25 febrero 2025

Grunge francés nirvanesco, black metal atmosférico alemán, pagan folk black femenino finlandés, drone/post-rock y deathgrind gringo, death sueco, industrial / nü-metal gringo y post-punk noise irlándes, indie/rock electrónico/glith y free jazz

0. Martes de kárate (el regreso) después de dos fines de semana de descanso y sintiendo que he tenido mucha más fuerza, energía y resistencia.

1. God Doesn't Exist (2024) de Sex Shop Mushrooms: banda de grunge que realmente es un ripoff francés de Nirvana. Eso sí, saben tocar muy bien, tienen un sonido que mezclan con garage rock y algo de percusión latina que les da renovación, además de una forma visceral de presentarlo, pero de nuevo, es una banda cuyas vocales son realmente una copia descarada de Kurt Cobain. 3,3 de 5. 

2. Kremess (2025) de Gràb. Segunda producción del dúo alemán de black metal atmosférico, con grandes invitados, que van desde V. Santura y Morean (Noneuclid, Alkaloid, ex-Dark Fortress) a Markus Stock y Thomas Helm (The Vision Bleak, Empyrium), además de músicos que interpretan la viola, la flauta y el dulcémele martillado, produciendo un black metal atmosférico, cósmico y misterioso, heredero de los pioneros Emperor, Gehenna, Ulver y Darkthrone, aunque combinado con elucubraciones más cercanas al ambient, el black pagano y el atmosférico, por lo que se escuchan coros vikingos, interludios acústicos (que incluyen el uso del salterio, un instrumento bávaro de cuerda) y muchas referencias a la naturaleza invernal. 

El resultado es una combinación de temas rápidos y feroces, más cercanos a las raíces del género, además de melódicas y expansivas, con arreglos traídos de la cultura bávara -que incluye cantar en uno de sus dialectos- y un uso profuso de sintetizadores, que le añaden riqueza y diversidad, con una belleza particular, en que brilla especialmente el uso del dulcémele para añadir armonías polifónicas y un aire misterioso que siempre es acompañado de una shriek poético y paranormal, entre la desesperación del black metal depresivo y los matices del folk metal gótico. Por momentos, como en el tema final de más de 11 minutos, ni siquiera estamos hablando de música black metal sino de una combinación de dark folk, post-metal y metal neoclásico. 4,5 de 5. En Spotify.

3. Karsikko (2025) de Vermilia: curioso y onírico black metal atmosférico y pagano finlandés, obra de la solista Julia Mattila (Vermilia), que pasa desde las narraciones góticas y los coros litúrgicos a los shrieks depresivos y alargados, mientras la música se pasea por el black/thrash melódico y con inmensos arreglos sinfónicos. Los temas varían de extensión, y aunque recurren a riffs de trémolo picking y pianos tenebrosos, la música es apenas una base de agresividad para las muchas capas de voces. La veo lejos de colegas como Myrkur o Sylvaine, ni hablar de Chelsea Wolfe. Los toques folk y ambient tipo Wardruna son lo mejor. En Spotify. 3,5 de 5.

4. Flowers in the Spring (2025) de Wrekmeister Harmonies: el ruido y la disonancia no son buenos ni malos per sé, pero pueden serlo. Así es esta banda, un colectivo de post-rock, drone, ambient y doom metal liderados por el compositor J.R.Robinson, ubicado en Chicago, Illinois y encargado de guitarras y electrónica, junto a Esther Shaw, quien lo acompaña en voces, violín y teclados. 

El disco es claramente lento, hipnótico y meditativo, como desde la ambivalencia de la luz y la oscuridad dentro de nosotros, e inicia con un tema de una distorsión de guitarra que puede recordar a The Body y sus colaboraciones, que va variando poco a poco en timbre y tono por 10 minutos. El segundo tema es más meditativo y ambiental, con sonidos de cruces de carros y un bucle extenso del mismo acorde de guitarra. Luego vuelve la distorsión aunque ahora está adornado de teclados suaves, discordantes con la atmósfera corrosiva de la guitarra. Son 20 minutos de repeticiones, que incluyen unas cuerdas de fondo que van y viene repetidamente. Está grabado en tan sólo cuatro canales, por eso hay tantas capas superpuestas de guitarras, produciendo los sobretonos o armónicos por yuxtaposición. 

Robinson describe el álbum como una búsqueda de "los sutiles movimientos internos y externos, los finos hilos de sonido, ya sean fuertes o suaves, interiores o exteriores, que se vuelven valiosos". 

3,5 de 5.  En Spotify.

5. Malignant Worthlessness (2025) de Pissgrave: para equilibrar ahora está suciedad de grind/brutal death, que suena asqueroso pero potente, con ese sonido que explota con todos los instrumentos al tiempo que es tan genial para hacer música extrema, con un gutural como procesado para meterle ruido blanco y de verdad a veces suena como el Pato Donald, mientras las guitarras realmente brillosas y potentes, mientras la batería es increíblemente corrosiva y en metralla, dignos hijos de Napalmd Death y Misery Index. Tercer disco de estos locos de Philadelphia, Pennsylvania. 3,7 de 5. En Spotify.

