2. Bellum II (2024) de Aquilus, continuación del disco de 2021, de esta banda de black/folk metal atmosférico neoclásico, que combina fenomenalmente música académica occidental y dark folk mediante varias guitarras acústicas y orquestaciones con instrumentos de cuerda y flauta, con black metal infernal, a veces separados y otros superpuestos. Los motivos acústicos son dulces melodías sinfónicas en forma de soundtrac, que hacen armonía con doble bombos de war metal, shrieks violentos y riffs de death melódico.
No es sólo sólo black sinfónico en que cornos y trompetas wagnerianos dan fuerza a riffs de guitarras bestiales a los Septicflesh ni metal sinfónico a partir de un coro y orquesta al servicio del death metal o el hardrock como Therion o Haggard, es que los instrumentos clásicos dibujan la melodía principal, los cambios de tiempo y atmósfera, comandan la canción incluso cuando es invadida por vikingos alebrestados con antorchas y púas, entonces se pueden fusionar en black sinfónico grandioso, ser amalgama de orquesta y metal para hacer black atmosférico, e incluso a veces es el metal extremo un acompañante de las orquestaciones, llenas de interludios acústicos, momentos de calma y variaciones armónicas, lo que podríamos calificar de metal progresivo.
Es realmente inspirador, por momentos dulce y melódico, bellísimo y hasta onírico, convirtiéndose en bestia, cuervo y tormenta de azufre, sin soltar jamás la batuta teatral provocada por lo sinfónico. 4,9 de 5. Es la gran obra del australiano Horace Rosenqvist, quien se encarga de guturales, bajo, guitarras, batería y teclados. En Spotify.
Dato: las guitarras y algunas orquestaciones evocan a Opeth, y es que el ingeniero de grabación de este álbum, el sueco Jens Bogren, produjo, grabó y remasterizó varios discos de sus discos.
3. Loathing & the Noose (2025) de Faithxtractor: banda de death metal de Cincinnati, Ohio, death metal cavernoso, voraz, rápido, con unos riffs que suenan como speed/thrash en esteroides de deathgrind, con solos y ambiente de death metal old-school, lleno de reverb y esos fondos misteriosos, como de película de suspenso, muy a lo Obituary. Un gutural denso y punzante. En el tema Ehos Moribund, hay riffs en que los guitarristas parecen tener más dedos que una banda de power metal, mostrando una urgencia dramática en que rozan lo técnico y lo progresivo manteniendo la sangre en los dientes y garras, similar a los inicios de Grave. También escuchamos temas más pausados, cercanos al death/doom de Morbid Angel y otros a mid-tempo que permiten disfrutar más claramente de la habilidad y detalles de las composiciones.
Es el trabajo del dúo conformado por Ash Thomas, encargado de bajo, batería, guitarras y guturales, y la boliviana Zdenka Prado en el bajo. Un brutal, 4,6 de 5. En Spotify.
4. Psychosis (2017) de Cavalera Conspiracy: esta banda de Max e Igor siempre fue como una versión más death/thrash/industrial de Soulfly, que aunque ahora derivó en este género, fue mucho más groove/nü-metal, lo que le permitía a Max dividir en dos sus influencias y expresiones. Todo esto parece haber desembocado en lo que muchos esperaban y era una camino natural para esta banda, la regrabación de los primeros discos de Sepultura -con críticas mixtas- y la posibilidad de participar en la gira de despedida.
En este disco el dúo Cavalera junto a Marc Rizzo (que se despide de Soulfly y Cavalera Conspiracy) y una decena de invitados hacen una versión bien oscura y electro-noise del death/thrash/groove que parece reconciliar un poco los inicios de Sepultura (hasta Arise) con el sonido oscuro, influenciado por música clásica, hardcore punk y el death originario con el thrash/groove posterior de Chaos AD y Roots, sumándole el sonido industrial de Nailbomb, especialmente por incluir entre los invitados al genial Justin Broadrick (Jesu, Godflesh, ex-Napalm Death) y al artista de black/noise Dominick Fernow.
Logrando en este caso reempaquetarlos en una versión más dramática y dura que lo hecho por Sepultura después de Max, como una continuación alternativa, una forma vengativa o revanchista de mostrar lo que pudo ser.
Así es que en temas como Spectral War tenemos samples industriales (que también cultiva Igor con sus muchos experimentos electrónicos, como Dj Mixhell con su esposa Laima Leyton) con momentos más duros de death metal. También en Crom, mucho más enfocado hacia el death/thrash de sus primeros discos como Sepultura. En los dos temas finales se escuchan los sonidos tribales, folk y exóticos que identificaron a la banda desde comienzos de los 90. Un 4,8 de 5. Quizás el mejor disco de esta banda, aunque sin los riffs mágicos que encantaron en la agrupación original, que los hacen aún memorables en sus dos versiones. En Spotify.
5. Infinite Mortality (2024) de Replicant: el tercer disco de esta banda de New Brunswick, New Jersey, black/death técnico y progresivo es realmente refrescante, gracias a su combinación de black disonante, sus texturas de death cósmico (ambiental y expansivo, con influencias post-metal) y su enfoque progresivo, en que hay ritmos hardcore, riffs de djent/deathcore así como de groove/crossover y un gutural implacable, que se conjuga con melodías arpegiadas y atmósferas de dark ambient.
