27 diciembre 2018

Cease de day de In The Woods, una búsqueda entre las punzadas black metal y el heavy doom

Esta banda noruega ha sido hasta ahora sinónimo de avant-garde, en la búsqueda de una amalgama perfeccionista de estilos del metal extremo. Su anterior disco, Pure, fue memorable y furioso. Pero han cambiado, más ahora que se fueron los guitarristas hermanos Botteri.

 

El disco arranca con “Empty Streets”, teclados ambientales y órganos son acompañados por una profunda voz de barítono, que dominará la primera mitad del disco. La pieza, de más de 9 minutos, varía en estilo, sonido y vocalización entre el doom gótico, el rock pesado, con algunos riffs furiosos del black y el death e incluso interludios de guitarra clásica.

El disco, evocador en sus partes más calmadas como logra ser Blackwater Park de Opeth con su psicodelia oscura de mid-tempo, es interceptado con cierta frecuencia por punzadas black metal, en medio de la mayoría de vocalizaciones que me recuerdan a Paradise Lost como rockeros alternativos, lo que no es muy bueno. Aunque son potentes los desgarrados gritos de garganta, al estilo de Vallenfyre.

No pude evitar pensar que parecía querer resumir la evolución de Ulver, exceptuando lo electrónico. Es Bergtatt y Kveldssanger al mismo tiempo, con algo de The Assesination of Julio Cesar. Es realmente un tributo al cambio, con guitarras con wah wah, puentes góticos y probando sonoridades que en momentos parecen una nueva forma de death n roll, con coros pegajosos que entonces abre a la cruda interpretación metalera. Es casi una indecisión, para ser honestos.

Pero aunque las intervenciones más crudas y ácidas son bien trabajadas, cayendo como lluvia ácida sobre un rostro limpio, extraño la psicodelia black metal, de lo que no aparece casi nada en las guitarras hasta el cuarto tema, “Cloud Seeder”. Hasta aquí la parte que llamaré menos atractiva, con las partes no metaleras no tan originales ni interesantes, salvo por el extraño detalle de las voces procesadas y la casi perenne presencia de teclados atmosféricos.

El disco tiene lo mejor al final. Cuanda se acercan más al Vertebrae de Enslaved. Los últimos tres temas, fuera del outro “Cease the day”, tienen los mejores riffs no metálicos, pegadizos y cantables, con la mejor combinación de metal extremo y hardrock, voces menos melosas y puentes mejor hechos, con respectivos “heavy gallops” para darle fuerza a las descargas black metal. Las dudas se disipan, saben que queremos escuchar crudeza y la dan de mejor forma.

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