depósitos bancarios (94%) y otros instrumentos financieros.

Al cambio oficial de Bs. 3.300 por dólar, entonces todo el efectivo en manos del públicos y los bancos equivale a 45.367.063 dólares. Si lo calculamos en base a 20,5 millones de  inscritos en el Registro Electoral, entonces hablamos de 2,21 dólares por cada persona. Una cifra que muestra lo insuficiente de los bolívares en efectivo para las transacciones comerciales cotidianas.

El 5,6% de efectivo significa que de cada 18 mil bolívares (equivalentes al sueldo mínimo) sólo existen mil en efectivo. O similarmente, si alguien retira los 18 mil bolívares en efectivo, no hay para darle a los siguientes 17 clientes bancarios.

Esto a pesar que el BCV introdujo 350 millones de billetes de 50, 100, 200 y 500 sólo durante enero del 2019. En hiperinflación, el valor nominal del dinero pierde todo sentido.