6. Carnage Euphoria (2009) de Vomitory: death metal sueco del mejor, y además su regreso 2023 fue brutalmente genial. Este disco es sucio a lo Asphyx, Grave y Dismember, con un growl profundo y un sección rítmica llena de repiques asesinos y platillazos que suenan con perfecto consonancia con los riffs acompasados de guitarra y batería que dan ese sonido malévolo insigne, en que todo suena como un alud sónico avasallante, en conjunto y sin disonancias ni armónicos, más bien cavernoso. 

Además, con las influencias del d-beat, hardcore punk y grind old-school necesarios para darle dinamismo, algo de melodía y cadencia. Sí, puede ser que aún siendo coherente y con una producción enfocado en la brutalidad y mostrar la precisión instrumental, sea repetitivo, aunque para mí es una fortaleza, como un muro impenetrable de un castillo medieval.

Erik Rundqvist se encarga de bajo y voz, junto a los hermanos Urban y Tobias Gustafsson en guitarra y batería, más el guitarrista Peter Östlund, quien grabó el All Heads Are Gonna Roll pero fue sustituido este año por Christian Fredriksson, quien estuvo invitado en ese disco de 2023. En Spotify. 4,5 de 5.

7. Concrete Jungle (The OST) - 2024 de Bad Omens. La música es para pasarla bien. A veces uno puede despreciar o adorar algo que no lo merece por razones propias, pero parte de esas decisiones, así sean emocionales, tienen que ver con lo que pueda o no vibrar con uno, incluso en diferentes momentos de tu vida, de tu mes o de tu día. 

Esta "extensión experimental" de su disco de 2022 funciona para mí. Es súper electrónica y conserva los gritos, es mayoritariamente industrial, sintéticamente metálico y hasta bailable, pero también tiene drum n bass, big beat, techno y hip hop, por lo que hoy lo que no me gusta en Perturbator o Master Boot Record acá lo encuentro enormemente disfrutable gracias a la combinación alternativa, que incluyen guitarras de nü-metal y rap. Además, los invitados son geniales, Poppy, Health, Wargasm, Bob Vylan, Swarm, ERRA, IRis.EXE, Thousand Below.

4,5 de 5. En Spotify.

8. Blindness (2025) de The Murder Capital: post-punk / indie rock / noise rock de Dublín, Irlanda. Siento una sensibilidad existencial en este disco, sin considerar las letras. Hay un espíritu grunge en él, aunque también de indie pop, que no es la depresión que causa ensimismamiento ni la rabia que lleva a romperlo todo, sino una especie de comprensión, de empatía que se distribuye en detalles musicales cuidadosos, casi crudos y en vivo, sin excesiva producción. Es intimista.

La voz, que parece un diálogo, evoca a los cantantes de rock alternativo de los 90, que se complementa con los arreglos electrónicos, las explosiones guitarreras y una batería minimalista, casi artesanal, muy indie.  Leí después que la canción "Love Of Country" se destaca por su reflexión sobre el patriotismo y la xenofobia, con la línea: "Could you blame me for mistaking your love of country for hate of man?" ("¿Podrías culparme por confundir tu amor por el país con odio hacia el hombre?"), pero también el vocalista James McGovern ha mencionado que el álbum explora la educación católica y la muerte, fusionando una mirada glocal, que va de lo internacional a lo personal. Para mí, muy bueno, me encantó, 4,6 de 5. En Spotify.

9. Gut (2025) de Baths: pop rock orquestal, refrescante y hermoso, proyecto del californiano Will Wiesenfeld, que RYM me dice que es Indietronica, Indie Rock y Glitch Pop, con base en el chamber pop. Entiendo que esto es un cambio drástico, agregando guitarras y pecusiones a lo que antes era puramente electrónico, más considerando que en Sputnikmusic lo comparan con Four Tet y como un artista de Downtempo. Es fácil relacionarlo con Perfume Genius, Radiohead y Moses Sumney, aunque tiene unas canciones más duras y sucias, influenciado por el noise rock (al menos en los gritos) o en algo de industrial, y el tema final, de 7 minutos, demuestra una cara más salvaje e impulsiva, que es un extraordinario y magnífico final.
Yo quedé encantado, claro que sí, 4,3 de 5. En Spotify.

10. The Equinox (2025) de Painkiller: free jazz de Bill Laswell, John Zorn y Mike Harris (Napalm Death) que revivieron en 2024 con el disco Samsara. Suena a muchísimo jazz basado en saxofón con decenas de capas de electrónica, que RYM califica como Free Jazz, Illbient, (ambiente con hip hop y dub), Avant-Garde Jazz, Techstep (variación del drum n bass con atmósferas de ciencia ficción y misterio) y Drum and Bass. 5 de 5 porque viva el jazz... En Spotify.

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