01 febrero 2024

Reseña TV: Griselda en Netflix, que Sofía Vergara sea narco pero no tan narco, sino emprendedora, buena madre y sexy, pero también narco

Si vemos Narcos, Narcos: México y Narcos: El Origen (sobre el Cartel de Cali, que es extraordinaria con Juan Pablo Urrego, el mismo de Rigo), El Patrón del Mal y Sin Tetas No Hay Paraíso, por supuesto que veríamos Griselda desde su estreno el 25 de enero de 2024. Y porque nos encanta Sofía Vergara, y no solamente por Modern Family y American Got Talent, que por eso principalmente, claro.


Pero sobretodo después de algunas entrevistas y declaraciones polémicas de Sofía Vergara, que en un acto del arte imita a la vida que imita al arte que imita a la vida ad infinitum, fue subestimada y criticada por representar a una mujer narco, como lo fue la propio Ana Griselda Blanco Restrepo, respondiendo de forma desafiante e ingeniosa, recordando a cuando Shakira le aclaraba a un imbécil que intentó menospreciarla al confundir el origen árabe de su nombre con la palabra indoamericana chaquira. En ambos casos, bravo por ellas.

Hablemos de la serie

Tiene apenas seis capítulos, pero lo primero que hay que destacar, es la puesta en escena: con la ambientación histórica, musical, de vestuario y maquillaje de finales de los 70, en plena fiebre del disco music. Esto a pesar de los señalamientos sobre la "fealdad" con que quisieron mostrar a Blanco, en contraste con la belleza del rostro de Vergara y una posible exageración en el septum. El principal logro, es que a veces te olvidas de Sofía y ves a Griselda, tan distinta, con sus mañas para "dibujar en el aire" con el cigarrillo, su tabaquismo empedernido, esa mirada entre cansada y perversa, su mirada siempre desafiante y una extraño semblante de felicidad, que no sabes si em cuántas partes es por la droga, la perversidad, una paz interna de sociópata o satisfacción criminal.

Sofía Vergara puede sonar repetida con su acento, en inglés y español, sus inflexiones al hablar y hasta parte de su caminar, pero en vez de elegante, chispeante y sensual, acá es chabacana, ruidosa e intempestiva. Dispara más veces de lo que parece que lo va a hacer, refleja muy claramente esos momentos de genialidad caníbal de destruir a otros para renacer y circula perfectamente en los muchos vaivenes que enfrenta en una producción tan relativamente corto en que igualmente se cuenta su guerra con los Hermanos Ochoa, parte del Cartel de Medellín, su alianza con los Marielitos cubanos y cómo ideó una forma de distribuir drogas entre los ricos de Miami.

Muy buenos los personajes de Christian Tappan y Paulina Dávila como el entorno más cercano de Griselda, lo mismo con Alberto Guerra como su último esposo y claro, Martín Rodríguez como Rivi y Jualiana Aidén Martínez como la policía June Hawkins.

Aunque parezca irónico, extrañé los subtítulos en español y no sólo en inglés, porque a veces te pierdes de palabras, las dicen susurradas o muy rápido. Después de la experiencia viendo series argentinas y chilenas, supongo que para ellos será lo mismos escuchando a latinos caribeños.

El reparto lo completa Vanessa Ferlito (NCIS: New Orleans, 24 y CSI: NY), Alberto Ammann (Narcos, Narcos: México), Alberto Guerra (Ingobernable, Narcos: México), Karol G, Christian Tappan (Primate, El Patrón del Mal, El Robo del Siglo), Diego Trujillo (El capo, Cochina envidia), Paulina Dávila (Luis Miguel, Tres Caínes), Gabriel Sloyer como Díaz, Juliana Aidén Martinez como June Hawkins, Martín Rodríguez como Rivi, José Zúñiga como Amílcar (que según es hijo de un policía venezolano y tiene una extensísima carrera televisiva en EEUU), Maximiliano Hernández como Papo Mejía (personaje real y actor latino también con larga carrera en la tele gringa), Julieth Restrepo como Marta Ochoa (real, hermana de los Ochoa, pero que muere de forma diferente) y el argentino Ernesto Alterio (Las Chicas del Cable, Alguien tiene que morir, Narcos: México) como Fernando Bravo.

Licencias históricas

La serie empieza en 1978, con tres hijos, huyendo de Medellín hacia Estados Unidos y acaba cerca de 1985, cuando finalmente la apresan. Lo que es parte de las licencias creativas que se tomaron Vergara, que es la productora ejecutiva, y su equipo. Porque Griselda Blanco se casó tres veces, por lo que para el tiempo que inicia la serie ya había traficado, ya la habían acusado de narco en Estados Unidos para 1976 (según esta nota en el New York Times de la época) y hasta ya se había casado una vez anterior.

Estas libertades artísticas, que suelen despertar comentarios y críticas, algunas tan amargas pero necesarias como las de Libertador (con Edgar Ramírez), parecen no alterar demasiado la intención de la serie Griselda: mostrar una historia no tan revisada como la de los hombres narcos, yendo más atrás que lo hecho por los cárteles de Medellín y Cali, mientras hace crítica social de una forma diametralmente distinta a la de Barbie. 

Griselda no es una muñeca de la familia, no es una Miss cooptada por los narcos y a pesar que la serie la muestran como una ex-trabajadora sexual, que debe aguantar avances, insinuaciones y hasta subestimaciones tanto de policías como de colegas criminales, los reportajes con testimonios de periodistas José Guarnizo y Martha Soto en BBC y El País, ambos autores de libros sobre la narcotraficante, ponen en duda ese pasado. Guarnizo señala que fue su mamá quién probablemente ejerció la prostitución, mientras Soto dice que simplemente no se profundiza al respecto.

