19 mayo 2025

Lo nuevo de Behemoth (black/death sinfónico), The Kooks (pop rock alternativo) y Counting Crows (folk pop / rock alternativo), black avantgarde circense suizo, indie pop/rock femenino de NY, metalcore industrial (Poppy), black atmosférico francés, IDM/drum n bass/clásica moderna,

 1. Thirteen Urban Ways 4 Groovy Bohemian Days (2010) de Blutmond: aunque aún no llegaban a usar el saxofón ni el metal alternativo como lo hicieron dos años más tarde en Revolution Is Dead!, sino que estaban aún en algo como un death/black avantgarde, con mucha experimentación pero usando todos los tropos metal extremo con algo de jazz/cabaret, es un disco totalmente experimental, osado y combinando sonidos, géneros y formas inusuales, como puede verse también en los títulos de las canciones, letras y el nombre del disco. Para mí es otra joya muy poco conocida. 4,7 de 5. Eran aún un power trío.

2. The Shit Ov God (2025) de Behemoth: estos polacos que jamás me han conquistado me asombran gratamente con este disco de black melódico y sinfónico totalmente furioso, operático, bestial y corrosivo. Es totalmente extremo, pero la conformación de los arreglos orquestales (incluyendo algunas guitarras españolas al principio y final del álbum), vocales agrios pero muy bien compuestas y ejecutadas, además de las capas de guitarras lo hacen realmente elegante, además de sonar muy potente y pesado. Una producción brillante. Los temas son bastante parecidos entre sí, eso sí. 4,3 de 5. 

3. Never/Know (2025) de The Kooks: Nos fuimos al otro lado, con este suave y delicado disco de pop rock, rock alternativo, indie y soft desde Reino Unido. Es un disco aséptico, sin demasiados riesgos y totalmente vintage. Hay reggae blanco, pop rock y un poco de guitarras pero sobre todo producción impecable, buenas baterías y muchas melodías vocales. Me gustó bastante, es un buen rock comercial y radial, sin ser obvio ni AOR ni simplón. 3,4 de 5.

4. Natural Causes (2025) de Adult Mom: divertida banda de indie pop con momentos de chamber folk (en la que suenan violines, banjos y mandolinas), algo de alt-country e indie rock que hacen que los temas sean optimistas, alegres y bellos, sin perder momentos de guitarras rockeras vintage, aunque ciertamente se nota el foco en la melodía vocal y la música de autor, además de canciones embellecidas por cuerdas y atmósferas evocadoras. Son de Nueva York, con Stevie Knipe (vocales, guitarra), Allegra Eidinger (guitarra), Olivia Battell (batería) y Lily Mastrodimos (bajo, producción). 3,7 de 5.

5. Negative Spaces (Nov, 2024) de Poppy. De lejos el mejor disco de la cantante, que pasó del pop de Youtuber a la estridencia exuberante de ser una outsider del black metal / phonk a un disco muy maduro de metal alternativo, metalcore, nü metal y metal industrial, en que se combina su excelente vocalización, desde las líneas de RnB y pop a sus gritos increíbles, buenas guitarras, estructuras de metal moderno e influencias electrónicas de forma equilibrada pero también atractiva, seductora y potente. 4,5 de 5 sin dudas.

Para este disco Poppy contó con el compositor Jordan Fish (Bring Me The Horizon) que ha escrito y producido para Machine Head, Babymetal, Architects y Parkway Drive, entre otros. 