Esto con una transparencia sónica y una cuidadosa técnica, que parece muy seria pero que también hace que uno sienta que puede bailar en la oscuridad, pues además del sonido despiadado y agresivo, opresivo y urgente, hay también momentos para cabecear, que incluyen algunos sonidos guitarreros y efectos que parecen emular nu-metal y rapcore por segundos, con armónicos de guitarra que suenan juguetones.
Veo que algunos lo califican de avantgarde y puede ser, por sus exploraciones disruptivas, que al mismo tiempo son divertidas, porque la música de vanguardia no tiene que ser sólo rompedora y alocadamente fascinante, sino también que ser entretenida y fuente de alegría. El tema final, de más de 9 minutos, tiene death/black disonante, breakdowns de deathcore, gritos desesperados de black metal depresivo y fantasmal, algunos devaneos rítmicos sabrosos y hasta algo de brutal death, con batería candente y aplastante que se adapta también para ser cadenciosa y groove. Un 4,8 de 5. En Spotify.
10. Who Let the Dogs Out (2025) de Lambrini Girls: Discazo para empezar 2025, la banda de rrriot girl, punk y queercore de Brighton, Reino Unido, apela al humor negro, el artivismo político, riffs filosos y agresivos de garage punk / noise, más una base rítmica rockandrollera, densa y potente, junto a vocales entre gritadas y narradas, muuuuuy británicas para tomar la bandera del movimiento, quemarla, reírse de sí mismas y del mundo, porque adiós, Sex Pistols, bienvenidas, Lambrini Girls. Para mí, polémicas y realmente osadas, 4,8 de 5. En Spotify.
11. Great Brunswick Forest (2018) de Thrawsunblat: black/folk metal de Canadá. Riffs portentosos y melódicos, shriek combativo, batería muy rítmica que oscila entre lo extremo y lo rítmico, mientras violines y solos épicos de guitarras acompañan los motivos melódicos. Las partes de guitarras acústicas son logradísimas, lo mejor del álbum, y aunque la combinación con un expansivo y ardiente black metal tiene su atractivo, junto a momentos entre speed y hardcore acomodados en el cofre de maldad escandinava, a veces es más potencia y buen performance que un trabajo destacable. Es un proyecto detrás del cantante y guitarrista Joel Violette, aunque sus voces limpias son algo irregulares. 3,7 de 5.
12. New Heaven (2024) de Inter Arma: banda que combina un poco desafiantemente el black/death (con guturales a la altura) con el ambiente misterioso y alterno del sludge y el post-metal, logrando una extraña sensación de estar escuchando una banda demasiado extrema para ser alternativa o muy rara y atmosférica siendo extrema. Sobre todo con temas como Gardens in the dark, con voces post-punk, predominancia del sludge atmosférico y guitarras a lo Nine Inch Nails y sintetizadores que sobre pasan el volumen de los demás. Parece un remedo de Chat Pile.
Creo que los shrieks, que le dan un motivo más black atmosférico caen mejor que el cavernoso growl. Son de Richmond, Virginia, con su primer disco en 2010. Creo que Sulphur English es un gran disco, así que me pierden con este, lo que revela que aunque usen acordes disonantes, death/doom macabro y apelen a nuevas sonoridades, no siempre estaré con ustedes. Igual, le doy un 3,5 de 5.
No todo está perdido, Concrete Cliffs y Forest Service Road Blues están muy bien. En Spotify.
13. Singles de adelanto del segundo disco de los franceses de Ckraft, que es como juntar a Erza Collective y Tigran Hamasyan con The Hirsch Effekt y Thank You Scientist más Polyphia, Vola y Peryphery. Aunque me quedo corto con esta maravilla de la que quiero escuchar muchísimo más.
14. Bastion (2024) de Caelestra: cuando lo escuché el 26 de diciembre me pareció bueno aunque sentía las referencias musicales como más importante, pero esta segunda oída me llega mucho más, porque este post-black metal progresivo tiene un trabajo vocal extraordinario de verdad, combinando tantas formas de voces limpias y guturales, incluyendo shrieks, operáticas, semi-gritadas y en armonías corales con distintas técnicas, que le suman momentum a las construcciones iniciadas con riffs en trémolo que amalgaman post-metal, blackgaze y sludge atmosférico. Las canciones van desde suaves inicios electrónicos hasta formas expansivas que parecen un cohete apresurado por alcanzar la estratósfera, con pasión nostálgica en huida de las brumas mentales, que a su vez es una emoción por emprender este viaje que es tanto astral como sideral.
Ahora me sonó más Ihsahn y Astronoid que Opeth y Devin Townsend, aunque este último es obviamente la gran influencia. Ahora le doy un 4,7 de 5, aunque antes un 4,1. Quizás los efectos de sintetizadores son lo que menos me agrada. En Spotify.
15. Retrograde EP (2025) de Simon Says: banda que vuelve tras 20 años y originalmente rock alternativo / nu-metal. Tienen variedad, así que me gustó, 3,8 de 5.
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