Los
colectivos musicales, especialmente cuando se mezclan instrumentos que
no suelen mezclarse entre sí, suelen reunir en sus integrantes a
personas de tan distintas contextos musicales, orígenes geográficos y
experiencias que permiten la existencia del mariachi punk, del flamenco
hip hop y el rapcore. Y también discos donde lo que importa es mostrar
la pericia de combinarse para recrear distintos sonidos, no por los
géneros a combinar, sino de la alquimia entre músicos, olvidando incluso
a los instrumentos.
Así es Multiplicity, un disco de más de 74 minutos en tan sólo ocho
temas de Richmond Avant-Improv Collective (RAIC), conformado por los
músicos Samuel Goff, Abdul Hakim Bilal, Erik Schroeder, Zoe Olivia
Kinney y Laura Marina, que lucen tan diversos como los géneros que
abordan en cada disco. Oriundos de Richmond, Estados Unidos, este
line-up incluye tres bateristas/percusionistas (uno de ellos
guitarrista), una cellista y un saxofonista.
El disco arranca con varios minutos de improvisación jazz con trombones y saxo que van evolucionando hacia un ambiente más étnico, con flautas, percusión y batería alocada a lo The Mars Volta. Parece “Samba pa ti” con más influencia africana, sin la guitarra de Santana. Luego se pone más puramente jazz, baja la intensidad, hasta convertirse en lounge, para cerrar siendo más experimental, como rara música incidental. Y esto es apenas los 22 minutos de “Balance of the Three”.
Para mi sorpresa, en el segundo tema “Brugmansia”, los golpes de baterías abren a golpes de guitarra distorsionada con solos y arpegios al fondo. Es noise rock, algo drone incluso. Luego acelera el ritmo, hay voces fantasmagóricas. Escucho un post metal depresivo, frío y atonal. Por supuesto, no desde el punto de vista tradicional ni los sonidos más representativos del género, aquí hay primero experimentación antes que géneros, sonidos antes que una configuración instrumental.
Un poco más minimalista que la anterior, “Occlusion” prescinde del bajo para darle espacio solo a dos guitarras y batería. Sin embargo, los instrumentos apenas son usados de forma tradicional, sino volvemos como al final del primer tema: sonidos incidentales, casi de abstracto performance teatral. Hay toques de rock progresivo, jazz rock y noise en medio de los contratiempos, silencios y ruidos. Avant-garde sin estridencias.
La mitad del disco llega con un tema totalmente jazz. “Leaves continue to fall” de menos de cuatro minutos. Un saxo domina la escena, con apenas batería y percusión de fondo.
Sus presentaciones en vivo incluyen, además de músicos invitados, electrónica, a Abdul Hakim Bilial también colocando samples, e instrumentos como theremin y teclados. Para este disco han invitado guitarristas, bajistas, dos saxofonistas (uno también flautista) e increíblemente otro baterista y otro percusionista. No puedo dejar de pensar en la Masada de Zorn, Kayo Dot y Secret Chiefs 3 al verlos, conocerlos y escucharlos.
La segunda mitad del disco inicia con el primer tema sin invitados, “Agitato” que cierra con puntualidad a los diez minutos. Los protagonistas son la voz y cello de Zoe Olivia Kinney, quien además co-produce el tema con Samuel Goff, el único que toca y produce en todos los temas, quien la acompaña en batería, percusión y voz.
Cada canción de RAIC es una banda en sí misma, donde participan algunos de los integrantes del colectivo. Así como el primer tema recurre a los tres bateristas/percusionistas, el saxofonista y varios invitados, el disco en cada canción se va despojando de instrumentos y participantes hasta llegar a este tema, que incluye improvisaciones vocales similares a las colaboraciones de Rahzel y Patton con Björk.
El tiempo y el espacio juegan mucho en este disco. El sexto tema, llamado “Pinguina” de apenas 95 segundos, recurre de nuevo al jazz. Un bajo acústico gobierna ese microuniverso acompañado de saxofón, batería acústica y percusión. Un shot delicioso.
“Silene Udulata” de casi 11 minutos y medio, con una configuración más clásica: dos guitarras, bajo, batería, percusión y dos cantantes, incluyendo a Laura Marina, la tercera baterista/percusionista, quien participa también en el tema de apertura.
Similar al tercero y al quinto, con un juego numérico macabro, inicia como una especie de noise/drone sin estridencias, con fantasmales voces al fondo. Parece una versión metalera de Ellend. Un faro fantasmal, en medio de la niebla, parece guiarnos hacia un destino sórdido, gótico y desgarrador, un black / doom depresivo donde las guitarras dicen poco o nada. Hay que insistir, lo que RAIC hace es más una sensación, una extracción, que un género específico y puro.
Así que faltan las guitarras de distorsión profunda y opresiva, en primer plano de la mezcla, propias de la música extrema. Quedan las voces fantasmales, los gritos desgarrados del black, la batería veloz y compleja del death / thrash al fondo, una melodía oscura hecha con el bajo. Es como la huella paranormal de un quinteto del más allá.