6. E.O.D. (A Tale of Dark Legacy) (2017) de The Great Old Ones: esta banda francesa que en 2025 publicó un extraordinario trabajo en que al brillante y audaz post-black atmosférico progresivo le sumaban cortes sonidos de black melódico, sludge y no metaleros provenientes del shoegaze y del post-hardcore (Kadath, reseñado acá), en el 2017 hacían un black atmosférico, teñido de sludge, aunque en lugar de un sonido brumoso, expansivo, subterráneo y casi psicodélico, apostaban por una propuesta de sonido transparente que permitiera apreciar los matices de riffs y arreglos a velocidad peligrosísima y tonos muy corrosivoss, en que la furiosa ráfaga de guitarras y los shrieks, así como las capas de trémolo picking con un fuzz profundo, eran intercaladas con mid-tempos de post-metal, con interludios y narraciones, en que se iba acumulando una tensión provocada por los gritos de víctimas que huían de las fauces de perros infernales hasta un clímax tan desesperante y lentamente provocado, que era un alivio que se transformara en una explosiva difusión atómica de blast beats. Y aún así ser elegantes, con cuidadosa composición y oscurísimos, con una gran calidad de sonido. 4,7 de 5.

7. Under Tangled Silence (2025) de Djrum: Félix Manuel, Dj Rum, produce esta tercera placa, con IDM (música electrónica inteligente) llena de UK Bass y música clásica moderna (principalmente piezas de piano académico), según RYM. Aunque inicia más electrónica, casi ambiental y new age, algo bailable, luego se convierte en academia contemporánea. Hay momentos con dancehall y mucha música africana, así como algo de house y techno, pero lo que manda es música electrónica más cerebral, tipo Autechre y Aphex Twin, aunque recorriendo muchos géneros distintos del drum n bass y derivados, siempre con muchísima percusión. 

Mi favorita: Let Me, con más drum n bass que las demás. 4,2 de 5.

8. Butter Miracle, the Complete Sweets! (2025) de Counting Crows. ¿Qué sé de esta banda además de Mr. Jones? Sinceramente, absolutamente nada. Y me cae bien este disco, de pop rock alternativo, más roots rock y folk rock según RYM. La verdad es que además de la conocidísima y buena voz de su cantante, las guitarras son realmente buenas, además de los arreglos que varían en los distintos géneros ya citados. Entre tanto pop facilón, electrónica ruidosa y fusiones no siempre acertadas, esto me parece tan refrescante como The Kooks, aunque más animado y divertido, menos vintage y más pensado en los conciertos de grandes arenas. 3,7 de 5.

9. Motherfucker, I Am Both: "Amen" and "Hallelujah"... (2025) de Shearling: la forma en que se me ocurre describir este disco es como dos autobuses chocaran cuánticamente, uno con Sprain y otro con Chat Pile, para que se combinaran de tal forma el folk, el noise y el rock experimental. Dos guitarristas de Sprain se unen con este proyecto, desde Los Angeles, California, llena de gritos desesperados y narrados de forma cáustica y demencial, como poesía slam, con un fondo que va entre el post-rock, el noise y arreglos folk rock, lo que por momentos implica escuchar melodías litúrgicas bañadas de toneladas de ruidos de guitarras, feedback y laptops, con una voz tan espectacular, operática y psicótica, que muestra un alma partida en pedazos y luego nos lleva a un dulce paseo de glockenspiel, solo preparándonos para una sórdida forma de ambient, con una tensa calma electrónica y terrorífica.

En el único tema, de 62 minutos, hay de todo, según RYM además de lo nombrado tenemos noise experimental, sound collage, post-hardcore, totalismo, glitch, folk avantgarde (hay arreglos estremecedores de trumpeta jazz) y sludge metal.

Máté Tulipán y Ian Thompson agregaron saxo tenor, saxo alto y trombón, mientras que Sylvie Simmons se encargó de órgano, sintetizador, samples y guitarras, Wesley Nelson de los bajos y Andrew Chanover de la batería, además de voces de Rachel Kennedy.

Por su parte, Alexander Gregory Kent, líder, vocalista y compositor en Sprain y Shearling, hace muchísimo, otra vez: Voz, ingeniería, producción, diseño de portada, guitarra, sintetizador, trombón, samples, dulcémele, banjo, armonio, acordeón, sierra musical, percusión, taishogoto (instrumento de cuerda japonés), órgano, glockenspiel, mellotrón, mandolina, autoarpa y campanas. Grandioso, aunque no necesariamente mejor o muy distinto a Sprain, aún siendo su natural continuación. 4,3 de 5.

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