En el personaje de June Hawkins hay parte de la reflexión de Vergara sobre porqué hacer la serie: es mamá, latina y migrante. Así la policía June no sólo es relegada e ignorada por ser mujer entre sus compañeros policías, sino que es motivo de burlas cuando asoma que podría haber una mujer narco detrás de la ola de violencia en Miami. El machismo se revuelve sobre sí mismo: los narcos no permitirían que sea una mujer, dice el policía en mansplanning a June, a quien le recuerda que entre sus tareas está "mantener el café caliente".

En Griselda vemos que antes de los genios criminales de Narcos estaba ella. Tenían 16 años y 4 años las futuras Reina del Sur y Reina del Pacífico, cuando la DEA ya había acusado a la colombiana (que se creía había nacido en Cartagena pero que su hijo menor Michael Corleone dice que nació en Santa Marta). Y la vemos tan innovadora como cruel: ya habiendo traficado cocaína desde Medellín hacia Nueva York, se inventa el contrabando con trabajadoras sexuales que las meten en su ropa interior. Testimonios dicen que tuvo otras ideas como el doble fondo de las maletas, antes de las máquinas de Rayos X en los aeropuertos.

Además, un detalle político-histórico más que relevante: ella es la outsider, que decide que para irse a la guerra y vencer a sus competidores, se debe unir con similares diferentes. En la serie se muestra la íntima relación afectiva y casi populista entre ella y las decenas de exiliados cubanos que tenían trabajos mediocres, "por que no hablan inglés" les dice. Ellos son un ejército leal, salvaje y hasta experimentado, porque se trata de los más de 120 mil cubanos que el régimen castrista envió en el Buque Mariel hacia Estados Unidos, entre el 15 de abril y el 3 de octubre tras vaciar cárceles y manicomios. 

Narco, pero no genia

Volvamos al inicio. No sólo para hablar de la tesis del "buen salvaje" que cubre a los villanos en las narconovelas, en que terminas adorando a personajes como El Cabo Jiménez y Guadaña (interpretados magistralmente por Robinson Díaz y Julián Arango), a Braulio (encarnado en Fernando "El Flaco" Solórzano), e incluso el Pablo de Narcos (que no es el mismo desalmado psicópata de El Patrón del Mal). 

Sino que hasta ahora Griselda Blanco no había sido tan popular, ni tan reconocida como sus contrapartes centroamericanas y por supuesto, sus colegas masculinos, a pesar que ya haber sido interpretada para cine y televisión por las colombianas Luces Velásquez en El Patrón del Mal y Lina Tejeiro en Paraíso Blanco, y la mexicana Ana Serradilla para la producción colombiana La Viuda Negra. Incluso se rumoró en 2019 que JLo le daría vida en el cine después que lo hiciera Catherine Zeta-Jones en Cocaine Godmother. Y si estiro la memoria, en el Cartel de Los Sapos y Narcos me parece haber visto que había una mujer narco en Miami, que era contacto y mata a algún narco local.

Lo dice claramente el personaje de June Hawkins, que existió en la vida real pero no arrestó a Griselda como en la serie, cuando logra ascender tras el apoyo de un colega policía de origen latino. Le grita a un cuarto lleno de hombres, cuando les reprocha que no se les ocurre ninguna forma de atraparla, porque después de subestimarla y dudar de su existencia, ahora la consideraban una genio criminal. Por lo que ella aterriza las ideas sobre ella: a pesar de sus habilidades, se le puede provocar como una persona normal, e incluso, se pueden usar tácticas que han funcionado con otros criminales. Una crítica al machismo que tan claramente se refleja en el monólogo de América Ferrera en Barbie: es dolorosamente contradictorio lo que se espera de una mujer.

No sabemos qué esperan algunas audiencias de Sofía Vergara, pero parece que lo mismo que exigen de Gloria Pritchett en Modern Family y de Gloria en Barbie: que sea flaca pero no tan flaca, pero no diga que quiere ser flaca, sino saludable, pero que también sea flaca.

Más datos

Varios reportajes, que difieren en detalles entre sí, citan varios otros autores de libros sobre Griselda, una biografía (Cocaine Cowgirl) y hasta un documental, que detallan parte de la vida antes de lo contado en la serie: cometió su primer asesinato entre los 11 y 12 años, cuando con sus amigos secuestraron a un niño en el Barrio Antioquia de Medellín, por el que su familia no pagó el rescate. Se casó por primera vez con un conocido criminal de poca monta a los 14 años, Carlos Trujillo, conocido como "Pestañas" y padre de sus tres hijos Uber (premonitorio), Dixon y Oswaldo (Ozzy), y vivió desde 1964 en Queens, Nueva York, hasta que la Operación Banshee, la que se reseña en 1976 en el New York Times, la hizo volver a Colombia. Según Insight Crime, un sitio periodístico especializado en crimen transnacional y el más serio de lo que encontré, dice que su primer esposo murió de cirrosis, pero que quizás sí mató a su segundo esposo, Alberto Bravo, aunque no dan detalles de la muerte de Sepúlveda, quien fue asesinado en Medellín, donde vivía con el hijo menor de ella y único de la pareja, Michael Corleone Blanco.

Griselda fue asesinada, a los 69 años en Medellín, por un sicario en una moto, un método cuya autoría muchos también le atribuyen. EL Diario Repúblico publicó el 3 de septiembre de 2012 un larguísimo reportaje sobre ella, como narcotraficante y como personaje público reflejado en las pantallas. Y acá una nota más corta de l atentado en el Barrio Belén, al salir de una carnicería, en la que recibió dos disparos en la cabeza, y su posterior muerte ese día en una clínica cercana, publicada por El Espectador.

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