El octavo tema, el de cierre, "Peering into the grave", es el segundo sin invitados y apenas una continuación del tema anterior, donde las voces parecen despedirse, en paz, entre vientos y suavidad. Lo que deja, de nuevo, esa sensación teatral y extraña, de sonidos incidentales.
Escúchalo aquí
https://raic.bandcamp.com/album/multiplicity
El disco arranca con varios minutos de improvisación jazz con trombones y saxo que van evolucionando hacia un ambiente más étnico, con flautas, percusión y batería alocada a lo The Mars Volta. Parece “Samba pa ti” con más influencia africana, sin la guitarra de Santana. Luego se pone más puramente jazz, baja la intensidad, hasta convertirse en lounge, para cerrar siendo más experimental, como rara música incidental. Y esto es apenas los 22 minutos de “Balance of the Three”.
Para mi sorpresa, en el segundo tema “Brugmansia”, los golpes de baterías abren a golpes de guitarra distorsionada con solos y arpegios al fondo. Es noise rock, algo drone incluso. Luego acelera el ritmo, hay voces fantasmagóricas. Escucho un post metal depresivo, frío y atonal. Por supuesto, no desde el punto de vista tradicional ni los sonidos más representativos del género, aquí hay primero experimentación antes que géneros, sonidos antes que una configuración instrumental.
Un poco más minimalista que la anterior, “Occlusion” prescinde del bajo para darle espacio solo a dos guitarras y batería. Sin embargo, los instrumentos apenas son usados de forma tradicional, sino volvemos como al final del primer tema: sonidos incidentales, casi de abstracto performance teatral. Hay toques de rock progresivo, jazz rock y noise en medio de los contratiempos, silencios y ruidos. Avant-garde sin estridencias.
La mitad del disco llega con un tema totalmente jazz. “Leaves continue to fall” de menos de cuatro minutos. Un saxo domina la escena, con apenas batería y percusión de fondo.
Sus presentaciones en vivo incluyen, además de músicos invitados, electrónica, a Abdul Hakim Bilial también colocando samples, e instrumentos como theremin y teclados. Para este disco han invitado guitarristas, bajistas, dos saxofonistas (uno también flautista) e increíblemente otro baterista y otro percusionista. No puedo dejar de pensar en la Masada de Zorn, Kayo Dot y Secret Chiefs 3 al verlos, conocerlos y escucharlos.
La segunda mitad del disco inicia con el primer tema sin invitados, “Agitato” que cierra con puntualidad a los diez minutos. Los protagonistas son la voz y cello de Zoe Olivia Kinney, quien además co-produce el tema con Samuel Goff, el único que toca y produce en todos los temas, quien la acompaña en batería, percusión y voz.
Cada canción de RAIC es una banda en sí misma, donde participan algunos de los integrantes del colectivo. Así como el primer tema recurre a los tres bateristas/percusionistas, el saxofonista y varios invitados, el disco en cada canción se va despojando de instrumentos y participantes hasta llegar a este tema, que incluye improvisaciones vocales similares a las colaboraciones de Rahzel y Patton con Björk.
El tiempo y el espacio juegan mucho en este disco. El sexto tema, llamado “Pinguina” de apenas 95 segundos, recurre de nuevo al jazz. Un bajo acústico gobierna ese microuniverso acompañado de saxofón, batería acústica y percusión. Un shot delicioso.
“Silene Udulata” de casi 11 minutos y medio, con una configuración más clásica: dos guitarras, bajo, batería, percusión y dos cantantes, incluyendo a Laura Marina, la tercera baterista/percusionista, quien participa también en el tema de apertura.
Similar al tercero y al quinto, con un juego numérico macabro, inicia como una especie de noise/drone sin estridencias, con fantasmales voces al fondo. Parece una versión metalera de Ellend. Un faro fantasmal, en medio de la niebla, parece guiarnos hacia un destino sórdido, gótico y desgarrador, un black / doom depresivo donde las guitarras dicen poco o nada. Hay que insistir, lo que RAIC hace es más una sensación, una extracción, que un género específico y puro.
Así que faltan las guitarras de distorsión profunda y opresiva, en primer plano de la mezcla, propias de la música extrema. Quedan las voces fantasmales, los gritos desgarrados del black, la batería veloz y compleja del death / thrash al fondo, una melodía oscura hecha con el bajo. Es como la huella paranormal de un quinteto del más allá.
El octavo tema, el de cierre, "Peering into the grave", es el segundo sin invitados y apenas una continuación del tema anterior, donde las voces parecen despedirse, en paz, entre vientos y suavidad. Lo que deja, de nuevo, esa sensación teatral y extraña, de sonidos incidentales.
Escúchalo aquí
https://raic.bandcamp.com/album/multiplicity
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Habla, sé serio y organízate.