Resumir este 2018 se me hace difícil. Hemos pasado por años en que
pasamos de creer que aguantar o quedarnos nos haría más fuertes a estar
sometidos a condiciones aún peores. Ahora se habla muchísimo de
reconstrucción, en que casi todo acabado o muy deteriorado, de tragedias
cotidianas y de los rostros de quienes empujan desde adentro. Los que
no se van. Y al mismo tiempo, fue el año en que la diáspora empezó a
tener más protagonismo, más voces y mayor ímpetu.
Para mí fue
iniciar y dirigir la Unidad de FactChecking de EfectoCocuyo, un
verdadero sueño hecho realidad. Pertenecer a este equipo tan talentoso,
diverso y enamorados del mejor periodismo nos llevó además a obtener
varios reconocimientos, incluyendo el Premio Gabriel García Márquez 2018
por el trabajo Venezuela a la fuga junto a Ginna Morelo
de El Tiempo de Colombia. Pero hubo mucho más, mensajes de cariño,
apoyo y agradecimiento de todo tipo por la cobertura de salud,
ambiental, económica, educativa, social, cultural, de género, de sucesos
y política.
En ese mismo contexto, lideré el equipo que ganó el
Hackatón de FactChecking de Chicas Poderosas y la Embajada de Reino
Unido con "Chequéamelo", un robot que interpreta las respuestas
recibidas a través de un canal de Whatsapp para jerarquizar las
informaciones a ser verificadas o chequeadas. Y pude hablar de eso y lo
que hacemos en EfectoCocuyo en Buenos Aires en el encuentro
LatamChequea, lo que fue una oportunidad única (incluyendo verme con 11
amigos allá en apenas dos días).
Fue un año de muchísima
solidaridad hecha real. Doce meses de ayudar a la escuela Padre Juan
José Zugarramurdi II de El Viñedo, en San Vicente, la zona más pobre,
violenta y ambientalmetne afectada de Maracay. Junto a mis compañeros,
el amor y dirección de Aruska Hernández,
hemos llevado almuerzos, cariño, reconocimiento, autoestima, paseos,
libros, útiles, uniformes, canciones, educación odontológica, Yoga,
trabalenguas, empanadas, tortas e incluso hemos becado a niños que
siguen al liceo, para construir lo que llamamos "la escuela más bonita del mundo". Nos enviaron dienro de muchos países del mundo, venezolanos
en el exterior recaudaron fondos, enviaron de su propio bolsillo con
esfuerzo, convencieron a otros extranjeros, pero también quienes están
auí nos hicieron donaciones, nos dieron ánimos, alianzas, favores,
voluntariado y todo lo necesario para alimentar el alma y las
barriguitas de 300 niños de 3 a 11 años.
Este año también llegó
Anastacio. Nuestro primer carrito como pareja. Un Festiva 2001 usado,
con varios defectos mecánicos y eléctricos que hemos ido resolviendo
poco a poco pero que nos ha cambiado la vida. Después de un par de meses
casi encerrados en casa porque usar gandolas o camiones de volteo se
hizo muy peligroso para ir y venir a Maracay, nos retrasamos en
diligencias y hábitos como ir al gimnasio, al kárate o al centro de
Maracay a hacer compras. Un logro que, como otros, solo fue posible por
el apoyo de familiares y amigos.
Para mí fue además todo un viaje
personal, por supuesto, de muchos viajes laborales y satisfacciones,
pero además de cambios inesperados. Los menos agradables tratando de
verles la lección, como suele decirse, para resumir este año en aprender
a quedarse callado, a dejar pasar, a omitir. No siempre con éxito, pero
siempre presente. Pasar agachado como estrategia. Pero tuve la
oportunidad de escribir sobre el último glaciar del país, visitar el
Caura, ir a Mérida dos veces, una de ellas regresando por los Llanos,
volver a San Cristóbal, ir a playas nuevas y tener un sobrinito nuevo,
bendito entre sus dos hermanas y prima.
Pero también fue un año
de extrema polarización. Desde el principio con el asesinato de Óscar
Pérez hasta las protestas por pernil, de enero a diciembre, pero pasando
inevitablemente por el tema de votar o no, radicales o
colaboracionistas e incluso en temas menos políticos como si se deben o
no vender nudes por Internet, si va el agua o la harina primero para
hacer arepas, ayudar o no a un profesor de la universidad, pasando por
supuesto por las tendencias globales de insultarnos por el aborto, la
extrema derecha, el progresismo, Donald Trump, Almagro, el feminismo,
los derechos de las personas sexodiversas, qué es ser liberal y el papel
de los famosos en la sociedad.
Por todo nos destrozamos, nos
canibalizamos, nos destruimos hasta la irreconciliación, el odio y el
desprecio, como si de verdad el otro o la otra están únicamente
definidos por esa posición. Como si quien piensa distinto está allá
lejos, en la punta de la montaña, en lugar de estar tan pero tan cerca,
que omites pelear con tu pareja, madre, mejor amigo por las mismas
razones por la botas espuma por la boca en Twitter. Y sobre eso quisiera
enfocar mi deseo en 2019: que seamos más empáticos, más tolerantes, más
comprensivos.
¡Feliz año! Las arepas son venezolanas, las mejores hallacas son las de mi mamá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Habla, sé serio y organízate.