Como decía Oscar Wilde, el actor es el oficio perfecto en forma. Tengo una gran admiración por quienes actúan, por sus muchas dimensiones profesionales que involucran emociones, buena memoria, control del cuerpo e interpretación.
Un amigo, hoy fallecido, que ganó el premio al Mejor Docente Microsoft de Latinoamérica, me brindó algo de comprensión sobre esta otra forma de entender el universo. Él me decía que el gran problema para educar e integral laboralmente a las personas con discapacidad auditiva, es que debes enseñarles el alfabeto y a leer como un segundo idioma. "Es que ellos ya piensan y hablan en lenguaje de señas, y por tanto, las letras son como arañitas extrañas que ellos deben aprender como un concepto distinto de comunicación".
Con esa explosión neurológica te hablaré de Ojitos de Huevo en Netflix, una serie sobre y del comediante mexicano de 30 años y originario de la capital de Querétaro, Alexis Renato Arroyo Mendoza, mejor conocido como “Ojitos de Huevo”. Es la más reciente producción mexicana de Netflix, después de series mexicanas como la extraordinaria e hilarante Club de Cuervos y su spin-off, La Balada de Hugo Sánchez; la ruda y política Ingobernable; la sexy y misteriosa ¿Quién mató a Sara?; la genial y hermosa La Casa de Las Flores; y la estudiantil, algo sexy y misteriosa, Control Z.
A medio pelo entre lo biográfico y lo absurdo, un show de stand-up y una serie formal, Ojitos de Huevo es la historia de dos amigos: Alexis, un hombre joven sobreprotegido por la mamá -que niega que no pueda ver- y alentado por el papá -un oftalmólogo que lo intentó todo para hacerlo ver-, y su amigo Kike Vázquez (Charlie en la serie), quien tiene parálisis cerebral. Están aburridos de vivir en Querétaro, se asumen feos y pobres, pero con ganas de hacer algo importante con sus vidas.
Alexis descubre que tiene un don de la palabra para hacer reír, pero sabe que si quiere hacerlo en grande, se debe ir a la capital mexicana, lo que en principio parece una gran aventura pero que sabemos que implica dificultades, obstáculos y el propio vértigo de vivir en una megaciudad como es Ciudad de México. Y Kike -un psicólogo, activista y conferencista sobre salud mental y discapacidad- es en la serie su fiel Sancho homosexual, lo que pone una nueva capa para hablar de discriminación, estereotipos e incluso, aplicaciones de encuentros personales.
Sí, Ojitos de Huevo habla sobre otros problemas y mitos sobre la discapacidad, en la que no sólo se ríe de sí mismos y acuñan frases ocurrentes, sino que también tienen enredos, decepciones y deseos que cualquier otra persona, por eso además de sexo y drogas, se habla de deseos, sueños y hasta de errores: las personas con discapacidad no son "héroes" ni "pobrecitos", sino que pueden traicionar y ser traicionados, ser orgullosos o humildes, y así un largo etcétera.
En el aspecto técnico la serie se empeñó en crear un ambiente de trabajo inclusivo, como usar técnicas de actuación para personas con discapacidad visual y “audiodescripción con comedia” para el público. Así que hay reflexión y activismo junto a las risas.
La primera temporada tiene 7,5 de 10 en Imdb, mientras se espera la segunda para 2024. Acá la ves en Netflix.
Está dirigida por Santiago Limón (la Rebelde nueva de 2022) y Big Drama a partir de un guion de Olfa Masmoudi (escribió la serie Paquita La del Barrio).
El resto del elenco está conformado por Alejandro Calva (papá de Alexis que estuvo en "La Reina del Sur" y "Señora Acero"), Verónica Merchant (mamá de Alexis, estuvo en "Hasta que te conocí"), Begoña Narváez (novia de Alexis), Paola Fernández (Azul, nuevo amor de Alexis), Teté Espinoza (Maya, quien también está en “Narcos: México” y “El Chapo”, Memo Villegas, Raúl Villegas, Paloma Woolrich, Oscar Flores (narrador de la serie) y Francisco Calvillo (Jorge, un entrenador de fútbol, y también estuvo en “Narcos: México”, “El señor de los cielos”, “Señora Acero”, "Ellas soy yo, Gloria Trevi" y “El rey Vicente Fernández”).
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